En julio del año pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó la “actualización de perspectivas de la economía mundial: Un panorama sombrío y más incierto”, cuyo contenido puede resultar bastante preocupante tanto para el sector financiero, el sector público y más incluso para los hogares de la clase trabajadora. Resumimos en este articulo la publicación del FMI.
En esta, el FMI presenta primero 4 ejes que resumen el panorama mundial, en relación a la crisis desatada por la pandemia de la COVID-19 y la guerra en Ucrania, que ponen al mundo en una situación de inflación en alza, desaceleración de la economía, aumento de la deuda pública y privada y crisis del sector financiero. Cito estos 4 ejes en extensión:
- “La titubeante recuperación de 2021 ha venido seguida de una evolución cada vez más lúgubre en 2022, a causa de los riesgos que comenzaron a materializarse. Durante el segundo trimestre de este año, el producto mundial se contrajo, debido a la desaceleración de China y Rusia, mientras que el gasto de los hogares en Estados Unidos no alcanzó las expectativas. Varios shocks han sacudido una economía mundial ya debilitada por la pandemia: una inflación superior a lo previsto en todo el mundo —sobre todo en Estados Unidos y las principales economías europeas— que ha provocado el endurecimiento de las condiciones financieras; una desaceleración peor de lo previsto en China, consecuencia de los brotes de la COVID-19 y los confinamientos, y las nuevas repercusiones negativas de la guerra en Ucrania”.
- “Según el pronóstico de base, el crecimiento se reducirá de 6,1% del año pasado a 3,2% en 2022, un descenso de 0,4 puntos porcentuales con respecto a la edición de abril de 2022 de Perspectivas de la economía mundial (informe WEO). El crecimiento inferior registrado a principios del año, la pérdida de poder adquisitivo de los hogares y una política monetaria más restrictiva provocaron una revisión a la baja de 1,4 puntos porcentuales en Estados Unidos. En China, los nuevos confinamientos y el agravamiento de la crisis del sector inmobiliario han obligado a revisar a la baja el crecimiento en 1,1 puntos porcentuales, con importantes repercusiones a escala mundial. Por su parte, en Europa, las significativas rebajas son un reflejo de las repercusiones de la guerra en Ucrania y el endurecimiento de la política monetaria. La inflación mundial se ha revisado al alza debido a los precios de los alimentos y la energía y los persistentes desequilibrios entre la oferta y la demanda, y se prevé que este año se sitúe en 6,6% en las economías avanzadas y 9,5% en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, es decir, revisiones al alza de 0,9 y 0,8 puntos porcentuales, respectivamente. En 2023, se espera que la política monetaria desinflacionaria comience a hacer mella y el crecimiento del producto mundial sea de tan solo 2,9%”.
- “En su inmensa mayoría, los riesgos para las perspectivas apuntan a la baja. La guerra en Ucrania podría paralizar las importaciones de gas ruso en Europa; la inflación podría ser más difícil de reducir de lo que se esperaba, ya sea porque la rigidez de los mercados de trabajo es mayor de lo previsto, o porque se desanclan las expectativas de inflación; el endurecimiento de las condiciones financieras mundiales podría causar sobreendeudamiento en economías de mercados emergentes y en desarrollo; los nuevos brotes de COVID-19 y confinamientos, así como un empeoramiento de la crisis en el sector inmobiliario, podrían inhibir aún más el crecimiento en China, y la fragmentación geopolítica podría obstaculizar el comercio y la cooperación mundiales. Un posible escenario alternativo, en el cual los riesgos se materialicen, la inflación aumente todavía más y el crecimiento mundial se reduzca hasta 2,6% y 2,0% en 2022 y 2023, respectivamente, situaría el crecimiento en el 10% inferior de los resultados registrados desde 1970”.
- “Mientras el aumento de precios sigue reduciendo el nivel de vida en todo el mundo, la máxima prioridad de las autoridades económicas debería ser el control de la inflación. El endurecimiento de la política monetaria tendrá sin duda costos económicos reales, pero retrasarlo no hará sino exacerbarlos. Recurrir a un apoyo fiscal focalizado puede ayudar a amortiguar el impacto sobre las personas más vulnerables, pero ante las tensiones presupuestarias que los gobiernos enfrentan por la pandemia y la necesidad de que la orientación general de la política macroeconómica sea desinflacionaria, tales políticas deberán compensarse con una subida de impuestos o una reducción del gasto público. La mayor austeridad monetaria también afectará la estabilidad financiera, obligando a usar de forma racional las herramientas macroprudenciales y haciendo aún más necesaria la reforma de los marcos de resolución de la deuda. Las políticas dirigidas a hacer frente a repercusiones concretas de los precios de la energía y los alimentos deben centrarse en quienes se han visto más afectados, sin distorsionar los precios. Además, en una pandemia que se mantiene, las tasas de vacunación deben subir para ofrecer protección ante nuevas variantes. Por último, la mitigación del cambio climático sigue requiriendo medidas multilaterales urgentes para limitar las emisiones y aumentar las inversiones dirigidas a acelerar la transición verde”.
En el primer punto exponen las principales razones que explican la situación actual, la cual puede tanto mejorar como empeorar, pero estiman que estos resultados no podrían ser visualizados sino hasta 2024.
En el segundo punto, expresan en cifras el estado de reducción del crecimiento económico a nivel mundial y en las principales potencias económicas, ósea, las fluctuaciones en los porcentajes de aumento del PIB mundial, del PIB de EEUU y el de China. Para luego indicar la inflación promedio de los países avanzados como Estados Unidos y en economías emergentes como Chile. Cifras clave para medir la situación económica, con las que terminan haciendo una estimación del crecimiento que habrá en 2023, aún menor que en 2022.
Al final del 3er punto presentan el escenario más catastrófico, con la dificultad para reducir la inflación, el aumento de la deuda externa principalmente en los países más pobres, la posibilidad de nuevos brotes de COVID-19, etc. Finalizando en términos económicos y en cifras porcentuales, un escenario alternativo que vendría a suceder en caso de que los mayores riesgos mostrados se materialicen, donde el crecimiento económico en 2023 sería aún menor al que estiman en el punto 2.
En el último punto presentan en términos generales lo que deberían hacer los gobiernos con su autoridad económica para paliar esta crisis, en la cual piden a los estos endurecer la política monetaria -disminuir el gasto público o subir las tasas de interés- acompañado con ligeras ayudas monetarias a los más vulnerables que no impliquen ajuste en los precios, poniendo en riesgo con esta política fiscal la estabilidad financiera -o sea las inversiones- pero combatiendo, aunque sea parcialmente, el aumento inflacionario.
Estos ejes los presenta a modo introductorio y resumen de la situación actual, para luego comenzar a desarrollar en 3 secciones los factores determinantes, las perspectivas a futuro y las prioridades políticas.
Los postulados principales de la primera sección de esta publicación “Las fuerzas que determinan las perspectivas” son: La desaceleración mundial se intensifica, a medida que se materializan los riesgos a la baja; Una vez más, la inflación mundial registra una subida inesperada, obligando a los bancos centrales a endurecer todavía más sus políticas; La desaceleración económica de China ha agravado los problemas en la cadena de suministro mundial; La guerra en Ucrania continúa, causando problemas generalizados; Y la crisis alimentaria se agrava. Siendo la información presentada bastante alarmante.
La segunda sección, titulada “Próxima desaceleración, predominio de los riesgos a la baja”, presenta en extensión las perspectivas a futuro de la economía: Muestra el escenario base del crecimiento mundial, la inflación y el comercio mundial; Continúa con los riesgos a la baja consecuencia de la guerra en Ucrania, la inflación persistentemente elevada, del alto costo de la desinflación, de las condiciones financieras más restrictivas que provocan un sobreendeudamiento en economías de mercados emergentes y en desarrollo, por la persistente desaceleración de China, por el aumento en los precios de alimentos y energía que provocarán un malestar generalizado y por el aumento de la fragmentación de la economía mundial; Termina esta sección hablando del impacto cuantitativo por las menores exportaciones de combustibles fósiles, acompañada de mayores expectativas inflacionarias y condiciones financieras más restrictivas, la disminución del producto y el aumento de la inflación a escala mundial y con un particular impacto a Europa.
El tercer y último título “Prioridades en materia de políticas”, presenta cuáles deberían ser los pasos a seguir de los autoridades económicas y es probablemente las más alarmante para la clase trabajadora y conlleva importantes dificultades para su realización. Me extenderé más en esta parte y dedicaré un párrafo para explicar cada punto
Primero, en torno a la inflación, es necesario estabilizar los precios, protegiendo a los más vulnerables. Esto es sumamente complicado, ya se habló en esta publicación sobre endurecer las políticas fiscales, se debe disminuir la actividad económica, disminuyendo el gasto público y aumentando las tasas de interés real, implicando un mayor desempleo y salarios más bajos. Para proteger a los grupos más vulnerables, hace énfasis en que los precios no deben ser ajustados, sino más bien dejar su libre fluctuación para evitar reacciones severas en la oferta y demanda, dejando a estas estabilizarse por sí solas, con la política monetaria restrictiva, de reducir y estabilizar la inflación, esto evitaria cambios más bruscos y disruptivos más adelante. En cambio, esta política restrictiva debe ir acompañada de transferencias fiscales focalizadas y temporales a los grupos más vulnerables y empresas, evitando políticas que contengan los precios y salarios, principalmente en el sector privado. Ampliar la oferta agregada con reformas estructurales también puede ayudar a contener la inflación pero de manera lenta, a mediano y largo plazo, cito “Las políticas para incrementar la oferta de mano de obra, incluidos mayores créditos tributarios sobre la renta del trabajo, más fondos para el cuidado infantil, acceso mejorado a vacunas y terapias para la COVID-19 y reforma de los canales de inmigración, estimularían la productividad y los ingresos reales y contribuirían a reducir la inflación. En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, las mejoras del entorno empresarial, las inversiones verdes y la digitalización también pueden fomentar la oferta agregada”.
En relación a la situación financiera plantea que los gobiernos deben prepararse para un crédito más restringido e inestabilidad financiera, situación que resulta bastante difícil de explicar e imposible de resumir, por lo que dejare que el FMI lo haga, cito:
- “Prepararse para un crédito más restringido e inestabilidad financiera: Las condiciones monetarias más restrictivas incidirán en los mercados mundiales de capital y exigirán respuestas de políticas en varios frentes. A medida que aumentan las tasas de interés, las instituciones financieras se benefician de un mayor ingreso neto pero se ven perjudicadas porque disminuye la contratación de préstamos nuevos y aumentan las tasas de incumplimiento. El juego entre estos factores determinará la salud del sector financiero y el uso adecuado de las herramientas macroprudenciales. Aun en el mejor de los casos, las empresas están más propensas a quebrar a medida que se desacelera la actividad, lo que hace que los procedimientos de quiebra y los marcos de resolución eficientes y eficaces sean especialmente valiosos. En economías en que los bancos tienen exposiciones frente a sectores con crecientes vulnerabilidades, quizá convenga endurecer las herramientas macroprudenciales. De igual forma, el aumento de las tasas de interés y la disminución de los ingresos tributarios llevarán a algunos prestatarios soberanos a experimentar problemas de sobreendeudamiento. Pero los mecanismos para abordar el sobreendeudamiento son lentos e impredecibles, y se ven entorpecidos por dificultades a la hora de alcanzar acuerdos coordinados entre diversos acreedores frente a derechos concurrentes. Es urgentemente necesario mejorar la implementación del Marco Común del G-20 para garantizar reestructuraciones rápidas, fluidas y eficientes. La presión que las condiciones financieras más restrictivas ejercerán sobre las posiciones fiscales y externas de los países probablemente hará más necesario el respaldo de las instituciones multilaterales en los próximos años. En los casos en que la flexibilidad cambiaria por sí sola no baste para absorber los shocks externos, las autoridades deben estar preparadas para actuar; por ejemplo con intervenciones cambiarias o medidas de gestión de flujos de capitales en un escenario de crisis. En los casos de niveles elevados de deuda, los gobiernos deben reducir anticipadamente su dependencia del endeudamiento en moneda extranjera. El acceso oportuno y fiable a liquidez en monedas de reserva —como por ejemplo a través de mecanismos precautorios y de desembolso del FMI— da a los países margen de maniobra para aplicar políticas de ajuste de forma ordenada. Esta cooperación internacional constituye una red de protección crucial no solo para los países a escala individual sino también para la economía a escala mundial, al impedir que las crisis se propaguen. En la zona del euro se justifica abordar el riesgo de fragmentación financiera mediante un instrumento del Banco Central Europeo debidamente concebido para tal fin. Dicho instrumento complementaría el actual instrumento condicional de Operaciones Monetarias de Compraventa y el programa de préstamo del Mecanismo Europeo de Estabilidad, y facilitaría aún más la tarea de fijar las tasas de interés de política monetaria en función de las condiciones macroeconómicas de toda la zona del euro. Pero esa herramienta no debe distorsionar los mercados hasta el punto de que los precios dejen de reflejar los riesgos fundamentales”.
Para abordar la crisis de alimentos y energía, propone el FMI que se debe primero poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania, y el bloqueo en el mar Negro. Para incrementar la oferta de materias primas en los mercados internacionales, se deben levantar las barreras al comercio y evitar acaparar alimentos y energías para no incrementar los precios mundiales, se debe permitir que los precios fluctúen libremente en vez de controlarlos, ya que esta medida no resulta efectiva para amortiguar el impacto en los niveles de vida, en cambio es más aconsejable la política de transferencias monetarias focalizadas para las personas de bajo ingreso o particularmente expuestas a los riesgos de la escasez de alimentos y energía. Los países que no cuenten con redes de protección sólidas pueden incrementar los niveles de prestaciones y la cobertura de sus programas más eficientes según sea necesario. Los países que ya cuenten con subsidios para la energía o alimentos deben traspasar gradualmente los precios internacionales a los consumidores y eliminar los subsidios en los próximos años. Finalmente, el apoyo temporal a empresas que dependen de la energía mediante préstamos subsidiados o parcialmente garantizados en los que bancos privados asumen parte del riesgo también puede impedir la quiebra de empresas, preservando así las cadenas de suministro y evitando daños económicos en cascada.
Resguardarse de los riesgos de pandemias y limitar las perturbaciones económicas también es importante para el FMI. Para esto la vacunación universal sigue siendo la mejor protección contra el absentismo por problemas de salud y contra nuevas variantes, y debe estar respaldada por campañas de salud pública. Se deben redoblar los esfuerzos para aumentar el suministro y distribución de las vacunas y garantizar el acceso equitativo.
Finalmente, el FMI resalta la necesidad de facilitar la transición a una economía de bajas emisiones de carbono. Y aunque se siguen necesitando medidas multilaterales urgentes para mitigar el cambio climático, la guerra en Ucrania y la escalada en los precios de la energía ha generado que los gobiernos recurren más aún a combustibles fósiles. Estas medidas deben ser temporales y solo deben activarse para cubrir déficits energéticos, sin incrementar las emisiones y deben ser utilizadas para facilitar la transición a energías renovables que reduzcan las emisiones. “La política fiscal debe facilitar la transición para los hogares y las empresas que soportan el grueso de los costos de transición. El Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad creado recientemente por el FMI también puede ayudar a los países a desarrollar resiliencia ante desafíos estructurales a más largo plazo, incluida la preparación frente al cambio climático y las pandemias”.
Con esto concluye la presentación de las perspectivas para la economía mundial del FMI, que además posee un anexo que se extiende más respecto a la situación financiera mundial, el cual no abordaré. Podemos concluir que la situación económica es bastante compleja, e implica un ajuste importante a la clase trabajadora y una situación inestable y de ruptura del equilibrio capitalista, difícil de resolver. Esta publicación está dirigida principalmente para los gobiernos de todos los países que están en el Fondo Monetario Internacional y a los grandes capitalistas, ósea, quienes tienen en sus manos la dirección de la economía y que estos puedan tomar medidas que restauren el equilibrio inestable, aunque esto signifique que la crisis la paguen las y los trabajadores de todo el mundo, y en mayor medida, las y los trabajadores de los países más pobres. Pero para los revolucionarios que estudiamos el flujo de la realidad para actuar en la perspectiva de una nueva sociedad, el estudio de la situación económica mundial resulta crucial para entender su relación dialéctica con las contradicciones sociales, que se exacerban en una situación de crisis económica como en la que nos encontramos, que aumentan a su vez la movilización revolucionaria de los trabajadores, y también la relación geopolítica entre los países imperialistas, coloniales y semi-coloniales. De esta forma, abarcamos al menos un aspecto importante para el estudio completo de la situación mundial y las oportunidades o desafíos que esta abre para las y los revolucionarios. |