La dirigencia de Luz y Fuerza (LyF), intenta lavarse la cara negando un nuevo año perdido contra la inflación. Tras cerrar nuevamente paritarias a la baja, para el periodo 23/24, abre el paraguas. Rafael Mancuso, secretario general, advirtió que el gobierno pidió no superar el techo del 60% y todo hace parecer que los dirigentes de LyF y la CGT obedecerán una vez más.
La dirigencia de Luz y Fuerza (LyF), intenta lavarse la cara negando un nuevo año perdido contra la inflación, tras cerrar nuevamente paritarias a la baja, para el periodo 23/24. Rafael Mancuso, secretario general, advirtió que el gobierno pidió no superar el techo del 60% y todo hace parecer que los dirigentes de LyF y la CGT obedecerán una vez más.
Parece un chiste, pero el miércoles 15 de febrero, salió un comunicado de parte del cuerpo de delegados del sindicato LyF, en el cual hacen una cronología mencionando los pequeños aumentos que hubo en 7 cuotas a lo largo del año. El bolsillo de los trabajadores fue comido por la inflación anual, ya que según datos del INDEC, fue del 98% en 2022.
A pesar de esto, el comunicado explica detalladamente de cuantos fueron los aumentos, empezando por la primera cuota en abril, el cual fue del 14%, junio 6%, julio 9%, septiembre 12%, noviembre 12% y diciembre 10%.
En el mes de febrero del año vigente, estaba pautado un aumento del 5%, pero mediante revisión dieron otro aumento del 6%, llegando a un total del 11% y dando por terminado el período anterior.
En dicho comunicado dice que el aumento total fue del 102% anual. No sabemos qué cuenta hicieron, pero con los 7 (mini) incrementos sumados, da un total de 74%. Tal descaro tienen, ya que en las cuentas que hacen, suman la bonificación anual por eficiencia, el presentismo y el bono como parte del acuerdo de las paritarias para llegar al engañoso número del 109% total. Una vergüenza para todos los trabajadores del sector eléctrico que en octubre y noviembre del año pasado se manifestaron en las puertas del sindicato de Luz y Fuerza Capital, reclamando, porque sus sueldos se desvanecían mes a mes con una inflación que golpeaba a todas y todos los trabajadores de estas empresas distribuidoras, tales como Edenor y Edesur.
Este año arrancamos con una ola de calor insoportable combinados con cortes de luz extensos en el AMBA. Esta situación, llevó a que en los últimos días, los vecinos cortaran las calles, avenidas y autopistas, como fue en el caso de los usuarios del barrio Lugano, quienes fueron reprimidos por la policía de la Ciudad. Esto deja en evidencia que las empresas distribuidoras del AMBA, no solamente no invierten en infraestructura para mejorar un servicio esencial, sino también que no les interesa mejorar el salario de sus trabajadores, los cuales ponen la cara frente a los justos reclamos de los usuarios. También ponen el cuerpo, trabajando con tensión, en altura y con calores insoportables. Solamente piensan en la rentabilidad que les genera el sistema eléctrico.
Para ellos, sus ganancias valen más que nuestras vidas
Claramente esto no lo pueden hacer si no fuera gracias al gobierno Nacional, el cual mantiene este sistema de privatización y responsable de toda esta situación de precarización en todo sentido, ya que en enero le perdonó a Edesur, más del 60% de la deuda que tenía por la compra de energía a CAMMESA y no pagaban desde el 2020. Tampoco podría serle fácil sin la complicidad de la conducción sindical de Luz y Fuerza con su pasividad, o sea, dejan que año tras año, los salarios de las y los trabajadores, vayan perdiendo frente a la inflación.
Es hora que este sistema de privatización obsoleto sea reemplazado por un sistema único de servicio eléctrico y con control de las y los trabajadores, quienes sabemos cómo resolver los problemas cotidianos que se presentan en la red eléctrica, más los usuarios populares que son los que realmente se ven afectados por el sistema actual, además de discutir de qué manera priorizar los lugares donde se debería renovar las instalaciones precarias, que nos dejan estas dos empresas.
Cabe rescatar que, en los años anteriores a la última dictadura, hubo un proceso de cogestión que duró 900 días en el que las inversiones se incrementaron, hubo una reducción de los cortes de luz prolongados y el personal que había, era 7 veces más por cantidad de habitante que hoy día.
Seguimos pidiendo por un sueldo digno, aumento de plantillas y planta permanente a los tercerizados.