El Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) publicó los resultados de la encuesta que hace cada tres años a las y los jóvenes de entre 15 a 29 años. Este análisis se comenzó el 2019, por lo que estará marcado por el hecho más importante de los últimos años, como lo fue la rebelión popular. Las temáticas de la encuesta son las tendencias políticas y sexuales, su situación laboral, de salud mental, vocacional, etc.
El primer dato importante es que la población de jóvenes ha disminuido en las últimas 3 décadas, ya que en 1992 éramos un total de 27%, y para este año somos el 21%. Lo que comprueba el “envejecimiento” de Chile, debido a factores como la extensión de la vida y a la reducción de la cantidad de hijes que se tienen.
Según la encuesta las creencias religiosas han ido disminuyendo, hasta llegar al 63,6% que no se identifican por ninguna, mientras que el restante 36,4% sí lo hace. Además, se muestra un aumento en el interés por la política, un 29% del cual casi la mitad (47%) es de altos recursos, un tercio (31,4%) de “sectores medios” y casi un cuarto (23%) de bajos recursos.
De esta población con interés político, según la encuesta el 57% reivindican la democracia como el mejor sistema político, con las votaciones como “factor de cambio” de la sociedad, y donde las conversaciones sobre política aumentaron a un 81%.
El 65% de les jóvenes participaron de las últimas elecciones, y el 2021 solo había concurrido un 46%. Y sobre la tendencia política, el 56% “no se identifica” que podríamos catalogar como independientes, mientras que el 39% sí lo hace; un 47.3% se reconoce de izquierda o centro-izquierda, el 27,5% de derecha o centro-derecha, y el 14% de centro.
Un 57,3% de les encuestades participó de las manifestaciones durante la rebelión popular, que si se compara con la población adulta es muy superior, ya que en este segmento el porcentaje fue del 40%.
Otro aspecto muy interesante es que la cantidad de jóvenes que se reconocen como parte de la diversidad sexual ha aumentado. Un 12% se identifica como no heterosexual, más del doble que en la última encuesta del 2018. Un 82,8% se declara heterosexual. En la encuesta falta el dato en particular sobre la comunidad trans y no binaria, que en los últimos años ha tomado mayor visibilidad en su lucha contra la violencia sexual, de género y del Estado.
Y como último dato a destacar es el que ha aumentado la población de jóvenes que trabajan y/o estudian, llegando a casi un 90%. El 17,7%, casi un quinto del total trabaja y estudia, mientras que el 39,7% solo trabaja, y un cuarto de la población de jóvenes solo estudia, lo que disminuyó en comparación con el 2018 donde el 29,6% solo estudiaba.
Con estos datos podemos sacar varias conclusiones. En un primer lugar, podemos ver una suerte de cambio de conciencia progresivo en la juventud, tanto por el hecho de tener mayor interés en la política, por ir disminuyendo la adhesión a creencias religiosas y por un gran margen (según el estudio) de una tendencia a la izquierda, y cada vez más diversa en términos sexuales. Que va a contracorriente de la tradición nacional tan conservadora impuesta por la iglesia católica (en el último tiempo se han sumado mayormente las iglesias evangélicas) y por la dictadura militar. Dos pilares fundamentales para el Estado Burgués chileno de las últimas décadas. Esto debe corresponder a los distintos procesos sociales, o sea a procesos de lucha de clases que han ocurrido donde como juventud hemos sido protagonistas, desde el 2001 con el mochilazo, 2006 con la revolución pingüina, el 2011 con liceos y universidades tomadas por educación gratuita, el 2018 la ola feminista en las universidades, y la rebelión popular de 2019. Que como veíamos, un 57% fue parte de protestas.
En segundo lugar, la crisis económica que ha traído mayor inflación y precarización laboral ha afectado crecientemente a la juventud, que podemos complementar si hablamos de la crisis de la educación pública con la falta de financiamiento, corrupción, salud mental, y en las instituciones privadas donde es más brutal el lucro y el autoritarismo. O sea, jóvenes de entre 15 a 29 años, y principalmente menores de edad cada vez menos posibilidades de estabilidad. El futuro se ve poco auspicioso desde hace años.
En tercer lugar, si tomamos como verdaderas las tendencias que refleja la encuesta, podemos compararla con el resto del mundo, y si lo hacemos veremos como cada vez se asemejan más ciertas características. Como las que revisamos, mayor politización, menos creencias religiosas, más diversa, protagonista de la lucha de clases, etc. Esto se debe a la crisis capitalista mundial que se profundizó con la pandemia y ahora con la guerra en Ucrania, pero que ya venía desde el 2008 aproximadamente. Esto ha causado el terror de los sectores conservadores en todo el mundo, contraatacando permanentemente a “comunistas, ateos, maricones y pobres-flojos”, y principalmente a les trabajadores.
En Chile y en el mundo las crisis traen mayores “contradicciones” sociales, lo que ha generado oleadas de lucha de clases que han sido desviadas o derrotadas sosteniendo a los gobiernos y regímenes capitalistas. Y justamente la juventud más “plebeya”, hija de la clase trabajadora, ha protagonizado esas luchas que en última instancia son contra la pobreza, la represión policial, los abusos, la miseria, usando métodos radicales de protesta, siendo parte de masivas rebeliones populares a lo ancho del planeta.
Ser conscientes de esta realidad nos tiene que servir para enfocarnos en sacar nuevas lecciones sobre la juventud y la propia clase obrera, para organizar a aquellos sectores que demuestran lo más progresivo de la sociedad actual: jóvenes trabajadores y/o estudiantes, cada vez menos religiosos, más diversos y más de izquierda. Hay que tener claro que el propio sistema ejerce presión y crea ilusiones reformistas o derechamente burguesas/neoliberales. Para concientizar y mostrar al marxismo revolucionario como la única estrategia que puede acabar con el capitalismo y así avanzar hacia una sociedad sin explotación ni opresión, construida desde abajo, democráticamente con un gobierno de la clase trabajadora, tenemos que dialogar con la mayor cantidad de jóvenes, y particularmente con los sectores más avanzados, o de “vanguardia” en nomenclatura del leninismo y el trotskismo.
Para ir terminando, solo quiero dejar abierto un último tema para profundizarlo próximamente, y es el debate sobre las estrategias que existen dentro de la juventud, y en particular sobre estrategia revolucionaria, que durante décadas ha sido casi enterrada incluso por las propias organizaciones que se reivindican revolucionarias. Ya hemos publicado algunos artículos relativos a este tema, debatiendo con ECP y FER. |