A un año de la asunción del gobierno de Gabriel Boric el cambio de gabinete, que se vivió el pasado viernes, reflejó la consolidación de un giro al centro del primer gobierno electo por fuera de las dos coaliciones formadas por los partidos de la transición, la derechista Chile Vamos (del expresidente Sebastián Piñera) y la ex Concertación (que integraban el Partido Socialista y el Demócrata Cristiano, entre otros).
Si bien el apoyo al gobierno de Gabriel Boric se desplomó rápidamente con el recrudecimiento de las condiciones económicas durante el 2022 (con la inflación como principal problema), el fracaso en el plebiscito constitucional de septiembre del año pasado condicionó en gran medida los márgenes de maniobra para el Ejecutivo, lo que lo llevó a adoptar una marcada agenda hacia “el centro”, moviendo sus fichas y poniendo en el frente a personajes de los partidos de la ex Concertación y dando mayores espacios de poder a sus representantes.
Con todo esto en el horizonte, el presidente Gabriel Boric decidió consolidar ese giro con el cambio de gabinete del viernes pasado. No solo se hicieron cambios en ministerios con problemas internos (Cancillería), también hubo cambios para equilibrar los pesos de los partidos que actualmente sostienen al Gobierno. Los grandes afectados, los partidos que integran la coalición Apruebo Dignidad.
Aun cuando Carolina Tohá, ministra del Interior, negó que el Gobierno se esté transformando en uno conducido por los partidos de la ex Concertación, la realidad es que políticamente el Ejecutivo no dista mucho de estos. Gestos no han faltado, los saludos de Boric a la expresidente Michelle Bachelet, retomar los puntos “buenos” de los gobiernos de los últimos 30 años, el acercamiento constante al mundo empresarial o el encuadramiento con los intereses políticos del imperialismo norteamericano en la política exterior del país, son algunos ejemplos del giro del Ejecutivo.
Los cambios en la “segunda línea” de los ministerios también dio un amplio margen para figuras ligados a los partidos de Socialismo Democrático, que recibió 6 subsecretarías contra las 4 del Frente Amplio, los 4 independientes y los 2 del Partido Liberal (quien se quejó de no recibir ningún ministerio).
Un año para consolidar
El 2023 va a ser un año complejo para el mandato de Gabriel Boric. El rechazo a la reforma tributaria significó un gran golpe ya que queda imposibilitado de volver a presentar una iniciativa de ley similar hasta el próximo año. Además, proyectos emblemáticos como la reducción de la jornada de las 40 horas vienen siendo modificados en las discusiones de la Cámara baja y el Senado, esto hace parecer que el proyecto que pueda ser promulgado no será provechoso para las y los trabajadores.
Lo mismo con la política de salario mínimo, que luego de un año de alta inflación, la pérdida del poder adquisitivo de la clase trabajadora se redujo y el alza no sirvió para contener esta caída. Otra política estrella del Gobierno, en poco tiempo se tradujo en letra muerta.
La única agenda exitosa que viene desarrollando el Ejecutivo es la relegitimación de las policías y el Ejército, quienes en las últimas encuestas han recibido un amplio apoyo, todo esto gracias tanto al discurso del propio presidente Boric como a la extensión ya casi permanente del estado de excepción en el sur chileno o el envío de militares a la frontera norte para enfrentar a los migrantes.
También ha fortalecido el rol de las policías en el tema “seguridad”, invirtiendo miles de millones de pesos en mejorar el equipamiento para Carabineros y entregando mayores facultades para aplicar la represión con la justificación del combate a la delincuencia.
Este es precisamente el giro que está intentando consolidar Gabriel Boric y su gobierno, siguiendo los consejos del español Iñigó Errejón, se han propuesto mostrarse frente al gran empresariado y los poderosos de siempre como quienes pueden garantizar el orden y la seguridad del país ¿a qué costo? al de articular un gobierno cada vez más conservador. |