Las mujeres, que somos mayoría en el gremio magisterial, seguimos enfrentando todos los días la violencia y el feminicidio, cuya escalofriante cifra -12 cada día- continúa en aumento pese a las promesas del gobierno de la 4T de dar respuesta a las demandas de las mujeres.
En los últimos meses, noticias escalofriantes de feminicidios de maestras -como el caso de Luz Hernández del Estado de México, Erika en Chiapas o el de Itzel en Hidalgo- han ejemplificado que también padecemos en carne propia la violencia.
La desaparición de niñas y adolescentes que se ha incrementado en un 19 % en el 2022 -en comparación con el 2021- nos alerta de la urgente necesidad de organizarnos para frenar la situación, pues son nuestras alumnas a las que nos están arrebatando.
Aunado a esto, las cifras de embarazos en niñas y adolescentes ha crecido exponencialmente. Cada día son mil de nuestras niñas y adolescentes las que se enfrentan a esta dura situación.
Asimismo, estamos padeciendo un importante ataque a la educación y los derechos laborales de las y los maestros que permanece oculto bajo el discurso del gobierno de la 4T de la revalorización del magisterio y de la “transformación educativa” bajo el nuevo marco curricular.
En educación básica no hemos recibido un aumento salarial por encima de la inflación desde hace mucho tiempo. El año pasado, el gobierno federal de la mano del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) presentó con bombo y platillo un incremento salarial que para la mayoría de las y los docentes no sobrepasó los 200 pesos quincenales.
A pesar de la promesa de acabar con la reforma educativa peñista, las y los docentes seguimos enfrentando las evaluaciones de ingreso -que niegan el derecho al trabajo a las y los normalistas- y de promoción -ya sea para ganar horas o incentivos salariales o para acceder a un cargo directivo- a través de la USICAMM que ha sido denunciada en múltiples ocasiones debido a irregularidades y poca transparencia en los procesos, que además cada vez impone requisitos de participación más restrictivos.
La carga laboral aumenta cada día, pues la pandemia -y la política educativa aplicada durante la misma- nos legó un fuerte rezago educativo y un incremento de la violencia, un aumento de los problemas emocionales y psicológicos, en las adicciones, en los embarazos adolescentes y otras problemáticas en nuestros niños, niñas y adolescentes que enfrentamos día con día sin recursos humanos y materiales suficientes.
Con el nuevo marco curricular, el plan y los programas de estudio tienen una retórica de “izquierda” -que la derecha viene atacando bajo el argumento de la ideologización de la educación, como si ésta pudiera estar desprovista de ideología- que aparenta buscar la transformación educativa desde abajo, pero sin modificar ni un ápice las condiciones estructurales en las que se lleva a cabo la labor educativa, cuestión indispensable para pensar una verdadera transformación.
Sin personal suficiente con plenos derechos laborales que incluyan no solo maestros sino ayudantes de aula, psicólogos, médicos escolares, orientadores; grupos reducidos, horas colegiadas para planificar, evaluar y elaborar material; alimentos gratuitos para los estudiantes; materiales didácticos y tecnológicos; recursos para el mantenimiento adecuado de la deteriorada infraestructura escolar y una larga lista de etcéteras que requieren un aumento inmediato al presupuesto educativo -que podría obtenerse de dejar de pagar la deuda externa así como de impuestos a las grandes fortunas- la supuesta transformación educativa terminará en un nuevo incremento de la carga laboral para las y los trabajadores de la educación.
¿Qué sucede en educación media superior y superior?
En el caso de la educación media superior y superior, el ataque que vive el magisterio es aun más fuerte. La violación a los derechos laborales, así como a los contratos colectivos de trabajo son cada vez más frecuentes. Las nuevas formas de subcontratación, cada día más precarias, atentan contra la posibilidad de tener educación de alto nivel académico, pues mete al colectivo docente en una dinámica extenuante, pues muchos tienen más de un trabajo, para llegar a fin de mes y la mayoría no cuenta con los derechos básicos como el acceso a la salud.
Cuenta de esto la dan las luchas que las y los trabajadores de la educación vienen emprendiendo. Hace algunas semanas vimos al SUTUACM emplazar a huelga por violaciones a su contrato colectivo y porque la patronal -que es el gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum- les ofreció un ridículo 1.7% de aumento salarial.
Asimismo, a principios de este año presenciamos la lucha de los docentes del Colegio de Bachilleres -que luchaban entre otras cosas por aumento salarial- y hace apenas unos días el estallamiento a huelga del Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior de la CDMX (SUTIEMS) contra la creación de nuevas formas de contratación precarias, que atentan contra su CCT, rompen con la relación bilateral con el sindicato y además precarizan la labor de los maestros al reducir hasta en 3 mil pesos su ya de por sí magro salario. Además, el personal del IEMS viene de ser duramente reprimido por la policía del gobierno de Sheinbaum en una movilización donde había mayoritariamente mujeres, personas de la tercera edad y niños.
Maestras: defendamos nuestros derechos
Frente a esta situación es indispensable que las maestras nos organicemos contra la violencia, el feminicidio y la precarización laboral que padecemos. Para ello necesitamos luchar por democratizar nuestros sindicatos y utilizarlos como herramienta de lucha no sólo por las demandas gremiales, sino por nuestras reivindicaciones como mujeres.
¡Imagínense que el SNTE, el sindicato más grande de América Latina, pusiera su fuerza al servicio de frenar las desapariciones, los feminicidios y la violencia, que se movilizara en las calles con todas y todos sus agremiados para parar el país hasta que no haya #NiUnaMenos!
Por ello debemos exigir que los delegados sindicales de la Sección 10 del SNTE y todas las secciones del país hagan lo necesario para garantizar que las maestras y maestros podamos tomar las calles este 8M, si se niegan demuestran que nuestras necesidades y demandas no les importan.
La CNTE debe retomar con fuerza la movilización del 8M y convocar, junto a las demás organizaciones y sindicatos que se reivindican democráticos, a las y los trabajadores para generar un plan de lucha unificado que vincule las demandas laborales y gremiales con las demandas de las mujeres para pelear de forma unificada.
Hagamos de este 8M una gran jornada de reflexión y protesta por nuestros derechos, dentro y fuera de nuestras escuelas.
Para conversar sobre lo que podemos hacer las maestras para organizarnos te invitamos a sumarte a la charla entre maestras este 25 de febrero a las 6:00 pm. Inscríbete aquí y contáctanos a través de Facebook en Nuestra Clase y en Pan y Rosas México |