La literatura es uno de los sitios a donde los seres humanos vamos para comprender el mundo. En la escuela, uno de los lugares privilegiados para arribar a ese placer artístico, es dónde surge la pregunta de cómo puede ser una herramienta introductoria para la Educación Sexual Integral. Esta es la llave, dentro del aula, para que niños y adolescentes se reconozcan, para charlar sobre el cuidado del propio cuerpo, las relaciones interpersonales, el ejercicio de la sexualidad y de sus derechos.
Una aclaración: sabemos que después de 16 años de promulgada la ley de Educación Sexual Integral,la formación para docentes es escasa, tiene cupos y no logra el alcance nacional, a cambio proliferan cursos y diplomaturas que son pagas, alcanzando valores desorbitantes para poder tener herramientas para garantizar un derecho. No abandonamos la pelea contra las trabas y resistencias que se imponen en las distintas provincias para la implementación en las aulas y la capacitación de las trabajadoras y trabajadores de la educación.
La semana del 22 al 26 de agosto, fue la semana de la ESI en la provincia de Buenos Aires. Aquí, hoy, compartiremos algunos textos literarios, seleccionados a partir de prácticas en el aula ( y gusto personal!), que pueden aportar un granito de arena en esta tarea tan esencial. Elaine Vilar Madruga, Arelis Uribe y Mariana Enríquez son nuestras elegidas en esta oportunidad.
La tiranía de las moscas: niños, padres, control en un mundo fantástico
«Los tres crecimos a nuestra manera —escribe la primogénita en estas páginas—, como crecen los hijos de los culpables». Ellos son Casandra, Calia y Caleb son tres hermanos que conviven bajo una particular tiranía, la de sus padres. Mientras Casandra, la mayor, siente atracción sexual por objetos, puentes o estructuras arquitectónicas, Caleb posee el extraño don de matar a todo animal al que toca y Calia solo quiere dibujar animales. Un padre militar y autoritario, tartamudo y una madre incapaz de sentir amor por sus vástagos, obsesionada con el psicoanálisis, y un gobierno dictatorial en crisis.
La narrativa no arma el típico texto realista tradicional, sino que tiene cruzamientos hacia esa frontera de lo posible o lo imaginario. Relato de lo macabro, lo absurdo y nos termina chocando con la cruda realidad. "Las moscas nos hablan. ¿okey?. Vivimos en un país de moscas. Vuelan a nuestro alrededor. Las moscas son la nación de las ideas"
La poeta y dramaturga cubana Elaine Vilar Madruga (La Habana, 1989) emprende una fábula sobre la rebeldía publicada por la editorial sevillana Barrett. La novela habla sobre la rebeldía de la juventud en una estructura familiar anquilosada. Mundos contrapuestos, cuyos límites se trastocan. Vilar Madruga da forma a un relato en el que esta trinidad de hermanos tiene mucho que exponer en una tiranía que les dice qué sentir, qué pensar, qué decir, qué callar.
Ciudad desconocida, de Arelis Uribe
“Cuando era chica, con mi prima nos dábamos besos. Jugábamos a las barbies, a la comidita con tierra y a las palmas. Me quedaba en su casa un fin de semana por medio. Dormíamos en su cama. A veces nos sacábamos la camiseta del piyama y jugábamos a juntar nuestros pezones que en esa época eran dos manchones rosados sobre el torso plano” cuenta la voz narradora en un remolino de anécdotas infantiles.
Este es uno de los siete relatos que componen el libro Quiltras. En él, historias sobre sexualidad de las mujeres que viven en la periferia chilena, animales, relaciones interpersonales por redes sociales y adolescentes; todos ellos, bajo la mirada crítica de una joven escritora.
Esta ciudad desconocida es la que vivirán dos primas luego de muchos años de haber estado separadas. Se habían criado juntas, hijas de hermanas del interior de Valparaíso, pero secretos familiares - que se irán resolviendo a lo largo del relato- las alejaron. “Las dos estábamos pensando lo mismo, en lo putrefacto y virulento de los secretos familiares silenciados”.
El cuento también podés escucharlo aquí
Nada de carne sobre nosotras: “si levanto los brazos, las costillas se asoman”
El título del cuento brinda señales. Un relato no muy largo, preciso, con detalles breves y desagradables. Nada de carne sobre nosotras está narrado por una joven estudiante que vive con su novio, al que ve “obeso”. Llega a la casa -o la trae- una calavera a la que dará un nombre propio, como a una amiga con vida. “Vera y yo vamos a ser hermosas y livianas, nocturnas y terrestres. Esqueletos huecos y bailarines” dice la narradora. “Sueño: algún día, cuando me siente sobre este piso de madera, en vez de nalgas tendré huesos y los huesos van a atravesar la carne y van a dejar rastros de sangre sobre el suelo”.
Respeto por el propio cuerpo, aceptación, cuidados, estereotipos de belleza que causan daño, son temas que pueden ser bordados también por la literatura no necesariamente realista. Mariana Enríquez juega con los límites de género, los borra como una rayuela luego de haber sido escenario de entretenimiento a lo largo del tiempo.
Nada de carne sobre nosotras es parte del libro Las cosas que perdimos en el fuego( 2016, Anagrama) en la que la escritora argentina reunió doce cuentos con una escritura tan perspicaz que consigue evocar la realidad sin que lo notemos.
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