Guardia Roja formada por trabajadores finlandeses | Edición: Simon Zinnstein
En 1917, la Socialdemocracia finlandesa ganó la mayoría en el congreso, pero los capitalistas se niegan a aceptar los resultados electorales. El país se encuentra al borde de la guerra civil. Presentamos la segunda parte de Cuando la Estrella Polar fue roja.
Parte II - Insurrección y comienzo de la guerra civil
La huelga general de noviembre
Mientras Finlandia ingresaba al otoño, las temperaturas descendieron, el hambre se extendió y la lucha de clases se agudizó. Los comités directivos de las organizaciones obreras eligieron un Consejo Central Revolucionario de los Trabajadores. En la tarde del 13 de noviembre de 1917, este consejo convocó una huelga general. A pesar de la casi total falta de preparación, más de 80.000 de los 110.000 trabajadores del país se unieron a la huelga, una señal inequívoca de su determinación de luchar hasta el final. El poder en todo el país pasó a manos de los comités revolucionarios. Sin embargo, el problema de las armas seguía existiendo. La Guardia Roja de Helsinki, por ejemplo, pudo pedir prestados 3.000 rifles a los soldados rusos, pero muchas unidades de la Guardia Roja casi no tenían armas ni municiones.
La burguesía no tenía nada que oponer a las patrullas callejeras de la Guardia Roja - las unidades paramilitares embrionarias de la Guardia Nacional (es decir, la milicia blanca contrarrevolucionaria) estaban en las zonas rurales. Así que de un día para otro, casi toda Finlandia pasó a manos de los trabajadores. La burguesía dejó que el parlamento y el senado hicieran declaraciones airadas pero los comités de trabajadores controlaban las calles: era una situación de doble poder. Una resolución de la segunda ciudad del país, Tampere, dirigida al Consejo Revolucionario resumía esto: "No podemos tener dos gobiernos". Sin embargo, todavía había dos gobiernos, y uno tendría que ser eliminado por el otro tarde o temprano. Kuusinen argumentó más tarde que la huelga general había representado una situación revolucionaria cuando el poder estaba en juego.
El SDP resumió las demandas de la huelga en un manifiesto llamado "Exigimos" (me vaadimme). Además de un programa de emergencia contra la crisis de hambre y la disolución de la Guardia Nacional, a la que se referían constantemente como la Guardia del Carnicero (lahtarikaarti), los socialdemócratas exigieron el reconocimiento de la Ley del Poder. Dijeron a su base que la huelga continuaría hasta que un gobierno obrero estuviera en el poder. En otras palabras, el SDP exigía nada menos que la capitulación de la burguesía, mientras que aún se imaginaba que una confrontación violenta podría ser evitada.
Mientras tanto, el equilibrio de poder en Rusia había cambiado. Tras el fallido intento de golpe de estado del general Kornilov, los bolcheviques fueron ganando posiciones y conquistando mayorías en los consejos de obreros y soldados de ciudades importantes. En la noche del 7 de noviembre, los bolcheviques lideraron la insurrección de octubre. No está claro con qué rapidez llegaron las noticias a Finlandia, pero el giro a la izquierda de Rusia durante septiembre y octubre no pasó desapercibido.
El 16 de noviembre, el Consejo Revolucionario decidió tomar el poder, con 14 votos a favor y 11 en contra. Sin embargo, el subcomité encargado de preparar la insurrección perdió el temple después de unas horas, sentía que un levantamiento no podía tener éxito contra la voluntad de la minoría. Así que el 17 de noviembre la huelga fue cancelada. El objetivo de la huelga había sido la creación de un gobierno obrero pero el SDP no tenía ningún plan para llevarlo adelante. La mayoría burguesa del parlamento no lo elegiría pero el SDP no quería eludir el parlamento. Por lo tanto, el resultado de una huelga inminente fue… la nada misma. Sin embargo, la burguesía finlandesa había visto el poder de fuego que tenían los trabajadores. En las semanas siguientes, se prepararon para la guerra civil como un desenlace inevitable.
La independencia de Finlandia
La Revolución de Octubre cambió la situación política de forma abrupta, no sólo en Rusia sino también en Finlandia. Hasta entonces, la mayoría de la burguesía finlandesa había rechazado las demandas de una declaración inmediata de independencia porque todavía necesitaban el aparato estatal ruso para mantener el orden; la socialdemocracia finlandesa, en cambio, quería la independencia para deshacerse de ese aparato. De repente, este orden se dio vuelta: el 6 de diciembre de 1917, la mayoría burguesa del parlamento votó a favor de una declaración unilateral de independencia. La oposición socialdemócrata había presentado su propia moción de independencia, que pedía negociaciones con el gobierno soviético. Sin embargo, el senado finlandés rechazó cualquier contacto con las autoridades soviéticas, incluso con el fin de transmitir la declaración de independencia, suponiendo que los bolcheviques serían pronto derrocados. Sin embargo, Alemania, Francia e Inglaterra se negaron a dar reconocimiento diplomático a Finlandia hasta que la cuestión se resolviera con Rusia. Así, finalmente, el gobierno finlandés se acercó a los soviéticos.
Una delegación del Senado, incluyendo a Svinhufvud, quien fue nombrado después regente interino, viajó a Petrogrado. Su declaración de independencia, presentada el 30 de diciembre, fue rechazada por motivos formales, ya que estaba dirigida al "Gobierno ruso" en lugar del "Consejo de Comisarios del Pueblo". Al día siguiente, la delegación recibió una respuesta oficial a su declaración corregida: "De plena conformidad con los principios del derecho a la libre determinación (...) se reconocerá la independencia política de la República de Finlandia". El 4 de enero de 1918, esta decisión fue ratificada por el Comité Ejecutivo Central de los Soviets. Un diplomático finlandés sugirió que en una ocasión tan histórica, Svinhufvud y Lenin se reunieran. Lenin preguntó: "¿Qué tengo para decirles a estos burgueses?". Trotsky también rechazó la invitación. El Comisario del Pueblo para la Justicia, Isaac Steinberg, declaró: "En mi capacidad oficial sólo puedo arrestarlos". Finalmente, Lenin salió brevemente y hubo un breve intercambio de palabras, después del cual Lenin preguntó "¿estás satisfecho ahora?" e inadvertidamente se dirigió a su contraparte como "camarada". Trotsky se rió: "No importa, si alguna vez caemos en sus manos más tarde, seguro que te recompensarán por ello".
Los bolcheviques estaban dispuestos a reconocer la independencia de Finlandia bajo un gobierno burgués, y no sólo porque no tenían medios militares para impedirla. Esto correspondía al programa de Lenin sobre la cuestión nacional. Los bolcheviques subrayaron que hubieran preferido negociar con un gobierno obrero finlandés pero no lo pusieron como condición. Después de que el parlamento finlandés votara, de hecho unánimemente, por la independencia, los bolcheviques estaban listos para cumplir el deseo de toda la nación.
¿Fue sólo un truco de propaganda? ¿Un teatro político? ¿Fingiendo que se concede la independencia y luego imponiendo un régimen "comunista" en el país con las bayonetas del Ejército Rojo? Más tarde, esto se convirtió en la práctica habitual del régimen estalinista, por ejemplo en los países bálticos en 1939 o en Europa del Este después de 1945, y en 1939 incluso se intentó sin éxito en Finlandia. Pero en 1918, la situación era fundamentalmente diferente: el Ejército Rojo apenas comenzaba a emerger, y los líderes soviéticos eran inflexibles en su defensa del derecho de los pueblos oprimidos a la autodeterminación. Esto también fue concebido para ganar el apoyo de los proletarios de las naciones oprimidas para la revolución mundial socialista. El reconocimiento incondicional de este derecho por la Rusia revolucionaria mostraría a las naciones oprimidas que no eran todavía "los rusos" que -ahora armados con banderas rojas- querían conquistar y rusificar otros países como lo habían hecho en tiempos de los zares. Lenin proclamó la voluntad de la Rusia revolucionaria de ceder territorios para lograr la unidad de la clase obrera internacional: “lo importante para nosotros no es dónde está la frontera estatal, sino si los pueblos de todas las naciones siguen aliados en la lucha contra la burguesía, independientemente de su nacionalidad”. Sólo desde una posición de igualdad, sin resentimientos por las conquistas territoriales, podría establecerse una federación voluntaria, honesta y mutuamente beneficiosa de naciones libres.
Incluso antes de su regreso a Rusia en marzo de 1917, Lenin había exigido a sus camaradas del partido que reconocieran el derecho de Finlandia a la autodeterminación. Como dijo en una conferencia del partido: “Estamos a favor de que Finlandia reciba completa libertad porque entonces habrá mayor confianza en la democracia rusa, y los finlandeses no se separarán”. Al mismo tiempo, una resolución de la conferencia bolchevique sobre la cuestión finlandesa subrayaba que un partido revolucionario del proletariado no abogaría por la separación de una nación determinada en un movimiento determinado, sino que la cuestión debía decidirse “desde el punto de vista de los intereses de la lucha del proletariado por el socialismo”. La posición bolchevique hacia Finlandia, tal como fue presentada por el Comisario del Pueblo para las Nacionalidades, Joseph Stalin, en una conferencia del SDP a finales de noviembre de 1917, era dicotómica: por un lado, la independencia de Finlandia fue reconocida inmediatamente, pero por otro lado, se ejerció presión sobre la dirección del SDP, incluso en público en el idioma finlandés, para que finalmente tomara el poder. Stalin, en nombre del gobierno soviético, prometió toda la ayuda que los socialistas finlandeses considerasen necesaria para completar la revolución, y pidió “audacia, más audacia y siempre audacia”. Esta frase, de Georges Danton en la Revolución Francesa, también fue empleada por Rosa Luxemburgo para el movimiento obrero. En esta época, Trotsky expresó su perplejidad a un periodista de que los socialistas finlandeses aún no habían tomado el poder.
Se cruza el Rubicón
El 12 de enero de 1918, el parlamento finlandés, por iniciativa del gobierno de Svinhufvud, decidió crear nuevas fuerzas de seguridad del Estado. Esto sólo podía significar el reconocimiento de la Guardia Blanca como un nuevo ejército nacional, aunque esto no tuvo lugar formalmente hasta el estallido de la guerra civil. La estrecha mayoría burguesa del parlamento forzó esta decisión sin ningún acuerdo con los socialdemócratas. Un diputado del SDP gritó: “¡El gobierno burgués de Finlandia ha creado un ejército de lucha de clases que se dirige contra el pueblo trabajador finlandés!”. Otro advirtió de una “sangrienta guerra civil” que la burguesía había iniciado. Para ambos bandos, el conflicto que se avecinaba era muy grande, pero incluso en esta situación, la dirección del SDP no tomó ninguna iniciativa. Al día siguiente, su dirección resolvió “que esperaremos hasta que llegue el momento revolucionario, pero no nos esforzaremos por ello, y ciertamente no lo deseamos”.
El estallido de los combates, que los historiadores han interpretado a menudo como el producto de malentendidos, fue causado por tres acontecimientos que tuvieron lugar en gran medida de manera independiente uno del otro:
1. En Viiipuri (ahora Vyborg en Rusia), los combates estallaron el 19 de enero cuando la Guardia Roja ocupó una fábrica donde se almacenaban armas para los blancos. La Guardia Blanca movilizó unidades de los alrededores para ocupar la ciudad, pero fueron expulsados por los soldados rusos bajo órdenes de desarmar a todos los finlandeses (ya sean rojos o blancos) de la ciudad. Finalmente la Guardia Roja y la guarnición rusa, en una alianza informal, tomaron el poder en la ciudad. Se trata de un asunto local pero que provocó que se tomen más medidas.
2. En Vaasa y en la región de Pohjanmaa, en la costa noroeste de Finlandia, la Guardia Blanca, bajo el mando de su nuevo comandante en jefe Carl Gustav Emil Mannerheim, comenzó a desarmar la guarnición rusa. En pocos días, los blancos habían arrestado a cientos de soldados rusos y capturado miles de rifles. Poco después, capturaron la única ciudad industrial de la región, Oulu, después de una sangrienta batalla con la Guardia Roja.
3. En Helsinki, el 27 de enero a las 11 de la noche, una lámpara roja fue colgada en la torre de la sala de los trabajadores. Esta fue la señal para el levantamiento. Los edificios públicos, incluyendo la sede del gobierno, fueron ocupados sin resistencia. El arresto del gobierno, que se había reunido en ese mismo edificio hasta las 10 de la noche, fracasó y los senadores burgueses se escondieron en la ciudad.
Unos días antes, por orden de Lenin, un tren con 15.000 rifles salió de Petrogrado hacia Helsinki. Para proteger este tren, fue necesario movilizar a la Guardia Roja a lo largo de toda la costa sur. Por ese motivo, se convocó una huelga general. El levantamiento se hizo inevitable para los socialdemócratas reacios. Se podría decir que la Revolución Finlandesa comenzó por una decisión de la dirección soviética —pero este episodio tiene poco que ver con la idea de una insurrección planeada en Petrogrado.
El Rubicón finlandés fue cruzado casi simultáneamente en tres lugares. Mannerheim utilizó la frase de César: "La suerte está echada".
Finlandia roja
Tras el levantamiento de Helsinki, se proclamó una Delegación del Pueblo de Finlandia (Suomen kansanvaltuuskunta) con 14 miembros —esencialmente fue el comité ejecutivo del SDP, salvo dos socialdemócratas de derecha que rechazaron la toma del poder, y otros dos representantes del SAJ. El gobierno consideró lamentable, incluso después del levantamiento, que se hubiera visto obligado a dar tal paso. El gobierno revolucionario sólo quería permanecer en el cargo hasta que se convocara una asamblea constituyente, para poder formar un gobierno obrero por la vía parlamentaria. Yrjö Sirola, del ala izquierda del SDP, describió el objetivo como "un mejor orden democrático en este país".
El programa económico del gobierno rojo pretendía crear un sistema capitalista regulado por un sector estatal. No hubo llamados para que la clase obrera tomara el control de las fábricas. Después de una semana en el cargo, la Delegación del Pueblo decidió que los trabajadores de las fábricas dónde no se estuviese pagando salarios o que estaban cerradas podían apelar a un tribunal revolucionario. Después de la decisión de un juez, los trabajadores podían ir a la Delegación Popular y pedir la expropiación de la fábrica. El arresto de capitalistas y gerentes contrarrevolucionarios, como lo exigían los radicales de Tampere, fue explícitamente rechazado.
De hecho, la Delegación del Pueblo apenas hizo llamamientos a favor de iniciativas independientes por parte de los trabajadores; el funcionamiento burocrático del SDP, perfeccionado durante décadas, fue transferido al nuevo aparato estatal. Sólo en las empresas estatales en las que el personal administrativo se declaraba en huelga, a raíz de una convocatoria del antiguo gobierno, se crearon consejos, con representantes de los trabajadores junto a un comisario del gobierno. La autogestión de los trabajadores mantuvo el servicio postal y el ferrocarril en funcionamiento durante la guerra civil.
Los bancos, sin embargo, permanecieron intocables. Todos los bancos cerraron después del levantamiento. La Delegación del Pueblo decretó que tenían que reabrir pero los banqueros no reaccionaron en absoluto. Los socialdemócratas tenían miedo de nacionalizar los bancos, así que sólo el banco estatal finlandés fue reabierto. Durante la guerra civil, a diferencia de la Revolución Rusa, no hubo escenas de banqueros siendo arrestados o bóvedas de bancos siendo abiertas con dinamita. El gobierno revolucionario se inclinó demasiado por la ortodoxia financiera, incluso manteniendo el mismo personal en el banco estatal.
El gobierno se veía a sí mismo únicamente como el gobierno democrático de la República de Finlandia —el término "República Socialista de los Trabajadores de Finlandia" (Suomen sosialistinen työväentasavalta) sólo aparecía en un tratado firmado el 1 de marzo con el gobierno soviético, y esto sólo por insistencia de Lenin. El proyecto de constitución, escrito en su mayor parte por Kuusinen y adoptado por la Delegación del Pueblo, preveía un sistema parlamentario sin ningún tipo de consejos obreros —gran parte del texto se insipiró en la constitución suiza.
Los historiadores burgueses han afirmado durante mucho tiempo que la Finlandia Roja estuvo marcada por el Terror Rojo. Pero en contraste con la Revolución Rusa, donde los dirigentes ordenaron y defendieron políticamente el Terror Rojo (por ejemplo, tomando como rehenes a familiares de prominentes contrarrevolucionarios), el Terror Rojo en Finlandia fue una invención de la propaganda de los blancos. Oficialmente, los Rojos fueron responsables de 1.500 muertes pero la gran mayoría eran campesinos o pequeños comerciantes porque en las zonas rurales, el colapso de la autoridad del Estado significaba que los viejos rencores podían ser resueltos con el asesinato. En las grandes ciudades, apenas se produjeron asesinatos de este tipo.
Hubo algunos casos en los que los Guardias Rojos dispararon a sus prisioneros. Poco antes de su derrota, las unidades de la Guardia Roja en retirada mataron hasta 100 prisioneros blancos, pero tales ejecuciones fueron en su mayoría el resultado de las luchas locales o de unidades demasiado entusiastas. No hay ni una sola prueba que demuestre que los organismos oficiales del gobierno, el SDP o la Guardia Roja hayan ordenado o incluso aprobado la ejecución de prisioneros. Todo lo contrario: el gobierno rojo —¡que ni siquiera tenía un servicio secreto!— estaba seguro de que su "superioridad moral" llevaría tarde o temprano a la victoria sobre la burguesía! Sophie Mannerheim, hermana del comandante en jefe de los blancos, podía así vivir en Helsinki sin problemas mientras durara la guerra.
El gobierno rojo tenía ciertamente la superioridad moral de su lado: a finales de febrero de 1918, Mannerheim decretó que los supuestos agentes rojos detrás de las líneas debían ser fusilados inmediatamente. Por otro lado, hubo casos en los que agentes en territorio rojo pasaron información a los Blancos o sabotearon líneas telegráficas, y fueron encontrados culpables por tribunales revolucionarios, ¡y sólo condenados a una multa! En general, la mayoría de los movimientos revolucionarios aprenden de sus oponentes contrarrevolucionarios que deben ser duros. La revolución finlandesa nunca desarrolló esta dureza. Como Anthony Upton escribió,
En el fragor de la guerra civil, estos hombres que eran ateos por principios, se acercaron al ideal cristiano de amar a sus enemigos (...) Era un sentimiento que sus oponentes cristianos ciertamente no aplicaban.
Por ejemplo, una organización de mujeres cristianas apeló a Mannerheim para que a los prisioneros rojos se les permitiera ver a un sacerdote antes de ser fusilados.
Perfil: Otto Wille Kuusinen
Kuusinen era un intelectual burgués que se unió al SDP en 1906 y se convirtió en una figura destacada de su ala radical. Este ala, sin embargo, tampoco vio la revolución de 1917 más que como una desafortunada necesidad. En la Delegación del Pueblo, se desempeñó como delegado de educación y escribió el proyecto "suizo" de la constitución.
En abril de 1918, Kuusinen leyó El Estado y Revolución de Lenin, y publicó una autocrítica radical del SDP en la Revolución Finlandesa. Junto con muchos antiguos líderes del SDP, Kuusinen fundó el Partido Comunista de Finlandia (Suomen Kommunistinen Puolue, SKP) en el exilio ruso. Al igual que muchos nuevos partidos comunistas, el SKP pasó inicialmente por una fase ultraizquierdista: en las primeras elecciones después de la guerra, llamó a boicotearlas (sin éxito). En los años siguientes, cuando Kuusinen regresó a Finlandia y vivió en la clandestinidad, reconoció que la clase obrera seguía sufriendo la terrible derrota y no preparaba un levantamiento armado. Por lo tanto, se convirtió en partidario de la táctica del Frente Único en el tercer y cuarto congreso de la Internacional Comunista. Escribió la resolución organizativa aprobada en el tercer congreso, y en el cuarto, fue elegido para la secretaría del Comité Ejecutivo de la Comintern.
Kuusinen era activo en los círculos más altos de la Comintern y la Unión Soviética. En 1952, incluso se unió al Politburó del Comité Central del PCUS. Escapó de las purgas estalinistas y también de la "desestalinización", convirtiéndose en uno de los pocos funcionarios que tuvieron éxito tanto bajo Stalin como bajo Jruschov. Trotsky escribió sobre el papel de Kuusinen en la Comintern a finales de los años 20: "No arriesgó nada. Nadó a favor de la corriente como los que lo comandaban. El filósofo mezquino se convirtió en un generador de intrigas".
Cuando la Unión Soviética invadió Finlandia en el invierno de 1939, Kuusinen sirvió como jefe de gobierno de la "República Democrática de Finlandia", una entidad totalmente ficticia concebida como un caballo de Troya para la agresión de Stalin. La Unión Soviética afirmaba que no estaba invadiendo Finlandia, sino que simplemente estaba proporcionando ayuda al "gobierno legítimo" de Kuusinen. A medida que la guerra se prolongaba, este gobierno permaneció confinado a una pequeña aldea en la frontera rusa, sólo para ser disuelto poco después. Por esta razón, Kuusinen sigue siendo considerado un traidor en Finlandia. En sus últimas semanas de vida, pidió al gobierno finlandés permiso para visitar su región natal, pero se lo negaron. Otto Kuusinen murió en 1964.
Perfil: Carl Gustav Emil Mannerheim
Mannerheim era hijo de una familia aristócrata de habla sueca, originalmente de ascendencia alemana. Después de una juventud "rebelde", comenzó su entrenamiento militar en el ejército zarista en 1887.
El gobierno blanco lo eligió como comandante en jefe porque era uno de los pocos finlandeses con experiencia al mando de grandes ejércitos en condiciones modernas. Las tropas a veces estaban bastante descontentas con él, ya que el estado mayor de los blancos trabajaba exclusivamente en sueco. Las tropas campesinas de pensamiento patriótico se quejaban a menudo del comportamiento de sus oficiales "rusos" y "suecos". Mannerheim personificaba a los dos enemigos de los nacionalistas finlandeses: la aristocracia sueca y el aparato estatal ruso.
Mannerheim tenía una actitud más amistosa con la Entente que la mayoría de los dirigentes blancos y estaba más distante del Reich alemán. Había servido en un ejército de la Entente durante años y esperaba una derrota alemana en la guerra. Por eso estaba en contra de una excesiva dependencia del Kaiser alemán. Debido a los crecientes conflictos con el gobierno (por las relaciones con Rusia, pero también por el poder del ejército), renunció un mes después del final de la guerra civil finlandesa. Esto aseguró su futuro papel; después de la derrota de Alemania, fue uno de los pocos políticos finlandeses no contaminados por esa asociación. Se convirtió temporalmente en el regente de Finlandia, pero fue derrotado en las primeras elecciones presidenciales.
Hoy en día, en Finlandia, Mannerheim es considerado un héroe nacional y, según al menos, según una encuesta de televisión, "el finlandés más grande de todos los tiempos". Sirvió en el ejército ruso, el "enemigo tradicional" de Finlandia, durante exactamente 30 años y fue ascendido a teniente general, Hablaba ruso sin acento. Sin embargo, el finlandés "más grande" nunca pasó del conocimiento rudimentario del finlandés. En su cumpleaños de 75 años en 1942, Adolf Hitler estuvo presente. Mannerheim afirmó más tarde que no había invitado al Führer. Ejerció la presidencia de Finlandia de 1944 a 1946 y murió en 1951.