Hasta ahora la huelga de Mercedes seguía adelante a pesar del preacuerdo con la patronal de CCOO, UGT, Ekintza y PIM mayoría en el comité de empresa, pero esta mayoría no se ve reflejada en el apoyo de la plantilla. Finalmente, este lunes se alcanzó la décima jornada de huelga, donde fue votado en referéndum si aceptar o el preacuerdo alcanzado entre la burocracia sindical y la gerencia de Mercedes-Benz en Vitoria. Una votación que brilla por su poca transparencia y democracia ya que no se han hecho públicos los censos ni se permiten interventores de los sindicatos.
Por la noche fueron publicados los datos de votación, que dan un 57% de Si al convenio, marcado por el voto en oficinas y electrónico, donde alcanzó un 78% y 80%. El apoyo al Si llegó a bajar al 38% en Montaje Bruto o al 46% y 48% en Pintura y Montaje final. Respecto a los resultados, desde ELA se afirmó que "ha ganado el Si en general, pero en los talleres el No. El colectivo que mayoritariamente sufrirá la aplicación del convenio, ha dicho que no". Junto a la burocracia sindical, el alcalde de Vitoria-Gasteiz celebró este acuerdo como "un paso de gigantes para consolidar una inversión clave para el futuro económico de nuestra ciudad".
Los convocantes ELA, LAB y ESK estimaron un 95% de apoyo en la 9ª jornada de paros en la jornada del pasado viernes. Estos sindicatos, que rechazaron el preacuerdo alcanzado, denuncian que no incluye una subida salarial acorde al IPC aunque la patronal haya retrocedido en la aplicación de una sexta noche de trabajo a las líneas de producción. Mientras la inflación es actualmente del 10,2% en tendencia a subir, el acuerdo alcanzado planea una subida de un 6% durante 2022 y del 2,25% en 2023, 2024 y 2025.
La unidad del conjunto de la plantilla ha sido de tal calibre que la producción fue paralizada totalmente durante los días de huelga. De esta forma se ha conseguido que la empresa se sentara a negociar con todos los sindicatos a pesar de que amenazaron con no negociar si no se terminaban con los paros. Demostración de que solamente bajo el paraguas de la lucha se puede doblegar a una patronal que solamente mira por sus ganancias.
La burocracia sindical de UGT y CCOO sigue intentando actuar de apaciguador de las luchas obreras, como ya hizo en Cádiz. Pero el escenario en Euskal Herria es distinto porque allí no son los sindicatos mayoritarios, sino que son sindicatos con menor protagonismo que en el resto del Estado español, compartido con ELA, LAB y otros. El rol que juegan es el de convocar huelgas cuando la plantilla empuja a ello, pero que cuando se ven sobrepasados y no las pueden controlar tienden a conciliar con la patronal con acuerdos de miseria, ejerciendo de controlador de masas.
La inflación ha alcanzado el 10,2% y no parece que la cosa vaya a mejorar, por lo que cualquier negociación que no exijan actualizar los salarios con el IPC es una capitulación y una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
La gran influencia de esta empresa sobre el futuro la industria en el conjunto de Euskadi hace que la presión sobre los resultados del referéndum del preacuerdo, con una inversión prometida de 1.200 millones de euros sobre el desarrollo de modelos de vehículos eléctricos a cambio de incrementar la flexibilidad laboral de la plantilla, sea aún mayor. Algo a lo que ceden con facilidad y entusiasmo tanto el gobierno vasco, como las direcciones de CCOO y UGT.
Otra herramienta de gran potencia para la plantilla de Mercedes sería una solidaridad y coordinación entre conflictos levantada en la propia ciudad, una tradición que ha sido clave en numerosas luchas obreras. Los ejemplos no hay que buscarlos muy lejos: en 2021, en el aniversario de la huelga general del 30-E, marchaba por Vitoria-Gasteiz una manifestación unitaria que reunió a más de 50 colectivos y comités de empresa en lucha, con la presencia de los sindicatos LSB-USO, ESK, CGT, CNT, LAB y STEE-EILAS. “Desde el Comité de Empresa de Aernnova, hasta las y los pensionistas. Desde las y los riders de Glovo hasta la Asociación Martxoak 3.”, titulaba el medio gasteiztarra Halabedi. La propia manifestación sería propuesta en el encierro del comité de empresa de Aernnova en Berantevilla (Araba), en lucha contra el ERE que implicaría 55 despidos. Poco después y no muy lejos la plantilla de Tubacex conseguiría una victoria tras meses de lucha, frenando los despidos.
Sobre esta lucha de las y los trabajadores de la planta de Mercedes-Benz en Vitoria contra la patronal de esta potente multinacional, se van a construir las futuras luchas laborales y sociales que se vienen para el próximo otoño, como consecuencia de la subida de precios y el empobrecimiento de las clases populares fruto de la guerra de Ucrania y la crisis económica que la acompaña y que se asienta sobre la crisis económica de la pandemia.
Para evitar que las burocracias sindicales puedan ejercer su rol de policías del movimiento obrero cuando la lucha empieza a escalar apostamos por extender las asambleas de trabajadores para que sean estos quienes tomen la decisión sobre la propia continuidad de la lucha. Solamente superando las falsas direcciones de las cúpulas de los sindicatos de pacto podemos realmente conseguir no solo mejores condiciones laborales sino también mejores perspectivas de futuro para la clase trabajadora y los sectores populares. |