Han pasado seis años desde que un presidente de Colombia se reuniera por última vez con Maduro. Se trata del primer encuentro tras el triunfo de Petro en las presidenciales celebradas en junio y la primera visita desde que Juan Manuel Santos estuviera en Venezuela en 2016. Por fuera de las declaraciones y acuerdos públicos, otros movimientos ocurren en los entretelones, así como también se trata de una bocanada de aire fresco para Maduro, pero al mismo tiempo muy funcional a la política de Petro tanto en el plano interno como en el regional. Pero no es de dudar que en esta reunión estaría presente la sombra política de Biden.
En la conferencia de prensa, Maduro comentó que conversaron sobre las relaciones comerciales, económicas, y los "nuevos pasos" que darán "hacia una apertura total y asegurada de las fronteras", así como también de "la seguridad y funcionamiento debido y correspondiente" de la zona fronteriza. También confirmó la voluntad de que Venezuela reingrese al bloque económico de la Comunidad Andina (CAN). "Sobre los pasos en función de una reconsideración del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, he sido muy receptivo, y así será en el transcurso de las próximas semanas", declaró Maduro. Petro, al referirse al ingreso de Venezuela al Sistema Interamericano, señaló que adherirse supone en la práctica “adherirse a la democracia liberal”.
Si Venezuela participará como garante en las conversaciones del ELN y las disidencias de las FARC con el gobierno colombiano en su política de “paz total”, Gustavo Petro se ha ofrecido durante el encuentro a mediar en los diálogos del gobierno venezolano con la oposición derechista que venían realizándose en México bajo los oficios de Noruega. En esto último Petro trata de jugar el papel de negociador en estos diálogos, tomando en cuenta las elecciones presidenciales en Venezuela en el 2024.
Para analistas colombianos la reunión entre Gustavo Petro y Maduro, marca un nuevo capítulo en el enfoque global hacia Venezuela del país neogranadino, aunque los intereses de Petro en lo inmediato estarían más cerca de casa. Para avanzar en lo que él llama la "paz total", que implica terminar con los numerosos grupos armados del país, desde guerrillas irregulares, paramilitares, grupos de narcotraficantes, sea mediante acuerdos de paz y otros medios, Venezuela juega un papel importante. Por lo que se ha insistido mucho en la reunión en Caracas sobre los problemas fronterizos que no solo atañen a la apertura, sino a lo que llaman cuestiones de “seguridad”.
Para muchos se trata apenas de una primera ronda de contactos y discusiones, donde Washington juega a que Petro pueda acelerar los entendimientos con Venezuela. Es que la posición de Colombia, compartiendo una frontera con Venezuela de más de 2 mil kilómetros, el histórico comercio fronterizo, pero sobre todo por su estrecha e histórica relación con Estados Unidos, la coloca en una mejor ubicación para forjar compromisos de Maduro.
El propio portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, afirmó este miércoles que la situación de Venezuela fue un tema prioritario en la reunión del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, con Petro a principios de octubre en Bogotá. De allí que hay aval de Biden en los recientes movimientos de Gustavo Petro hacia Venezuela. El propio embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, lo ha dicho directamente "todo lo que se ha hecho en Venezuela ha sido comentado, consultado, hablado, informado, con los Estados Unidos porque este proceso, si no es de la mano de Estados Unidos, no lleva a ningún lado."
Por ello es que este encuentro entre Petro y Maduro también se produce cuando la administración de la Casa Blanca ha empezado a tratar directamente con Maduro, y cuando el autodenominado “gobierno interino” respaldado por Estados Unidos y dirigido por Juan Guaidó, parece estar llegando a su fin. La formalidad del reconocimiento está más en el papel, y como él mismo lo reconoce, de todos los pactos y negociaciones se entera por los medios.
De allí que, en medio de un fuerte aislamiento, sectores claves de la oposición derechista están discutiendo alejarse de Guaidó, en momentos en que éste es cada vez más irrelevante, de allí que estos partidos han decidido no participar en la “renovación del mandato parlamentario (en el imaginario de la derecha)” de Guaidó cuando expire en enero. Washington solo espera este movimiento ipso facto, seguramente inspirado por la propia administración gringa, para dar el martillazo.
Por tal motivo es que la oposición más extrema de derecha criticó la visita de Petro a Venezuela, tal como lo hiciera Juan Guaidó e incluso el propio Leopoldo López, fuertes aliados de Colombia en la época de Iván Duque, en el período del frontal apoyo de Colombia a toda la ofensiva golpista interna y bajo la batuta de Donald Trump y apoyada por todo el derechismo continental y el europeo. Todo diferente a lo que hicieron otros factores políticos de la oposición de la derecha que hasta hablaron bien del papel de Petro hacia Venezuela.
Recordemos que, entre marzo y junio pasado, delegaciones estadounidenses de alto nivel visitaron Venezuela para reunirse directamente con Maduro, bajo una nueva política de Biden. Desde entonces los funcionarios de la administración estadounidense han discutido el levantamiento de algunas sanciones petroleras a Venezuela, dándose incluso liberación unilateral de detenidos estadounidenses hasta el acuerdo de canje de presos entre Venezuela y Estados Unidos.
En todo este marco, no ha sido casualidad, de acuerdo una noticia difundida por la agencia Reuters, el gobierno de Venezuela y la oposición planean reanudar los diálogos en México tan pronto como este mes después de un largo retraso. “Estamos trabajando para reanudar el proceso de diálogo en noviembre", habrían declarado funcionarios de acuerdo al cable de Reuters que fue difundido este 2 de noviembre y en la que y “se espera que se centren en la negociación de las condiciones para una elección presidencial”.
En todo esto entra a jugar también el papel de Lula hacia Venezuela tras ganar las presidenciales y forzar también compromisos. Es lo que comenta le revista The Economist, cuando afirma que “Todos miran a Lula como su estadista mayor, para revivir los moribundos debates regionales y tratar de negociar un acuerdo entre el gobierno de Venezuela y su oposición antes de las elecciones presidenciales previstas para 2024. Lo que Nicolás Maduro, el autócrata de Venezuela, quiere es alivio de las sanciones. Así que Brasil tendría que trabajar estrechamente con la gente de Biden.” Las conversaciones inmediatas telefónicas entre Maduro y el nuevo presidente brasileño, no fueron casualidad. Hasta el gobierno mexicano de Manuel López Obrador, celebró el encuentro entre Petro y Maduro como "un gran paso", aludiendo incluso a Joe Biden en este proceso señalando que "está habiendo poco a poco" un cambio en su política hacia Venezuela.
Atrás quedaron los tiempos de las relaciones existentes con Trump y con Duque y Bolsonaro, además de todo el derechismo continental y de Europa. Del “Grupo de Lima”, cartel de gobiernos de derecha creado a instancias de EE.UU. para apuntalar el aislamiento y eventual caída de Maduro, no queda presidente en pie. Pero no nos llamemos a engaños que ahora con intermediaciones y acuerdos con Petro o de Lula vendrán nuevos vientos para los trabajadores y el pueblo pobre. En su propio país Petro ha establecido toda una alianza política con fuertes sectores del establishment político y Lula tiene como vicepresidente a Alckmin, considerado el Macri brasileño, y ninguno se dispone derogarar las leyes antiobreras de sus gobiernos predecesores.
Maduro se sentirá con aires de bocanada fresca, y en el marco de toda su orientación política y económica, aperturista y privatizadora, con su neoliberalismo extremo, ataques duros a la clase trabajadora y los sectores populares, habrá que detenerse en qué procesos de entreguismo pueda estar avanzando, en el marco de todos estos entendimientos. Como hemos visto, de todos estos acuerdos y entendimientos regionales, en nada benefician al pueblo trabajador, solo marcan los pactos para arriba de las élites locales, intereses regionales, donde el imperialismo estadounidense no deja de estar presente. |