Hace 12 años el “Día de la raza” pasó a ser el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. La represión al pueblo mapuche en Mascardi muestra que el Estado argentino no respeta a los Pueblos Originarios.
Hace ya 12 años que el “Día de la raza” de nuestra infancia se convirtió en el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, en nuestro país, a instancias del INADI.
En muchos países de América, la llegada de Colón al continente se recuerda de diversas formas, desde “Día de la descolonización” o “Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural”. En otros “Día para repudiar el Colonialismo”, pasando por el “Día de la Resistencia Indígena”, hasta llegar a otros donde se conoce como “Día del Encuentro de Dos Mundos” o “Día del Descubrimiento de América”, e incluso “Día de Colón” o “Día de la Hispanidad”. También, en algunos lugares se conmemora el 11 de octubre como el "Último día de libertad y soberanía de los pueblos originarios de América".
Sin embargo, pese a que los derechos de los pueblos originarios son reconocidos en la Constitución Nacional y en múltiples tratados internacionales, el trato recibido por parte del Estado no se distingue demasiado del dado por los colonizadores europeos hace más de cinco siglos.
Para explorar estos hechos en más profundidad, tres razones por las que el reclamo de los pueblos originarios continúa vigente.
El Estado Nación Argentino, se consolidó gracias al genocidio Indígena
Mediante la apropiación de la Patagonia, el Estado Argentino aumentó enormemente su territorio. Hasta 1871, en los manuales escolares donde se representaban a los países de América, se veía claramente que la Patagonia era considerada un país diferente, limítrofe con la Argentina. Sin embargo, “campaña del desierto” mediante, Julio Argentino Roca anexionó con el uso del Ejército este territorio, para lo cual cometió un auténtico genocidio de los pueblos que vivían allí. Durante el siglo XIX la “la lucha contra el indio” fue la base para la conformación de la gran propiedad terrateniente, clave del modelo primario-exportador.
Como se argumenta concisamente en “Historia de la crueldad argentina”, libro coordinado por Osvaldo Bayer, las acciones del Estado buscaron eliminar físicamente a grupos enteros de población originaria, se controló la natalidad de la población al separar a las mujeres de los hombres, se los utilizó como siervos o como esclavos, en la producción de la zafra azucarera en Tucumán y se los dio a diferentes familias para que trabajaran en el servicio doméstico.
Con discursos que hablaban de llevar la “civilización” a estos pueblos, se despejó la Patagonia, dejando las tierras libres para el acaparamiento en pocas manos, conformando monopolios terratenientes que siguen vigentes hasta nuestros días, como veremos más abajo.
Los extranjeros se apropian de las tierras patagónicas
Desde hace algunos meses existe una campaña mediática impulsada desde diversos medios, y en forma extremadamente cuantiosa, con centenares de notas, que registran la “ocupación” de territorios en Villa Mascardi (a 30 km de Bariloche) por la comunidad mapuche. De ambos lados de la grieta, estuvieron unidos en propósito Patricia Bullrich, presidenta del PRO, y el gobierno "nacional y popular", quien puso cuatro fuerzas federales en un operativo conjunto la última semana.
Cientos de efectivos ingresaron al territorio y con gases lacrimógenos y balazos, reprimieron a la comunidad, sin importarles que hubieran niños, niñas y mujeres embarazadas. Siete mujeres mapuche fueron detenidas.
En las mencionadas “noticias” se habla de los mapuches como “extranjeros”, como “chilenos” y mayoritariamente, como usurpadores de propiedad privada. Sin embargo, los verdaderos usurpadores son los empresarios imperialistas que cuentan en su haber con millones y millones de hectáreas. Cuatro de estas grandes familias de terratenientes, Benetton, Cresud, Bunge y Born y Fortabat, cuentan con 2 millones de hectáreas, una extensión similar a la superficie de Bélgica.
Además de los 1843 terratenientes que se vieron beneficiados con 41.787.023 hectáreas en la "conquista del desierto", el gobierno neoliberal de Menem también se lució al regalar una extensa cantidad de territorio a módico precio. El grupo Benetton se hizo con 900.000 hectáreas, subyugando los derechos del Estado, ya que además de lana se encuentran en estas tierras los yacimientos petrolíferos de Vaca Muerta. Pero también los de cualquier ciudadano que quiera conocer el territorio, al punto de que lugares como el Lago Escondido quedan inaccesibles para cualquier persona residente o turista, porque la firma de Joe Lewis cerró el acceso, convirtiéndolo en un lago privado.
Al reprimir a la comunidad mapuche, el Estado protege el derecho a la propiedad de estos inversores extranjeros, mientras vulnera una vez más los derechos de los pueblos originarios.
El estado argentino se apropia del discurso de los derechos humanos pero en los hechos sigue reprimiendo
La Constitución Nacional reconoce en su artículo 75, inciso 17, la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, garantizar el respeto a su identidad, y entre otros, “la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano”.
Además, en la escuela cada estudiante aprende sobre el exterminio a los pueblos originarios por parte de la conquista europea, se estudia cómo se los trataba como animales, cómo se los exhibía en “zoológicos humanos”. Sin embargo, pocas veces se habla de las políticas estatales de exterminio y marginalización más recientes.
Incluso, en una mirada desatenta, podría parecer que el Estado argentino acepta y respeta a los pobladores originarios de estas tierras. En diferentes municipios e instituciones públicas la “bandera” Wiphala flamea junto a la argentina.
Pero las políticas públicas para hacer cumplir el mencionado artículo de la Constitución, no sólo dejan mucho que desear, sino que parecen ignorarlo por completo. Desde la Plaza de Mayo ocupada durante meses por el acampe qom, pilagá, wichí y nivaclé durante el gobierno de Cristina, pasando por las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel durante el gobierno macrista, para llegar a una actualidad donde no sólo se quedó en los medios la persecución contra los grupos mapuches, sino que llegó al extremo nefasto de la represión y el desalojo, contando con la aberración de obligar a una mujer mapuche a parir en cautiverio.
En estos temas, el Estado no tiene grietas, siempre ha defendido a los sojeros, los dueños de las tierras - los ladrones de las tierras-, defendiendo su ganancia privada y dejando pasar la destrucción del ambiente y la contaminación de la tierra, los ríos y el aire.
Está clara la incapacidad pero también la nula predisposición del Estado capitalista para dar una respuesta favorable a los reclamos de las 1653 Comunidades Indígenas que existen en el país, por lo que estas demandas solo pueden resolverse en conjunto con el pueblo trabajador, atacando las bases del capitalismo que se sostiene sobre la opresión, la discrimacion y el racismo.