Si en algunos medios oficialistas intentó mostrarse la "buena noticia" de cierta mejoría en la distribución del ingreso a partir del informe publicado este jueves por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, inmediatamente el dato quedó opacado por la realidad, que se refleja ni más ni menos que en el mismo informe.
En particular, los datos del tercer trimestre de este año sobre los ingresos familiares y de los ocupados vuelven a confirmar una conclusión inequívoca: los salarios y los ingresos de los ocupados están cada vez más lejos de cubrir los gastos que requiere una familia durante un mes.
En el caso del universo de trabajadores asalariados, la mitad percibió ingresos por debajo de $ 70.000, considerando el ingreso de la ocupación principal. Asimismo, el promedio de ingresos de asalariados fue de $ 83.310, con una brecha de más del doble entre los salarios de los trabajadores formales ($ 104.790) y los informales ($ 45.981).
Es importante tomar como referencia el costo de la Canasta de Ingresos Mínimos que calculan los trabajadores de la Junta Interna de ATE-Indec, está valuada en $ 227.392 en noviembre, y de $ 205.000 en septiembre, mismo mes de comparación que el informe del Indec del tercer trimestre.
En tanto que la línea de pobreza para un hogar de cuatro integrantes es de $145.948. Es decir, para la mayoría de los asalariados tener una ocupación no es suficiente para alcanzar el nivel de consumos mínimos para llegar a fin de mes. Cabe recordar que la Canasta de Pobreza que mide el Indec no incorpora otros gastos necesarios como el costo de un alquiler.
Brecha de género: considerando a toda la población con ingresos, el promedio medio individual fue de $ 83.755, con una brecha de 24,5 % entre varones y mujeres. Los primeros percibieron en promedio $ 95.609 por mes, en tanto que las mujeres ganaron $ 72.150.
En el caso de los ocupados (asalariados y no asalariados), la brecha de género se redujo de 25,3 % a 22,7 % entre el tercer trimestre de 2022 y el mismo período del año anterior.
Por su parte, indicador que "mide" la distribución del ingreso personal, llamado Coeficiente de Gini, apenas capta una realidad muy recortada, y no puede mirarse en sí mismo para sacar conclusiones respecto a la estructura de ingresos o su distribución. El Gobierno festejó que el mencionado índice "mejoró", pasando de 0,441 en el tercer trimestre de 2021, a 0,424. Cuanto más bajo es el indicador, más "equitativa" es la distribución entre las personas que componen el universo encuestado, un universo que lejos está de abarcar a las familias más ricas, grandes empresarios y propietarios del país. Asimismo, poco dice ese indicador del reparto de la torta entre quienes deben trabajar para obtener un ingreso y quienes obtienen una ganancia del trabajo ajeno (llamada "distribución funcional del ingreso").
Aún con estos considerandos, el indicador expresa una importante concentración del ingreso en pocas manos. El 10 % de la población con mayor ingreso per cápita familiar concentró 31,3 % del total del ingreso 17 veces más que el 10 % de la población con menor ingreso, que apenas obtuvo el 1,9 % de la torta.
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