Las condiciones económicas, laborales y de vida van de mal en peor para la clase trabajadora a nivel mundial. La pandemia fue un factor clave para que miles de personas se vieran afectadas en su nivel de vida y por ende salieron de sus países de origen, pero ya es histórico que millones de personas se ven en la necesidad de migrar de país en busca de una mejor economía, seguridad y estabilidad.
En México la migración ha sido un fenómeno que año tras año se profundiza. Tan sólo en los primeros cinco meses del año que transcurre, del millón 17,951 de migrantes detenidos por la patrulla fronteriza en Estados Unidas, el 37% son personas mexicanas y según la población censal de 2020, habitan 38.5 millones de mexicanos y mexicanas en territorio estadounidense.
Pero México, además de ser de los principales expulsores de migrantes, es de los principales territorios por los que todos los días caminan los y las migrantes de América Latina, principalmente de Centro América para llegar a Estados Unidos. No importan los programas como Quédate en México, o los protocolos de protección de migrantes, en la actualidad viajan decenas de miles de personas. Asimismo, ciudades como Tapachula, Chiapas, funcionan como tapón para retenerlos, diciendo que les concederán permisos y visas, pero la lentitud burocrática es tal, que esperan ahí meses sin respuesta.
Las condiciones de vida que orillan a migrar en países dependientes y semi coloniales, principalmente son tres, aunque no las únicas: las económicas, las de violencia y los fenómenos ambientales. Los fenómenos sociales y económicos que empujan a optar por migrar como las redes de trata, de droga, el crimen organizado, los conflictos armados, así como las políticas migratorias de cada Estado.
Los principales lugares de destino -como Estados Unidos, Alemania o Arabia Saudita- tienen fuertes necesidades de mano de obra barata. Según el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Guillermo Castillo Ramírez, estos países “tienen claras curvas poblacionales de configuraciones a procesos de envejecimiento. No tienen trabajadores jóvenes y los necesitan”. Y esto permite, que salgan tantos migrantes de los países donde sí hay una población muy grande, como los centroamericanos o de la India.
El investigador opinó que las diferencias salariales pueden llegar a ser muy grandes, sobre todo si los y las migrantes mandan dinero a sus países de origen, por lo que, “muchas veces la idea del migrante es tener una serie de recursos para una vida mejor y regresar a su país”.
Por el tema de la seguridad y la violencia, Guillermo Castillo explica que en algunos lugares de Centroamérica está muy acentuada la delincuencia del orden común y también pandillas, como en Honduras y El Salvador. Pero quienes más encarnan esa violencia son las mujeres.
No sólo viven la violencia de las pandillas, o la delincuencia “del orden común”, también están expuestas a la violencia sexual y de género, además de ser doblemente explotadas laboralmente, pues no sólo trabajan en pésimas condiciones, con salarios deplorables y horarios extenuantes, también son las encargadas del trabajo doméstico que no es remunerado.
Las razones que obligan a las mujeres y niñas a salir de sus países de origen y pedir refugio en otros se debe principalmente a la violencia extrema a la que se enfrentan.
Hablando de la tercera causa (los fenómenos ambientales), más del 94% de los 23,7 millones de nuevos desplazamientos por catástrofes en 2021 fueron consecuencia de peligros relacionados con el clima, como tormentas, inundaciones y sequías registradas en Asia Oriental y el Pacífico en Asia meridional, según el Internal Displacement Monitorinf Centre. Los 5 países con más desplazamientos internos por catástrofes en 2021 fueron China, Filipinas, India, la República Democrática del Congo y Vietnam.
Por otro lado, las políticas migratorias están lejos de ser beneficiarias para las personas migrantes, todo lo contrario. Por un lado, están los cuerpos armados en las fronteras que violentan, persiguen y separan a las familias como la Guardia Nacional en el territorio mexicano o la Border Patrol en Estados Unidos. Por otro, se criminaliza a los y las migrantes desde los institutos como el INM (Instituto Nacional de Migración), reproduciendo un discurso discriminatorio.
Aunque López Obrador dice ser “amigo” de los y las migrantes, la política que mantiene el gobierno actual en conjunto con la de Joe Biden sólo reproduce una violencia sistemática en su contra.
Debería haber paso libre a cualquier persona que quiera. Pero también, las condiciones estructurales de cada país no tendrían que orillar a las 280 millones de personas a migrar huyendo de la violencia, de los fenómenos naturales, ni las condiciones económicas de cada caso.
Es urgente tumbar las fronteras alzadas por la burguesía y por los Estados que son construidas con el discurso de “seguridad”, pero que en realidad sólo hacen que se busquen otras formas de llegar al otro lado, pero mucho más peligrosas, como por el desierto de Sonora, donde han muerto más de 10 mil personas.
Las olas migratorias seguirán en constante crecimiento si continúan las condiciones de vida como la explotación, la precarización, la miseria y la violencia. Es por esto, que es urgente impulsar un movimiento sin fronteras que luche por derechos sociales, políticos y sindicales para las personas migrantes, pero también que luche en contra del capitalismo, sistema que reproduce y recrudece las peores condiciones para la clase trabajadora para beneficiar a sólo un puñado.
Organicémonos y luchemos por un mundo donde la inseguridad, la precarización y los contextos sociales y políticos que orillan a la gente a migrar sean cosa del pasado. Un mundo sin fronteras, sin explotación, sin clases sociales. | 
