El pasado 19 de enero, la exitosa movilización convocada por las centrales sindicales fue un golpe contra el gobierno francés. Las masivas manifestaciones y las huelgas con amplio seguimiento en numerosos sectores, incluyendo muchas empresas privadas, mostraron un gran rechazo a la reforma de las pensiones. El malestar por la inflación y los salarios, las condiciones de trabajo o la crisis de la sanidad, otorgaron a la movilización un carácter político. Esta expresó una profunda rabia hacia el gobierno.
Tras esa jornada, se han dado importantes debates en el seno del movimiento sobre el plan de lucha a seguir, ligado a la convocatoria de la Intersindical [que agrupa a las 8 centrales sindicales francesas] para el 31 de enero. Después de que los trabajadores de las refinerías propusieran un plan para construir la huelga renovable (primero de 48 horas, después de 72 horas y finalmente una huelga indefinida renovable), la CGT Énergie siguió el ejemplo. Este sector llamó, además del 31 de enero, a realizar huelgas en las mismas fechas que en las refinerías. Mientras que la CGT Puertos y Astilleros convocó a una huelga el 26 de enero. En Educación, los sindicatos CGT y Sud llamaron a la huelga indefinida renovable a partir del 31, mientras que Sud-Rail y CGT Ferroviarios llaman a huelgas de 48 horas para los días 7 y 8 de febrero.
Si el debate sobre el calendario de lucha es central, hay otra cuestión que también es fundamental para poder ganar: desarrollar la autoorganización. Frente a un movimiento que por el momento está siendo dirigido por completo “desde arriba” por la Intersindical, hace falta que los huelguistas tomen la huelga en sus propias manos. Solo así será posible plantear una estrategia alternativa y confluir con los sectores más amplios de la clase trabajadora.
Las direcciones sindicales quieren restringir la lucha a jornadas de huelga masivas, pero también pasivas. Esta es también la apuesta que hace el gobierno, ya que es la única forma de poder para imponer una reforma que resulta tremendamente impopular. Desde el movimiento de los Chalecos Amarillos, el gobierno de Macron teme un desbordamiento del descontento y que las direcciones sindicales pierdan el control de la calle. De igual modo, numerosos periodistas advertían sobre la posibilidad de que las luchas adquirieran mayor radicalidad, con la lucha contra la reforma de las pensiones como catalizador.
Sin embargo, el 19 de enero fue masivo, pero totalmente controlado por la Intersindical, que llamó a una segunda jornada aislada para el 31 de enero, tras una reunión entre dirigentes de las centrales sindicales. Sin hacer ninguna asamblea para consultar a las bases en asambleas generales ni en asambleas de afiliados. Esa es la política de las burocracias: jornadas de movilización convocadas desde arriba, pero evitando la organización desde las bases.
Sin embargo, será imposible desarrollar toda la fuerza del movimiento si cada huelguista no se transforma en protagonista de su propia huelga. Sin asambleas generales, es imposible organizar al conjunto de los trabajadores, unir a sindicalizados y no sindicalizados, a todos los que tomaron la calle el 19 de enero, para construir de forma conjunta la movilización.
Las asambleas y las coordinaciones interprofesionales [así se denominan en Francia las asambleas de diferentes sectores de trabajadores] son un lugar de debate central para pensar las tareas y afrontar las dificultades de la huelga. Un espacio democrático en el que cada huelguista puede decidir sobre la huelga, pensar como extender la huelga en el tiempo, por ejemplo, con cajas de resistencia y recogidas de alimentos, cómo enfrentar la represión patronal y las maniobras de los rompe huelgas, etc.
Hay que tomar en cuenta otros ejemplos. Huelgas de trabajadoras precarias, como las de la limpieza de estaciones de trenes de Onet mantuvieron durante 45 días y lograron ganar porque se desarrolló con fuerza la autoorganización de las trabajadoras.
Preparar la huelga general y construir la unidad desde la base
Ante un calendario “decidido desde arriba” por la intersindical, algunos sectores estratégicos como la energía, las refinerías y los puertos han convocado huelgas que van más allá de ese plan. Sin embargo, estos sectores tampoco han desarrollado la autoorganización, y se corre el peligro de que sus luchas queden aisladas.
En casa sector en lucha, las asambleas generales en las empresas deberían ser el lugar donde se trabaje por la extensión del movimiento, desde las bases. En primer lugar, buscando la unidad en cada empresa, y con los trabajadores de las subcontratas o empresas cercanas. El siguiente paso será construir Asambleas generales interprofesionales, que coordinen al conjunto del movimiento de huelguistas, sindicalizados o no, de diferentes empresas. Asambleas de coordinación donde también puede sumarse la juventud universitaria y de institutos de cada región. Para lograr un movimiento nacional masivo, que incluya a todos los sectores, es necesario tejer lazos entre las asambleas generales con asambleas generales interprofesionales de forma urgente.
Esto es lo que hicieron muchos huelguistas en la lucha de las pensiones de 2010, construyendo asambleas interprofesionales. El ejemplo más importante de esto en 2010 fue el de la Asamblea Interprofesional de Havre, que coordinaba al conjunto del movimiento de la ciudad e incluso publicaba un periódico diario, Le Havre de grève. Hacia el final de aquellas jornadas de lucha, hubo incluso un intento de coordinar a escala nacional entre las diferentes asambleas Interprofesionales, a través de una reunión de numerosos delegados en Tours.
Las asambleas interprofesionales también permitirían reunir a los sectores obreros que tienen más experiencia en la lucha, con aquellos para los cuales estas son sus primeras huelgas. Sectores estratégicos, como la energía o los petroleros, con sectores más precarios.
Estas asambleas generales interprofesionales podrían no solo ser poderosas herramientas para construir y extender la huelga, sino también, podrían desarrollarse y coordinarse entre ellas, podrían comenzar a discutir una estrategia alternativa a la de la intersindical.
Si esta última propone una estrategia de presión y de encadenar jornadas aisladas de lucha, las interprofesionales podrían discutir la necesidad de una huelga general renovable, algo que la intersindical se niega a abordar.
Del mismo modo, frente a centrales sindicales que limitan las reivindicaciones únicamente a la retirada de la reforma de las pensiones, las interprofesionales podrían ser el lugar de elaboración de un pliego de reivindicaciones que vaya más lejos, uniendo esta lucha a la pelea por el aumento de salarios de acuerdo a la inflación. Sería una forma de unificar todas las demandas de los explotados y oprimidos, en el marco de una movilización masiva contra un gobierno débil.
La apuesta de las direcciones sindicales es la de mantener un control absoluto sobre la protesta por miedo a un desborda. Por el contrario, desde Révolution Permanente, estamos convencidos de que cuando cada huelguista participe en la construcción de la movilización, esta se reforzará. Para avanzar en esta dirección: ¡construyamos las primeras Asambleas Generales y reuniones de coordinación interprofesional donde sea posible! No hay tiempo que perder para tomar en nuestras manos esta lucha. |