La Reserva Federal (Fed) se encuentra en un dilema respecto a la continuidad de la política de suba de tasas de interés como el mecanismo predilecto elegido para el control de la inflación.
De una parte, el ritmo de la inflación, si bien con una tendencia descendente, persiste en niveles elevados. De otra parte, las consecuencias de girar hacia una suba sostenida de tasas, después de dos años de inyección monetaria y de años de mantener tasas relativamente bajas luego de la crisis de 2008, comenzó a mostrar los primeros coletazos, ya no directos sobre la actividad económica, sino sobre el propio sistema financiero a partir del colapso del Silicon Valley Bank y el Signature Bank el viernes pasado.
Este martes el Gobierno publicó el dato de la inflación mensual de febrero, que registró un aumento de 0,4 % mensual y un valor acumulado de 6 % en los últimos 12 meses. Ello implica una suavización de la suba de precios respecto al 0,5 % y 6,6 % registrados respectivamente en enero, alejándose del máximo de 9,1 % anual de junio y con una racha de 8 meses moderándose. Sin embargo, sigue estando muy por encima del objetivo de inflación anual del 2 % fijado por la Reserva Federal.
Asimismo, hay algunos datos que siguen preocupando. Si se excluyen la inflación de alimentos y energía que suelen ser más volátiles, los llamados "precios subyacentes" aumentaron un 0,5 % en febrero, ligeramente por encima de la subida del 0,4 % de enero, y con un índice acumulado de 5,5 % respecto a doce meses antes.
Por su parte, le índice de vivienda fue el que más contribuyó al aumento mensual de todos los artículos, y representó más de 70 % del incremento.
Ahora, ante el colapso de los bancos Silicon Valley Bank la semana pasada y Signature Bank, con sede en Nueva York, analistas esperan que haya pueda haber una pausa en las subas pautadas de la tasa de interés por la Fed, aunque podrían continuar más adelante. Actualmente, luego de ocho subas en el último año, se ubica en un rango entre 4,5 % y 4,75 %, el nivel de tasas más alto desde 2007.
El martes pasado, el presidente de la Fed, Jerome Powell, había declarado ante el Comité Bancario del Senado que si el nivel de empleo y la inflación seguían al alza, la Fed probablemente subiría los tipos de interés en la reunión de este mes, en un considerable medio punto.
Pero al día siguiente, al testificar ante un comité de la Cámara de Representantes, Powell advirtió que no se había tomado ninguna decisión definitiva sobre lo que haría la Fed en la reunión de marzo. Aun así, el viernes, el Gobierno informó hubo un incremento de 311.000 puestos de trabajo el mes pasado. Era una señal potencial de que la inflación seguiría siendo alta.
Sin embargo, ese mismo día se produjo la quiebra del Silicon Valley Bank, concentrando todas las preocupaciones del Gobierno norteamericano y la Reserva Federal ante el riesgo sistémico de su contagio a más bancos. Esto motivó el "rescate" de los depositantes (empresas tecnológicas en su mayoría) que no habían podido extraer sus depósitos a tiempo.
Si bien el presidente Joe Biden salió a aclarar que "no se trataba de un rescate" porque los fondos no provenían del erario público sino de un Fondo (FDIC) compuesto por los propios bancos, tampoco queda claro hasta qué límite pueden rescatar a los bancos si este problema se desencadena. Por su parte, el gobierno norteamericano para resguardar los activos de las grandes tecnológicas (depósitos) estas empresas amenazan con miles de despidos (y muchas de ellas ya vienen despidiendo).
El episodio experimentado con el colapso de los dos bancos mostró a su vez el límite que tuvo el boom de las startup (tecnológicas) entre 2020 y 2021, que habia sido alimentado por la suba de las acciones en un contexto de inyección de liquidez por parte del Gobierno. Ahora, la suba de tasas de interés comienza a desvalorizar los activos de estas empresas y complica su financiamiento, poniendo en evidencia que su valuación no estaba asegurada.
También algunos analistas destacan que la crisis del Silicon Valley Bank y del Signature Bank, podría impactar indirectamente en un enfriamiento de la inflación por la vía de una retracción del crédito por parte de bancos más pequeños y medianos, con el objetivo de evitar descalces en sus balances. Esto, no obstante, impactaría en un enfriamiento de la economía y por este camino en un descenso de la suba de precios.
La suba de las tasas en Estados Unidos promueve la inversión y especulación en instrumentos financieros y al mismo tiempo encarece el crédito, bajando la cantidad de fondos destinados a la producción y sacando dinero de circulación. Es por este motivo que siguen vigentes los riesgos de desencadenar una recesión profunda (caída de la economía) que afectaría negativamente a los trabajadores, aumentando el desempleo y tirando a la baja los niveles salariales.
Por su parte, para los países no imperialistas, como la Argentina las consecuencias pueden ser peores, especialmente quienes están mayormente endeudados en dólares. Se restringe el acceso al crédito externo y aumenta el costo del endeudamiento. También la suba de tasas funciona como una "aspiradora de dólares", salida de divisas y presiones sobre el tipo de cambio. |