El sismo del 2017 dejó daños en la infraestructura urbana de la Ciudad de México y puso en evidencia la desigualdad que domina la realidad mexicana. Si bien, en aquel momento, existieron derrumbes en diversas zonas de la capital, fueron las zonas más pobres y marginadas en donde el deterioro fue más marcado, pues no sólo los inmuebles tuvieron problemas en sus estructuras, sino las calles mismas tuvieron fisuras, emblemáticos fueron los casos de Xochimilco, Iztapalapa y Tláhuac.
Asimismo, la educación universitaria no fue ajena a esta problemática, pues el desgaste en las instalaciones universitarias fue evidente. Al mismo tiempo, develó la falta de presupuesto y, por ende, de mantenimiento que sufre la educación pública en todos los niveles (básica, media y superior), política de abandono iniciada por parte de los gobiernos del PAN y PRI y continuada por el Morena.
En este sentido, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) se colocó como un ejemplo dramático, ya que los constantes problemas –falta de mantenimiento, abandono y daños estructurales— están presentes en todos sus planteles. Lo que significa, de facto, una violación al derecho a la educación pública, pues los que estudian ahí no tiene espacios dignos para desarrollar sus actividades, a lo que se suma las problemáticas que se arrastraban anteriormente a la pandemia, como es el caso del plantel Cuautepec, en el que había falta de agua o fugas de la misma. Como el hacinamiento en las aulas y la necesidad de espacios para realizar los simulacros y evacuar en caso de las alertas, porque en el caso de Centro Histórico, no existe un área específica para resguardarse, por lo que la comunidad debe salir a la calle.
En relación con lo anterior, el reciente sismo del 19 de septiembre de 2022 lo demostró, ya que según denunció el Sindicato Único de la UACM, la rectora Tania Rodríguez Mora mandó a reanudar las actividades en la escuela sin una revisión concienzuda de las instalaciones, lo que pone en peligro a toda la comunidad, tanto estudiantil como a las y los trabajadores.
Ante estos hechos, los docentes que conformamos la Agrupación Magisterial Nuestra Clase, manifestamos nuestra oposición al reinicio de cualquier actividad académica o administrativa hasta que expertos en la materia avalen la seguridad estructural. No es posible querer imponer una sensación de normalidad cuando la existencia de un riesgo es latente y real. Ésta es una práctica común de este gobierno, la que vimos también en el sector educativo ante el regreso a clases inseguro, forzado desde la SEP, cuando aún la pandemia seguía cobrándose vidas humanas.
Finalmente, invitamos a la comunidad docente, trabajadora y estudiantil de la UACM, así como de otras universidades, a contarnos cómo ha sido el regreso a las clases, en qué condiciones debieron volver en pandemia, así como luego del sismo, y cuáles son las problemáticas que han detectado.
Puedes escribirnos a [email protected] y Agrupación Nuestra Clase
|