Una diputada argentina ( trotskistas sin lugar a dudas) decía que cuando los empresarios celebraban una medida económica había que agarrarse los bolsillos. Esta pequeña anécdota quizás permite ilustrar el porqué optimismo del anuncio del gobierno de que este año las arcas fiscales habían cerrado con un superávit solo fue celebrado por los adeptos al gobierno, los empresarios y sus medios de prensa. Poco de este optimismo es compartido por la inmensa mayoría , dado que la mejoría económica no se siente en los bolsillos de la clase trabajadora.
Y es que continuando con la lectura de la ortodoxia de los académicos neoliberales, este gobierno ha decidido implementar la receta del “ajuste” para controlar la inflación. El atasco de las cadenas de suministro con la pandemia o la guerra en Ucrania son sólo “explicaciones auxiliares” del porque se descontrolaron los precios, el problema, para los neoliberales es que la clase trabajadora tenía mucho poder de consumo producto de las ayudas por la pandemia y los retiros de las AFP. Esto habría aumentado el número de dinero circulante, lo que habría disparado los precios.
Naturalmente que al ser el dinero una mercancía (una mercancía que tiene la particularidad de hacer posible el intercambio), si esta aumenta su circulación, sometida a la ley de la oferta y la demanda está verá depreciado su “valor”. Las recetas neoliberales han ido en la dirección de “encarecer” esta mercancía limitando su circulación, principalmente subiendo las tasas de intereses desde los Bancos Centrales para “encarecer el acceso al dinero” y así controlar su circulación. La otra arista de la receta implica que los estados límite agresivamente su gasto para reducir el dinero que se inyecta en la economía. Ambas medidas perjudican principalmente a quienes tienen menor “acceso al dinero”.
Como este se encarece, aumenta la proporción de su valor de quienes tienen una gran cantidad de dinero, lo que preserva las ganancias capitalistas a costa de empobrecer al resto de la población, con la excusa de que así los capitalistas invertirán más. Algo que no ha ocurrido naturalmente, dado que la situación de crisis no vuelve generosos a los empresarios mágicamente.
Los resultados de estas medidas han implicado efectivamente que la cantidad de dinero circulando se reduzca, porque los salarios han perdido poder adquisitivo. Sin embargo el resultado solo ha sido “realentizar” la inflación , más no suprimirlas. EL gobierno celebra que no superamos el 13 % interanual, pero eso significa que los precios igual subieron un 12%, una enorme pérdida a los bolsillos de la clase trabajadora que nadie compensará. Más aún según estimaciones de la fundación sol el 70% de los trabajadores perdieron contra la inflación el 2022.
En el caso de los alimentos la explicación “monetarista” de la inflación nos muestra aún más su carácter limitado. Según lo enunciado anteriormente, la canasta básica superó los 65.000 pesos. Esto significa, según un estudio de Clapes UC, el aumento mensual de la canasta estaría entre 0,8% y 1,3%, lo que es una moderación respecto de la variación de diciembre. En doce meses, el aumento de la CBA se ubicaría entre 27,3% y 28,0%.
¿Por qué continúa el alza agresiva de los alimentos si hay menos dinero en el mercado? Por que la irracionalidad capitalista ha llevado que el 50% de las tierras cultivables de la zona central hoy están erosionadas lo que implica que tengamos que exportar casi el 40% de los alimentos que consumimos, lo que con el actual estado de cotización del dólar, ante el cual nuestra moneda pierde, eso genera una presión al alza de precios, así como también jugosas ganancias a los empresarios.
Finalmente el dinero no solamente es una mercancía, es un equivalente universal que hace posible el intercambio, por tanto expresa una relación social que le da vida. Y este es el actual modelo de producción capitalista con sus contradicciones. Por tanto mientras subsista un modelo que beneficia las ganancias de unos pocos por sobre los intereses de las grandes mayorías los grandes perjudicados seremos nosotros, la clase trabajadora.
Urge por tanto organizarnos para cambiar las bases de este sistema irracional, y que los trabajadores, que producimos la riqueza , pongamos en marcha el mundo sobre otras bases que permita erradicar que unos pocos se beneficien del fruto de nuestro trabajo. |