¿Es necesario este mes cuando ya puede haber matrimonio del mismo sexo en España o
se reconoce la adopción homoparental? Estas conquistas son muy recientes y alcanzan a
una parte minoritaria de la población mundial.
Aunque el Estado español cuente con legislaciones relativamente avanzadas con
respecto de otros puntos del globo en lo que refiere a los derechos LGTBI+ a nivel
legal, es necesario recordar la minimización de una Ley Trans real, que la igualdad ante
la ley no es la igualdad ante la vida o que las agresiones al colectivo se han visto
duplicadas con respecto a 2021.
Así mismo seguimos sin contar con una educación sexual integral, cuando en gran parte
es cisheteronormativa o consiste en unas pocas horas a lo largo de años. Mientras, miles
de centros educativos y millones de dinero publico siguen en manos de la Iglesia
Católica, con sus campañas patriarcales y LGBTIfóbicas, desde el acoso frente a las
clínicas de aborto a los cursos para tratar de curar a quien no es heterosexual.
Así, por defecto se retroalimentan prejuicios sobre las personas bisexuales es la falta de
educación sexual sobre la experimentación, la estigmatización de la vida más allá de la
monogamia o la falta de educación en cuanto a la pluralidad y evolución del género y la
sexualidad. Y este solo es un aspecto de que aún no se haya logrado la separación de
Iglesia y Estado.
Pero no debemos olvidar también el marco internacional, de vital importancia. En
Latinoamérica han sido asesinadas según cifras oficiales en el periodo de 2014 a 2020
más de 3000 personas LGTB, número que se ceba especialmente con mujeres trans y
personas no binarias. El derecho de asilo por persecución a la orientación sexual no es
reconocido por el Estado español si no existe una ley que la persiga y se pueda probar la
violencia (algo casi imposible de probar cuando hay que esconderla para sobrevivir)
negando en casos como estos buena parte de los derechos de asilo a personas LGBTI
con la Ley de Extranjería. También en 70 países la ley ampara la persecución a toda
sexualidad disidente, desde la cárcel a la pena de muerte.
Mientras todo este sucede y en un clima político en el que el discurso se derechiza cada
vez más rápido por la crisis financiera causada por la pandemia del COVID y la guerra
de Ucrania, las personas LGTB+ nos vemos cada día más amenazadas, ya no solo por
las agresiones, sino también por la precariedad debido a la discriminación laboral que se
ve acrecentada cuando pueden rechazarnos de hasta vivir en una casa por el hecho de
“como vivimos”. Recordemos que a día de hoy el 75% de las mujeres trans están en
situación oficialmente de desempleo por la discriminación patronal y en muchos casos
se ven obligadas a sobrevivir a través de la prostitución en el Estado Español.
Cuando todo esto sucede gobiernos “progresistas” como el de España se dedican a
darnos migajas de subidas salariales para que las patronales no se molesten, mientras
gobiernan para proteger el beneficio capitalista al tiempo que sube cada vez más el coste
de la vida.
Nos precarizan a la vez que se cuelgan banderas LGTB+ en campaña para
poder llamar al voto como freno a una derecha cada vez más machista, tránsfoba, racista
y clasista; pero a su vez mandan a la policía a cargar a manifestaciones por motivo del
asesinato homófobo de Samuel mientras los nazis campaban a sus anchas amenazando
por Chueca.
No podemos seguir creyendo que una izquierda que le hace la vida más fácil al IBEX35,
que modela nuestros derechos conquistados a través de la lucha sin tocar las fronteras,
los CIEs o las Leyes de Extranjería, los pactos con la Iglesia o la discriminación
patronal, vaya a acabar con la transfobia, la homofobia y la bifobia.
Esto no significa que debamos exigir leyes y castigos más severos, como hace el
Ministerio de Igualdad, para intentar solucionar el problema de la LGTBIfobia.
Tampoco confiamos en votar al reformismo de este gobierno que aplica la agenda de los
capitalistas y le allana el terreno así a la extrema derecha. El punitivismo, nunca será la
solución real a este problema, sino que la solución pasa por la organización y la acción
política en contra del sistema y los partidos que lo defienden a capa y espada aunque eso
signifique precariedad y muerte hacia la clase trabajadora en la que también nos
encontramos las personas LGTBI.
Las personas LGTB debemos empezar a pensar cómo organizarnos realmente contra un
sistema capitalista que le pone la alfombra roja a la derecha que quiere avanzar sobre
nuestras conquistas. Por eso hablamos de organizarnos no sólo este mes sino todo el año
con el resto de la clase obrera para poder hacerle frente a la extrema derecha, para
pelear por una educación sexual libre y diversa, por la autodeterminación de genero y
por derribar toda explotación y opresión. |