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La Izquierda Diario
20 de enero de 2023 Twitter Faceboock

Francia
¿Qué hacer tras el éxito de la movilización contra la reforma de las pensiones de Macrón?
Révolution Permanente

Las movilizaciones potentes pero aisladas no van a derrotar el plan de Macrón.

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Hace poco más de una semana el presidente frances Emanuel Macrón le declaró la guerra a los trabajadores con una impopular reforma previsional que eleva de 62 a 64 años la edad jubilatoria. Además exige como mínimo 43 años de aporte. Inmediatamente, la intersindical, una organización que reúne a las ocho centrales sindicales francesas CGT, FO, CFDT, CFTC y CFE-CGC, Unsa, Solidaires y FSU, así como a cinco organizaciones juveniles convocó una manifestación para el jueves 19. Un frente unitario sindical inédito, ya que no se producía desde hace años.

Si bien un 81 por ciento de los franceses considera necesaria una reforma, según la última encuesta Ipsos, el 61 por ciento rechaza esta propuesta. "Queremos tener una buena jubilación, no queremos llegar a la jubilación estando quebrados, cansados, rotos. Si el Gobierno no recobra la razón habrá más" protestas, declaró Laurent Escure, secretario general de la Unión Nacional de los Sindicatos Autónomos (UNSA) a la agencia alemana DW.

Tras la masiva movilización del jueves, la intersindical ha optado por una estrategia de presión convocando una nueva cita para dentro de 11 días. Hay que aprovechar esta oportunidad, pero para imponer otra estrategia: la llamada huelga reconductible, para derrotar a Macron y su reforma. Esta forma de huelga prevé que se pueda renovar indefinidamente. Para construirla, ¡necesitamos una huelga de 48 horas el 31 de enero, que sirva de trampolín para reanudarla el 6 de febrero junto a las refinerías!

La batalla por las pensiones se inicia con una movilización masiva

Las cifras son sorprendentes: más de dos millones de manifestantes en toda Francia, 400.000 en París, más de 100.000 en Marsella, 50.000 en Nantes y Toulouse, pero también más de 10.000 en muchas ciudades medianas del país muy poco acostumbradas a las movilizaciones fuertes como Niza o Perpiñán, que reunieron ambas a 20.000 manifestantes.

Sobre todo porque el número de huelguistas también era muy elevado. En los sectores de la energía, los transportes, la educación, las refinerías, pero también en muchas empresas privadas, la movilización mediante huelgas fue fuerte a pesar del escaso tiempo de preparación. Tanto es así que a lo largo del día, en los medios, los editorialistas tuvieron que ir poco a poco dando cifras de movilizaciones que solo eran comparables con las ocurridas en 2010 y 1995.

Si la oposición al proyecto de reforma de las pensiones era masiva en los sondeos de opinión, acaba de cristalizar en las calles. Macron se enfrenta ahora a una movilización de una magnitud sin precedentes, cuyas cifras superan con creces las de las batallas de los cinco años anteriores. Esto basta para despertar todos los temores del gobierno, cuyos intentos de dividir el movimiento atacando los "bloqueos" parecen impotentes para contener la cólera de los de abajo.

La intersindical apuesta por una estrategia de presión al anunciar la fecha del 31 de enero

Ante este enorme éxito, el grupo intersindical se reunió para anunciar una nueva fecha para la movilización interprofesional, el 31 de enero. Una fecha lejana, para la que habrá que trabajar masivamente, pero cuya elección es reveladora en varios sentidos. En primer lugar, confirma la hegemonía de la CFDT en la dirección actual del movimiento, al adoptar la opción preferida por la central de Laurent Berger.

Luego, la elección de una fecha aislada el 31 de enero, sin proponer un plan para construir la movilización ni una perspectiva para ampliarla, expresa claramente la estrategia de la intersindical. De hecho, una fecha alternativa como el 26 de enero hubiera permitido sumarse al calendario de lucha de los refinadores, que han puesto sobre la mesa un plan de huelga renovable. El principal problema que plantea el comunicado de la intersindical es la lógica que lo impulsa.

Con sus anuncios, la intersindical demuestra que apuesta por una estrategia de presión, a través de movilizaciones masivas aisladas que exploten las contradicciones del macronismo para obligarlos a retirar la reforma. Y ,en efecto, este último está mostrando las primeras divisiones. Sin embargo, apostar nuestras pensiones a las maniobras parlamentarias y a las ambiciones electorales de estos partidos antiobreros es una apuesta peligrosa.

Por otro lado, las estrategias parlamentarias de la izquierda son impotentes frente a la determinación del gobierno. Sólo podemos contar con la fuerza que podamos construir con huelgas y movilizaciones, como en las grandes batallas históricas de 1936 a 1968, pasando por 1995 o 2006. Esto es tanto más importante cuanto que en períodos de crisis aguda como el que vivimos, el Estado y la burguesía no entregarán ninguna reforma si no temen perderlo todo. Es en estos momentos cuando hemos ganado nuestras principales conquistas en el pasado, y esto es aún más cierto en un periodo en el que el capitalismo sigue demostrando que no tiene más que regresión para ofrecer.

Hay que lograr una verdadera huelga reconductible

Macron se juega sus cinco años de mandato con la reforma de las pensiones y no dará marcha atrás fácilmente. Además, en la actual situación de crisis, debemos exigir más que la simple retirada de la reforma. A condición, claro está, de que las fuerzas del movimiento obrero y de todos los que rechazan el proyecto se pongan en marcha en una movilización unitaria.

Como demostró la movilización de este jueves, es posible construir una dinámica que combine la potencia de las huelgas masivas del ciclo 1995 - 2010 con la radicalidad de las movilizaciones de los últimos cinco años. Para ello, debemos aprovechar el éxito del 19 de enero para lograr generalizar la huelga. Para esto se debe derrotar a la dirección de la intersindical que pretende solo hacer presión sobre el gobierno

Una huelga amplia que movilice a todos los sectores de nuestra clase, desde los más estratégicos hasta los más precarios, en torno a un programa que no se limite a la retirada del proyecto de reforma, sino que busque conquistar pensiones dignas, la indexación de los salarios a la inflación y aumentos para todos. Para ello, es fundamental aprovechar la fecha del 31 de enero, convocando una huelga de 48 horas siguiendo el ejemplo de los petroleros, que sirva de trampolín para preparar las próximas acciones.

Una nueva estrategia para la batalla

Para torcerle la mano a la intersindical implica aprovechar al máximo los 11 días quedan antes de la próxima acción. En primer lugar, discutir y militar por este plan, convocando asambleas generales en todas nuestras empresas y lugares de estudio, empezando a lanzar fondos de huelga. En este sentido, el final de la época de exámenes en las universidades debe verse como una oportunidad para construir una movilización juvenil masiva que pueda cambiar profundamente la dinámica de la protesta.

Luego, para que todos los sectores convencidos de la huelga se vuelquen hacia los sectores más precarios o menos acostumbrados a los conflictos duros en una lógica activa de extensión de la huelga. Subcontratistas, trabajadores temporales, empresas sin tradición de lucha: electricistas, refinadores, conductores de autobús, ferroviarios, profesores, deben ir a su encuentro con la misma voluntad de movilización que los agentes de la RATP y la SNCF que prepararon durante dos meses la fecha del 5 de diciembre desde finales de septiembre de 2019.

Un punto clave es organizar elementos de coordinación interprofesional entre sectores. La ausencia de cualquier elemento en este sentido es una debilidad del movimiento naciente, que nos impide organizarnos y atraer a más gente a la huelga. Tenemos que dotarnos de las herramientas que nos permitan construir una movilización sólida en perspectiva indefinida, pero también lograr imponer otro plan de batalla a la intersindical.

Si los sectores más combativos aprovechan este plan, pueden cambiar la subjetividad y la determinación de la mayoría de nuestra clase. Aunque muchos se oponen a la reforma, gran parte de ellos están marcados por el peso de las derrotas pasadas bajo la dirección de las burocracias sindicales que dirigen actualmente el movimiento, y creen que el gobierno logrará triunfar. La victoria es posible, pero a condición de que impongamos una estrategia eficaz, que combine masividad y radicalidad. Desde Révolution Permanente, haremos todo lo posible para que así sea.

 
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