Las proyecciones del uso del petróleo como combustible de la gran industria y el transporte cada vez van a la baja, las potencias centrales necesitan comenzar a pensar el reemplazo del combustible fósil, y para eso comienzan a echar mano a sus periferias y semicolonias, como lo han hecho durante siglos a la hora de buscar fuentes de energía y materias primas. Y por supuesto Chile no es una excepción.
En ese marco Boric sumando otro punto de continuidad con Piñera, ha coincidido en avanzar con la "Estrategia nacional de hidrogeno verde", combustible más limpio por su baja emisión de C02. pero que busca en el fondo alargar la vida de la industria agrícola, automotriz y aeronáutica entre otras tal y como la conocemos. Según la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde se espera que 2030 Chile “conquiste mercados globales”, principalmente Europa y China, con una industria de H2V que exporte un 72% de su producción.
Debido a esto, es evidente que la Estrategia Nacional de H2V no está pensada como una política ambiental de diversificación energética, sino como como una política extractivista de exportación y explotación ambiental, al igual que el cobre o el litio. Es decir hablamos de la generación de un combustible en base a energías renovables que irá principalmente a disminuir las tasas de contaminación de la gran industria europea y asiática, pero que dejará una fuerte huella de daño ambiental en las zonas que se destinen a la generación de dicho combustible. En donde incluso podriamos estar hablando de las futuras zonas de sacrificio del pais.
Según estudios se requerirán aproximadamente 80 millones de toneladas de agua anualmente y 450 mil hectáreas de molinos eólicos y paneles solares en Magallanes y Antofagasta. Sin que signifique ni siquiera un aporte a la matriz energética del país. Por otra parte hay que considerar que el agua que está pensada para ocuparse es la del mar, lo que requiere a su vez un proceso de desalinización previo a su uso, el cual tiene como subproducto la generación de salmuera, un barro altamente tóxico que al devolverse al mar eleva la temperatura del agua poniendo en riesgo la vida acuática. Si se mantiene en tierra en forma de relave, puede traspasar el suelo y envenenar todo a su paso, cuestión que además hoy está totalmente desregulada en la industria minera.
Es necesario avanzar a buscar nuevas energías limpias y renovables, que no tengan un impacto negativo en sus entornos, no queremos más zonas de sacrificio, por ende es necesario que el repensar la matriz energética del país sea un proceso democrático en el cual participen tanto trabajadores, profesionales y comunidades pensando en el bien común de sus territorios y no en los bolsillos de empresarios multinacionales que están buscando cómo seguir depredando el planeta pero ahora con “sellos verdes”.
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