La última dictadura tuvo entre sus objetivos desmantelar las empresas del estado y el plan neoliberal del menemismo logró vender las joyas de la abuela y después de 30 años el sistema energético está en su peor momento. Recordamos la campaña mediática previa a la avanzada privatizada donde se planteaba que las empresas del estado daban un mal servicio y que la salida era que pasen a manos privadas. Es urgente pelear por una salida a esta estafa que beneficia a un puñado de empresarios y que deja sin luz a millones de hogares.

La dictadura designó como interventor del servicio eléctrico al Capitán de Navío José Alcides Rodríguez con la política de “reducción del personal y racionalización productiva". Confeccionó una primera lista para despedir a más de 260 trabajadorxs; la mayoría militantes y activistas. La reacción no se hizo esperar y se tomaron medidas como el trabajo a tristeza o a desgano. Hasta llegar al paro general del sector. Para avanzar en sus objetivos detuvieron y desaparecieron a cientos de activistas y militantes en el sector. El ataque fue durísimo, el enemigo era claro: lxs trabajadorxs.

El servicio eléctrico estaba en la experiencia estatal iniciada en el 72. Este modelo estaba dirigido por la burocracia política y sindical, ahí encontraba sus límites. En este contexto se podía haber profundizado la perspectiva del potencial que tenía la clase obrera para tomar en sus manos el desafío de controlar su propio destino y en este caso en particular de un servicio esencial y estratégico para la sociedad moderna.

Con la vuelta a la democracia, las empresas del estado terminaron endeudadas y desfinanciadas. Durante el gobierno de Alfonsin llegaron los cortes de luz masivos como resultado de esta ofensiva. En los medios de comunicación decían que para terminar con los cortes de luz había que privatizar. Menem lo hizo y entregó el sistema eléctrico por 100 años a capitales privados.

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Menem consolidó el proceso iniciado por la dictadura (1976-1983). Desreguló la economía, abrió los mercados y privatizó las empresas públicas, acompañando la avanzada del capital sobre el trabajo. Los sucesores de Menem no rompieron con este mecanismo de expoliación del servicio eléctrico, sino que en muchos casos se agravó consolidando el modelo privatizador vía subsidios (kirchnerismo) o con tarifazos (Macri). Estos procesos lograron establecer la pobreza energética; un nuevo rebenque del régimen con el que azota al pueblo laborioso el capitalismo.

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Hoy la tarea es acabar con la herencia de la dictadura cívico militar y eclesiástica. Durante este verano de ola de calor, cientos de barrios enteros en todo el país sufrieron los cortes de luz, escuelas con una infraestructura desfinanciada y miles de usuarios denunciando en las calles a las privatizadas. Myriam Bregman y Nicolás del Caño junto a todo el FIT, plantearon que para superar la crisis actual y el viejo modelo estatal. La necesidad de estatizar las empresas de energía, pero bajo control de obreros, técnicos y usuarios y en armonía con el medio ambiente. La burocracia sindical de Luz y Fuerza acompañó las privatizaciones, cómplice de todos los gobiernos, hoy le da la espalda a miles de usuarios y a sus propios trabajadores ante la gravedad de la crisis energética. Para conquistar esta perspectiva tenemos que transformar la bronca en fuerza; organizándonos en cientos de comités de trabajadores, técnicos y representantes de los usuarios en todos los barrios, para que la energía sea considerada un derecho y no un activo, commodity o ganancia para unos pocos.

Recordamos a nuestros compañerxs ahora y siempre!!!
Detenidos-desaparecidos de Luz y Fuerza (SEGBA, Agua y Energía)