Luego de la jornada por la Memoria, Verdad y Justicia para Gabriel, asesinado en 2013 en La Lonja, Pilar, tras haber denunciado “los negocios de la mafia policial, del Municipio de Pilar y privados de la zona”, familiares denuncian que la baldosa que instalaron en la Plaza 12 de Octubre al día siguiente ya no estaba.
“A mi hermano Gabriel lo mataron en La Lonja, Pilar, el 8 de octubre de 2013, después de haber sido amenazado por denunciar, nosotros decimos, los negociados de la mafia policial, del municipio de Pilar y de privados de la zona”. Gisel Eiriz, hermana de Gabriel, a pesar del dolor y del tiempo transcurrido habla tranquila y pausada. Comienza a explicar la situación de lucha contra la impunidad por la que atraviesa ella y su familia desde hace nueve años.
“El sábado 8 de octubre se cumplieron nueve años de impunidad y decidimos hacer la movilización el sábado 15, a pesar de que llovió un montón, hicimos la mitad de las cosas que íbamos a hacer, pero pudimos hacer el recorrido que le llamamos de la impunidad, donde pasamos por la Fiscalía, la afichamos, poniendo ahí alguna pistas para los fiscales distraídos que no saben por dónde investigar, así que pusimos en esos afiches la cara y la información de Rodolfo Javier Sastre, subcomisario de La Lonja de aquel entonces, la cara y la información de Amelie Alicia Storani Domínguez, lo mismo con Ezequiel Salsamendi, y lo mismo con Mariela Fernanda Pérez Argüello que por más que estuviera sentenciada a dos años de prisión en suspenso, sigue siendo sospechosa y debiera estar imputada en la causa por homicidio.
Justicia x Gabriel Eiriz! Los hechos
Gisel profundizó acerca de las personas que están involucradas y que su familia denuncia como los principales responsables. En larga conversación con ella relató al detalle todas las circunstancias del asesinato de Gabriel, un fuerte testimonio en primera persona.
¿Quiénes son Amelie Domínguez, Ezequiel Salsamendi, Mariela Fernanda Pérez Argüello y Rodolfo Javier Sastre?
Ezequiel Salsamendi venía haciendo fiestas electrónicas, que duraban más de un día, imagínate que mi hermano vivía en un lugar de casas quintas, en una casa quinta que había comprado para tener una vida tranquila con sus hijes. Y Ezequiel Salsamendi empieza a hacer estas fiestas, todos los vecinos empiezan a molestarse. Esta casa estaba en la esquina de la casa de mi hermano, en Carlos Calvo al 1700 y después Salsamendi le empieza a alquilar la quinta a Amelie Alicia Storani Domínguez, que hasta ese momento los vecinos la llamaban Patsy Domínguez, no sabían su verdadero nombre, Patricia pensaban que era. Mi hermano le empezó a hablar a Patsy y le dijo que justamente está haciendo estas fiestas y que todo el barrio quiere que dejen de hacerse. Gabriel y los vecinos la conocían a Patsy, aunque era una vecina, nueva porque Gabriel estaba reuniéndose con los vecinos y las vecinas en ese entonces por cómo estaba el barrio, las calles estaban intransitables, con los pastos largos, era evidente que la calle Carlos Calvo salía a Panamericana, pero había sido tomada y ocupada por algún emprendimiento inmobiliario, alguna cuestión ilegal con el municipio. Y él había ido al municipio varias veces, se había abierto un expediente y se lo cerraban y él lo abría y nuevamente se lo cerraban. Había varias cosas que los vecinos querían, como luces, había una ola de robos, era una zona liberada y querían exigir al municipio estas cuestiones.
Gabriel se pone más intensamente a mensajerarse con esta señora y a decirle que termine de alquilarle la casa, le insiste que deje de alquilarle a Salsamendi, que los vecinos no quieren. En el ida y vuelta por WhatsApp, Patsy se cansa y le dice ’mirá yo me voy de viaje dejo a cargo a mi prima de esto, te arreglas con ella’. Al instante de recibir ese mensaje, mi hermano empieza a recibir mensajes de texto en el celular de un número desconocido con amenazas que le decían que dejara a los inquilinos tranquilos, que dejara a Patsy tranquila, que la dejara de joder que quien se creía que era, que ella trabajaba con gente. En ese momento no sabíamos quién era, pero le decía que trabajaba con gente, que sabía dónde vivía, dónde trabajaba, que le iban a caer al trabajo a la casa, que iba a terminar muy mal. A todo esto mi hermano le decía ’yo a vos no te conozco, desde ya te digo que voy a asentar las denuncias’ y le respondía ’hacé lo que quieras, quien avisa no traiciona, vas a terminar mal’. Mi hermano ante estas amenazas se siente con miedo, entonces va a la fiscalía y hace las denuncias y dice que si le llega a pasar algo hace responsables a Ezequiel Salsamendi, a Patsy y a este número desconocido desde donde recibió las amenazas.
Después él sigue investigando sobre este número desconocido, mi hermano trabajaba en telecomunicaciones mucho tiempo entonces tenía contactos que le ayudaron a saber quién era la titular y resultó ser Mariela Fernanda Pérez Argüello y averiguó que era policía de la Federal. Entonces mi hermano amplió las denuncias en la fiscalía, y que seguía haciendo responsable a estas personas si le pasaba algo a él. Después se quedó bastante quieto, no siguió porque realmente tenía miedo que estas amenazas se cumplieran.
El 2 de octubre él va al municipio a ver a Humberto Zúccaro, que lo recibía a las cuatro de la mañana a él y a otres vecines por estos reclamos del barrio. Le dan una hoja con todos los reclamos y todas las firmas de los vecinos al intendente, y cuando se están yendo un vecino dice ’¿no le decís nada de las amenazas?’ ’¿Qué amenazas?, escucha un funcionario, Parra de apellido, y él dice ’no, no, nada, estoy siendo amenazado’, ’dejanos a nosotros que lo vemos’, y le explicó de las fiestas, de las casas quintas, ’bueno, bueno déjamelo a mí que yo me ocupo’.
Al otro día, una camioneta de la municipalidad pasó por la casa quinta de Salsamendi haciendo unas averiguaciones y el 8 de octubre le caen a mi hermano a la casa y le dan un disparo en la cabeza cumpliendo las amenazas de que si seguía molestando le iban a caer en la casa y la iba a pasar mal.
Nosotros, su familia, no sabíamos nada de las amenazas, nosotros nos enteramos después de que lo mataron. Gabriel todos los días llamaba a mi mamá y esa noche estuvo hablando desde antes de las 12 de la noche hasta las 12 y 20 por ahí, él venía en su auto con unos caños arriba del auto porque estaba arreglando la pileta para inaugurar la temporada de pileta y hacer una juntada con la familia. Era muy familiero, le gustaba mucho recibir amigos, en su casa familia, y cuando dobló en Carlos Calvo en su cuadra, pasó por la casa de un vecino con los que se reunía, saludó, el vecino estaba sentado ahí adelante, en el jardín, entró el auto, este vecino sabia de las amenazas, todos los vecinos sabían, porque mi hermano los reunió y les dijo ’miren, estoy recibiendo amenazas. Hice las denuncias en la fiscalía si me pasa algo y me encuentran tirado en una zanja quiero que investiguen por acá’. Así con esas palabras se los digo.
Mi hermano llevaba las denuncias en la mochila siempre. Y no nos dijo nada a nosotros para que no nos preocupáramos, solamente por teléfono a mi hermano Gustavo le dijo el fin de semana anterior y mi hermano le preguntaba como seguían las amenazas y le dijo que estaba todo más tranquilo.
Era martes, mi hermano entra a la casa, tenía la costumbre de entrar con el auto hasta el final, el fondo, donde tenía la casa, después bajarse y cerrar el portón. Y este vecino que esperó a escuchar que el portón se cerrara, entra y cuando entra escucha el disparo, sale y ve dos tipos caminando rápido, y como guardando algo en la mochila les grita y salen corriendo. Sabemos que fueron dos personas que fueron a matarlo, decimos que son dos sicarios, no sabemos si son la misma policía. Al instante, llega la policía del Destacamento de La Lonja, ni bien se escucha el tiro, ya entra la policía.
El accionar de la policía
En su momento estaba el sub comisario Rodolfo Javier Sastre, además nosotros tenemos los ojos sobre él, la fiscalía no quiere investigarlo, porque este subcomisario estuvo en las reuniones de las y los vecinos cuando se reunían por las mejoras en el barrio y él estuvo ahí en varias de esas reuniones. En un momento esta vecina Patsy tenía unos inquilinos en su casa que tenían un criadero de perros, traían problemas y una vecina escuchó a este subcomisario decir ’mira sácalos que yo te consigo otros inquilinos’ o sea que la policía estaba en el negociado de las fiestas ilegales de Salsamendi, que era parte del negocio que le hizo el contacto para que sean sede de las fiestas.
Este subcomisario con su gente llegó al instante del homicidio a la casa de mi hermano, levantaron el cuerpo, hicieron lo que quisieron sin que nadie estuviera mirando, la fiscal nunca se presentó. Esto sucedió a las 12 y media de la noche del 8 de octubre y se llevaron el cuerpo y cerraron así nomas. Se llevaron la mochila de mi hermano, su celular, la computadora. Hasta el día de hoy no tenemos ninguna novedad sobre estas cosas. Cerraron la puerta con las llaves, se las dieron al vecino, se retiraron y en ningún momento preservaron la escena del crimen. Absolutamente nada, a la familia no nos avisó nadie lo que había sucedido, nos enteramos a la madrugada tipo cuatro de la mañana, cuando los vecinos pudieron encontrar en la guía telefónica el número de mi hermano. Estábamos shockeados y fuimos a Pilar le pedimos la llave al vecino que sabíamos que la tenía, entramos y al instante llegaron tres o cuatro patrulleros, con la fiscal a hacer que hacían cosas. Estábamos tan shockeados que no podíamos entender que estaba pasando. Esa gente ahí de pronto, por qué no nos avisaron nada y de repente aparecen cuando llegamos nosotres.
¡Basta de impunidad!
“Desde ese momento fueron años de una pesadilla que nunca se acaba, que en la fiscalía nos digan siempre las mismas cosas, de que no tienen suficientes pruebas, pidieron escuchas telefónicas, pidieron muchas cosas pero ninguna cuestión relevante o no quisieron investigar más bien a estas personas, indagar, interrogarlas nada.. y están como sospechosos, pero no hay ningún imputado en la causa.
Lo que si sucedió es que se desdobló la causa e imputaron solamente a Pérez Argüello, la policía que lo amenazaba y esa causa se elevó a juicio en febrero de 2020, causa por amenazas, no por el homicidio. Hicimos movilización al mes del homicidio, al año y después siempre pusimos expectativas en la justicia, pero íbamos a la fiscalía y no había avances, nos golpeó de esa manera lo que la injusticia hace: cansar a la familia, no dar respuestas, frustrarnos y que abandonemos la lucha. Pero ante este nuevo evento, que se elevaba a juicio a esta policía que lo amenazaba le pusimos toda la fuerza. Empezamos a armar comunicados, convocamos a movilizar el día del juicio, así que empezó a reinstalarse de nuevo el caso, y mucha gente nos acompañó. A la primera audiencia no se presentó ni la policía ni su defensor, supuestamente porque su defensor estaba enfermo. Ahí mi mamá entra en crisis de nervios tremenda y dijo ’yo no me voy de acá hasta que no me den una fecha de juicio nueva’ porque nos querían mandar a casa sin ningún tipo de fecha y encima esa causa estaba a punto de prescribir por el tiempo transcurrido. Ahí hicimos una permanencia en el juzgado correccional N° 5, la jueza se llama Andrea Pagliani y estuvimos ahí hasta que nos tuvieron que dar una respuesta, nos dieron una fecha de juicio para el siguiente miércoles. Se tardó en realizar porque la jueza primero estuvo ocupada en mandar a la policía a vallar la calle del juzgado, pero como fuimos más rápido nosotres no pudo hacerlo, estuvimos toda la jornada del juicio ahí, cantando, estando, cosas que sabemos que hay que hacer, pero cero expectativa en la justicia. La única justicia que podemos arrancarles es con la movilización y la lucha colectiva, y la denuncia y estar en las calles.
Ese día no dio la sentencia, y nos invitó la jueza cuando terminó el debate, al siguiente miércoles a la lectura de la sentencia. Movilizamos nuevamente al siguiente miércoles con mucha gente, mucho acompañamiento. Nos concentramos a la vuelta del juzgado, y cuando llegamos estaban las esquinas valladas con un montón de policía, una provocación enorme cuando sentamos a una policía que amenazó a mi hermano de muerte y esa amenaza se cumplió. Y mandó vallar las calles a una sentencia que teníamos derecho a escuchar, y no pudimos ingresar porque cuando quisimos correr las vallas la policía se nos vino encima, empezaron a los golpes estaba mi mamá, ahí un policía la cacheteó, un desastre. Nos gasearon con gas pimienta. Hasta que se replegó la policía, porque todos avanzamos sobre ellos, e intentamos entrar al juzgado y no nos dejaron, porque dijeron que ya habían leído la sentencia, así que nos perdimos la lectura de la sentencia, nos enteramos porque un fiscal tras las rejas nos dijo que le dieron dos años de prisión en suspenso.
Este equipo de fiscales que tomaron esto nos dijo que ahora se iban a poner a trabajar en el homicidio. Ya pasaron dos años de ese juicio en febrero serán tres años el año que viene, y nada se ha avanzado en la investigación del homicidio. Absolutamente nada. Por eso nosotres decimos que fue la policía, que fue la (in)justicia, que fue el Estado, que fue el municipio, pero seguimos exigiendo justicia. Seguimos denunciando y moviéndonos por conseguir justicia Y entendemos que la justicia la vamos a conseguir si seguimos denunciando si seguimos movilizades, en las calles, además de intentar por supuesto dar la lucha en la fiscalía.”
Reciben adhesiones y videos por mensaje directo en sus redes: