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11 de septiembre de 2022 Twitter Faceboock

Ideas de Izquierda
Lewontin y Levins: biología e ideología
Javier Prezioso
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En el presente trabajo buscaremos trazar las líneas generales de la crítica realizada por los biólogos y filósofos Richard Lewontin y Richard Levins a los fundamentos filosóficos de algunas corrientes de la biología actual y sus implicancias ideológicas. En este sentido analizaremos, en primer lugar, el análisis y crítica que ambos autores realizan del reduccionismo cartesiano, en segundo lugar, el análisis y crítica de las implicancias ideológicas de dicho enfoque en el caso de la actual mercantilización de la ciencia y, por último, la propuesta de los autores en pos de una biología dialéctica.

1. El biólogo dialéctico contra el reduccionismo cartesiano.

“Los científicos como otros intelectuales, llegan a su trabajo con una visión del mundo, un conjunto de preconcepciones que proveen el marco de sus análisis del mundo” (Lewontin y Levins, 2009, p. 267).

La visión científica del mundo parte de determinadas preconcepciones con las cuales los científicos, en tanto sujetos históricos, se acercan al mundo circundante. En ese sentido puede hablarse de una producción científica socialmente determinada, por el hecho de que las comunidades científicas no solo presuponen determinados procesos de socialización en los cuales surgen y se forman, sino que, además, es en dichos procesos donde impacta la producción científica de diversas maneras: la ciencia, por su parte, determina el proceso de socialización y hasta posee la capacidad de transformarlo, es decir que no está supeditada fatalmente al mismo sino que además incide en él. Sin embargo, en tanto ciencia “normal” (Kuhn, 1996, p. 10), tiende a reproducir la visión hegemónica que se tiene del mundo en el período histórico en el que se encuentra. La visión científica del mundo actual se encuentra cimentada en lo que se suele denominar “reduccionismo cartesiano”, dicho reduccionismo es la forma actual de análisis del mundo natural y social (Lewontin y Levins, 2009, 269). Los fundamentos del reduccionismo cartesiano se pueden describir de la siguiente forma:

Todo sistema se encuentra compuesto por un conjunto de unidades elementales o partes.

Dichas unidades son homogéneas entre sí.

Las unidades elementales o partes son ontológicamente previas a la totalidad. Las partes tienen entidad aisladamente y por ende poseen propiedades aisladamente del todo. Las partes se reúnen para formar el todo, el todo es el resultado de la suma de las partes.

Las causas se encuentran separadas de los efectos. (Lewontin y Levins, 2009, p. 269).

Para los autores de The dialectical biologist esta Weltanschauung de la ciencia actual es la visión propia de un mundo alienado:

Caracterizamos al mundo descripto por estos principios como un mundo alienado, un mundo en el que las partes se encuentran separadas de la todalidad y se materializan como cosas en sí mismas, causas separadas de los efectos, sujetos separados de los objetos. Es un mundo físico que refleja la estructura de un mundo social alienado en el cual es concebido. (Lewontin y Levins, 2009, p. 269-270)

Si el ser social determina la conciencia (MEW [1], 1961[vol. 13], p. 9), es el ser social de nuestras sociedades capitalistas el que determina la conciencia de las comunidades científicas y, por ende, es dicho ser social el que forma parte de las preconcepciones con las cuales los sujetos se inmiscuyen en la labor científica. De ahí que pueda hablarse, además, de ciencia alienada. No puede hablarse de la revolución científica, que da nacimiento al reduccionismo cartesiano, sin hablar de la aparición del modo de producción en el cual dicha visión surge. El término alienación procede de la filiación marxista de los autores que conscientemente contraponen a la visión dominante, “la ideología mecanicista, reduccionista y positivista que domina nuestra educación académica y que impregna nuestro ambiente intelectual” (Lewontin y Levins, 2009, p. 269). El término alienación forma parte de un movimiento doble: alienación y enajenación, dos caras de una misma moneda. Ambos términos traducen los conceptos Entäusserung (Enajenación) y Entfremdung (Alienación). En las actuales sociedades, regidas por la fractura histórico-ontológica entre capital y trabajo, el trabajo, el proceso económico-productivo, se encuentra fundamentalmente alienado, siendo la alienación la condición antropológica de un ser humano al que el mundo como tal le resulta extraño, un mundo que no solo no le pertenece, sino que además lo domina como si fuera un agente externo, ajeno. Sin embargo, es el obrero el que produce los objetos que se exteriorizan, son su ser fuera de sí. La alienación muestra el hecho de que el ser humano se vuelve extraño para sí mismo en un mundo extraño. Esta es la base de lo que los autores llaman el mundo alienado, y es junto con dicha alienación del mundo donde nace de la pugna entre la visión feudal del mundo en Europa occidental y la nueva visión que del mismo comienza a irrumpir en los siglos XVI-XVII d. C. Como modo de conciencia científica se encuentra en el Traité de la lumiere de Descartes (AT, vol. XI, p. 38 y ss.) donde éste expone, en contraposición con la visión escolástica, el nuevo modo de concebir el universo físico, donde, por ejemplo, desaparece la vieja causa final aristotélica, un universo fruto de causas eficientes sin teleología; en su tratado de la luz Descartes establece, entre otras cosas, que cada parte de la materia permanece siempre en el mismo estado siempre y cuando otro cuerpo no le obligue a cambiar, lo que podríamos llamar la ley de acción recíproca y finalmente que cuando un cuerpo se encuentra en movimiento, tiende a hacerlo en línea recta. Esta visión cartesiana, en lo que respecta a la física, la tenemos también en Hobbes, quien, en De corpore, afirma que todo es cuerpo y que la causa universal de todo lo que existe se reduce a cuerpo, fuerza y movimiento (E.W., I, p. 49 [2]). La visión Hobbesiana tiene su correlato social en sus obras dedicadas a analizar y explicar el fenómeno social. En su obra The elements of law se ocupa de estudiar los cuerpos políticos que no son menos pasibles de ser reducidos a las reglas e infalibilidad de la razón que los cuerpos físicos estudiados por las ciencias naturales. En suma, se reducen los cuerpos políticos a relaciones de fuerza y movimiento, siendo el Estado un hombre artificial, mecánico. Como ha mostrado Macpherson (1968, p. 15 y ss.) las inferencias de Hobbes basadas en las pasiones de individuos aislados se basan en realidad en pasiones e inclinaciones sociales y que presuponen un determinado tipo de sociedad (una sociedad posesiva de mercado donde no solo se venden objetos sino también capacidades y hasta personas) y que, por ende, hay una serie de presupuestos no explicitados en su teoría y que son los que le permiten pasar del estado de naturaleza a la Commonwealth. Son estos presupuestos velados los que se encuentran en teorías propias de la Sociobiología (o Psicología Evolutiva), la neurobiología, la biología en materia de géneros e identidades, o incluso en los abusos que se han hecho de la obra de Darwin, mostrando las injusticias sociales como fruto de la selección natural; es lo que sucede con el individualismo metodológico, etc. Esto da pie al segundo acápite.

2. La mercantilización de la ciencia.

El capital en tanto relación social, en la cual quienes se encuentran desposeídos de medios de producción venden su fuerza de trabajo, su corporalidad viviente, en el mercado, a la clase capitalista, poseedora de los medios de producción, esa es la base del doble movimiento de la alienación-enajenación. Si la forma fundamental de nuestras sociedades es la forma-mercancía, dicha forma hace que los objetos, dentro del mundo alienado, aparezcan como un cúmulo de mercancías. La ciencia como capital, y el proceso de producción científica, por ende, el proceso de producción de conocimiento, se encuentra, también, enajenado. Esto es lo que los autores denominan la mercantilización de la ciencia. Por eso afirman que “los pensamientos individuales solo se transforman en conocimiento por el proceso de ser aceptado en la circulación social. De este modo, la ideología dominante marca el tono de la investigación teórica de los fenómenos que luego se convierte en la práctica que refuerza la propia ideología” (Lewontin y Levins, 2009, p. 268). Dentro del laboratorio el científico se encuentra fuera de él, se realiza en tanto se desrealiza. Su producción se encuentra supeditada a los avatares de la valorización del capital. Aquí aparecen diversos problemas, tales como congresos científicos y hasta papers pagados por los propios monopolios (muchos de ellos, a su vez, subsidian universidades), investigaciones encaminadas a respaldar, por ejemplo, el uso y abuso de agrotóxicos por parte de los grandes laboratorios. Otro caso histórico notorio es el darwinismo social, que, dicho sea de paso, no hace falta remontarse a Spencer para recordarlo. Basta con echar un vistazo a algunos de los presupuestos de la economía política actual, llamada “ortodoxa”: Se concibe al ser humano, en una especie de iusnaturalismo renovado, como un homo oeconomicus, una especie de animal económico que en función de la supervivencia toma decisiones basadas en la relación de costo-beneficio, con lo cual las relaciones de producción del sistema capitalista (y su base social) resultan naturalizadas: las leyes del capitalismo serían leyes propias de la naturaleza humana, por ejemplo, la competencia. El ser humano sería un animal que toma decisiones racionales en función de sus necesidades, lo que determinaría la función de utilidad en relación con el beneficio. Es decir que la política sería un ente artificial, la economía sería parte natural primordial del ser humano, entendiendo la “economía” en su sentido neoclásico como la “ciencia de la elección”, no se tiene en cuenta el aspecto irracional del ser humano y cómo su conducta es modelada por la propaganda, el neuromarketing, etc., para que elija lo que las empresas consideran que deben elegir por ejemplo. De éste modo el mercado se constituye como una entidad natural, como la extensión propia de la naturaleza humana, su órgano extra-corporal. Lo mismo puede decirse del neurosexismo o del actual auge de las neurociencias. Como han apuntado Hilary Rose y Steven Rose, en la obra Sociobiología, publicada en 1975 por el biólogo E. O. Wilson, el mismo presenta

una naturaleza humana universal dirigida genéticamente [que] resulta ser jerárquica, individualista, competitiva y patriarcal. En un mundo concebido por la psicología evolutiva, la colectividad del grupo —ya sea país o estado— es posible solamente en la medida en que es genéticamente más ventajosa para el individuo. Por este motivo, la psicología evolutiva se posiciona a sí misma en contra del estado de bienestar, con su ideología de cooperación y de asistencia social. Como apuntó Wilson, los seres humanos pueden crear probablemente un mundo más justo, una sociedad más igualitaria, pero solamente a costa de una pérdida de eficiencia. La sintonía entre la psicología evolutiva y la ideología neoliberalista es demasiado evidente.

La ideología dominante se encuentra presente en estos autores en su forma científica: las relaciones sociales serían el reflejo de relaciones naturales encarnadas en el sistema nervioso central y, yendo más lejos, en sus unidades últimas de “procesamiento”: las neuronas. Y, yendo aún más lejos: los genes. El comportamiento de los genes reproduciría lo que encontramos en la sociedad capitalista: egoísmo, individualismo, competencia (es el caso de la famosa obra El gen egoísta del biólogo Richard Dawkins). Lewontin y Levins describen el proceso de mercantilización de la ciencia presentando las siguientes características (2009, p. 200 y ss.): la investigación se ha convertido en una inversión empresarial, los descubrimientos científicos se han vuelto cuantificables, los científicos han devenido mano de obra científica, sometidos a los costos de producción y supervisión gerencial, la división del trabajo y la racionalización del mismo, la severa limitación en cuanto creatividad, la especialización reduccionista de su labor, el vocabulario impersonal en las publicaciones, etc. Asistimos a la proletarización de la ciencia, junto con la enajenación ya mencionada más arriba y sus efectos ideológicos.

3. El biólogo dialéctico: ciencia y liberación.

A la visión reduccionista propia de la ciencia alienada y a sus correlatos ideológicos, los autores contraponen la visión dialéctica. Siendo el mundo alienado tanto ideológico como real (Lewontin y Levins, 2009, p. 170), el mundo físico alienado no es solamente una estructura de conocimiento sino además una estructura física impuesta sobre el mundo. En el enfoque dialéctico se asume que las partes son heterogéneas internamente en cada nivel y que no existen aisladas del todo, sino que, recíprocamente el todo hace a las partes y las partes al todo. Los principios del enfoque dialéctico pueden resumirse en los siguientes (Lewontin y Levins, 2009, 273) y ss.:

La totalidad es una relación de partes heterogéneas que no poseen existencia previa aisladamente en tanto que partes. Esto implica, de una parte, que no hay sustancia final, esto dicho no como un principio a priori impuesto a la experiencia sino como una generalización a partir de la experiencia. Por otra parte, la heterogeneidad implica que el cambio sucede a partir de relaciones de oposición, la contradicción como motor del cambio.

Las propiedades de las partes son propiedades adquiridas por ser parte de un todo particular. El todo puede ser más que la suma de las partes. El todo es el sujeto de acción sobre las partes.

La compenetración de las partes y el todo, la misma es una consecuencia de la intercambiabilidad de sujeto y objeto, siendo que en el enfoque reduccionista, alienado, las causas se encuentran separadas de los efectos, los sujetos de los objetos, los objetos son pasivos, los sujetos activos.

En el enfoque dialéctico todo se encuentra en movimiento. “Lo constante se vuelve variable, las causas se vuelven efectos y el sistema se desarrolla destruyendo las condiciones que le dieron inicio. Esto choca de frente con una visión que ensalza el equilibrio y la conservación; desde el enfoque dialéctico, todo equilibrio es dinámico. En este sentido todos los sistemas tienden hacia su autonegación.

Este enfoque choca de frente con el actual paradigma, sus principios no solo constituyen (o pueden constituir) un programa de investigación científica sino que además va de la mano con una política educacional que rompe con el enfoque ideológico criticado. La emancipación científica no puede estar separada de la emancipación social: una implica a la otra.

No sabemos si estos elementos del programa de investigación y educación van a resultar en la solución de los problemas de larga data de la biología. Hasta el momento, los filósofos dialécticos se han limitado a explicar la ciencia. El problema, sin embargo, es transformarla(Lewontin y Levins, 2009, p. 288).

Bibliografía

Adam C. et Tannery P., (1897-1910) Oeuvres de René Descartes, Paris. Francia: Léopold Cerf.

Lewontin, R. y Levins, R., (2009) The dialectical biologist, Dehli. India: Aakar Books for South Asia.

Macpherson, C. B. (1962), The political theory of possessive individualism. London. Great Britain: Oxford university press.

Marx, K. und Engels, F. (1961) Marx-Engels Werke. Berlin. Deutschland: Dietz Verlag.

Molesworth, Sir W. (ed.). (1839-1845). The english Works of Thomas Hobbes of Malmesbury. Londres, Inglaterra:J. Bohn.

Rose, H., y Rose S. (2017) ¿Puede la neurociencia cambiar nuestras mentes?, Madrid. España: Morata.

*Este artículo fue publicado originalmente en https://filocritica.wordpress.com

 
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