Menos de 20 horas duró la estadía de Nancy Pelosi en Taiwán. Cerca de las 18 hora local, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos dejaba el aeropuerto Songshan, de Taipei, tras una visita que, como definió la analista internacional de este diario Claudia Cinatti, no tenía objetivos precisos más que reiterar el compromiso de Estados Unidos con el régimen de Taiwán: "parece más una provocación que un cálculo estratégico".
Pelosi fue recibida por el ministro de Asuntos Exteriores de la isla, Joseph Wu Chao-hsieh y por la directora del Instituto Estadounidense de Taiwán, Sandra Oudkirk. Ni bien aterrizó, declaró que su visita "honra el compromiso inquebrantable de Estados Unidos con el apoyo a la vibrante democracia taiwanesa". Muy parecido a lo que aclaró, por si a alguien le quedaba alguna duda, antes de partir rumbo a Corea del Sur y Japón: "Que nadie se equivoque. El compromiso de Estados Unidos con el pueblo de Taiwán permanecerá inalterable ahora y en las próximas décadas".
La visita de Pelosi puso sobre la mesa la política de "ambigüedad estratégica" sobre la que se desarrollaron las relaciones entre Estados Unidos y China nacida en las negociaciones del gobierno de Richard Nixon con Mao Tse Tung en 1972. Una ubicación que reconoce la unidad territorial de China a la vez que es ambigua frente al reclamo de independencia de Taiwan. La reapertura de esta cuestión muestra los cambios en la posición relativa de los dos países en el mundo: el fin del mundo unipolar y la transformación de China en el principal competidor del imperialismo norteamericano.
Pelosi visitó en mañana del miércoles el Parlamento taiwanés y luego se reunió con la presidenta de la isla, Tsai Ing-wen, quien le impuso una condecoración por su "apoyo" al territorio.
Tras la reunión con Tsai, Pelosi declaró que Taiwán es un "modelo para la región" y un "contraste" con China, y elogió el "éxito del pueblo taiwanés y su valentía para convertirse en un país más democrático".
Por la tarde, Pelosi se reunió con activistas por los derechos humanos, en un evento realizado en el parque Jingmei de Taipei.
La visita de Pelosi fue fuertemente condenada desde Pekín. Xi Jinping la calificó de "deplorable traición" y "farsa", junto con un despliegue militar en el Estrecho de Taiwán y sanciones a las importaciones procedentes de la isla.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Taiwán acusó a China de violar sus "derechos y soberanía territorial" con sus maniobras, que dejarán la isla prácticamente cercada y ocuparán parte de sus aguas territoriales.
Algunos analistas consideran que la respuesta de Pekín es "firme pero medida", ya que los movimientos militares se programaron para después del despegue del avión de Pelosi. Sin embargo, esta agudización de las disputas entre Estados Unidos y China se dan en un escenario de crisis económica inflacionaria a escala planetaria, que ha dado lugar a agudas crisis de regímenes políticos y caídas de gobiernos y tendencias a las rebeliones y luchas obreras.
Como indicó en analista internacional de Esquerda Diário de Brasil, André Barbieri, "se abre un escenario impredecible para la escalada de las malas relaciones entre Washington y Pekín".
La Izquierda Diario realizó una amplia cobertura de la visita de Nancy Pelosi a Taiwán con información, análisis y opinión de nuestros principales analistas internacionales. Podés leerla aquí:
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