En el último mes se ha registrado un alarmante aumento de casos de dengue, según los datos correspondientes a los boletines epidemiológicos oficiales. ¿Qué medidas se están tomando para evitar la propagación de dengue?
El brote de dengue en Argentina está preocupando al personal de salud ya que, según los registros oficiales, los casos positivos vienen aumentando aceleradamente desde que empezó marzo. Las jurisdicciones con circulación viral autóctona de dengue son 13: Buenos Aires, CABA, Santa Fe. Tucumán, Salta, Jujuy, Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Formosa, Chaco, Catamarca y Santiago del Estero.
Según el último Boletín Epidemiológico Nacional, que emite semanalmente el Ministerio de Salud de La Nación, hasta la tercera semana de marzo (Semana Epidemiológica 11), “se registraron en Argentina 9.388 casos de dengue de los cuales 8.504 no tienen antecedentes de viaje (adquirieron la infección en su jurisdicción de residencia)”.
El mismo informe señala que los casos positivos “Al momento actual se encuentran en ascenso, llegando a cerca de 3.000 casos en la semana epidemiológica 10 (duplicando el número de la semana previa)”, comparando la primera y segunda semanas de marzo.
Las provincias más comprometidas son Santa Fe con 2.979 casos, Tucumán con 2.010, Salta con 1.372, CABA con 727, Santiago del Estero con 719, y Buenos Aires con 564 confirmados. En el caso de Santa Fe y CABA, se registran casos de los dos serotipos que circulan en el país (DENV-1 y DENV-2), lo que aumenta la posibilidad de casos graves.
Por ahora, la dinámica de evolución de casos sigue un patrón similar al de 2020, aunque con “30% por debajo del número acumulado ese año para la semana 11”. Pero ¿por qué vuelve a repetirse una epidemia que no es nueva? Las acciones de “prevención” y políticas públicas llegan tarde y mal enfocadas.
Si bien la dispersión del dengue es multicausal, desde el Ministerio de Salud se sigue haciendo hincapié en el traslado de personas y se pone menos énfasis en las causas estructurales y en las políticas públicas necesarias para combatir el vector de la enfermedad.
Como se sabe, el dengue (entre otras enfermedades como el chikungunya, el zika y la fiebre amarilla) es un virus transmitido por las especies de mosquito de la familia Aedes que actúan como vector cuando pican a una persona infectada y luego a otra. Por lo tanto, actualmente la forma de prevenir la enfermedad es combatiendo al mosquito, o a sus picaduras.
Para lo primero, es fundamental evitar acumulaciones de agua en tachos, charcos, floreros o cualquier otro recipiente, ya que allí se desarrollan las larvas y pupas del mosquito en el transcurso de pocos días. Para lo segundo, necesitamos contar con repelentes, ya sea corporales o de ambiente, que no van a matar a los mosquitos pero los mantendrán lejos de nosotros.
Como nos tienen acostumbrados, los gobiernos nacional y provinciales, incluyendo el de CABA, vienen haciendo “campañas de prevención” en los medios de comunicación, poniendo el énfasis en la responsabilidad individual, es decir, en que cada uno debe evitar acumulaciones de agua en su domicilio y usar repelentes.
Sin embargo, una mirada integral en el manejo del vector obliga a ver más allá de la conducta individual y a actuar sobre las causas inmediatas y estructurales de la propagación del mosquito. El “descacharrado”, como se le llama a las acciones para eliminar objetos que puedan ser reservorios de agua y limpiar los posibles criaderos de mosquitos no puede quedar en manos de cada hogar y familia. Tiene que ser una política integral desde el propio Estado que, junto a las y los vecinos, lo lleve adelante en las casas particulares pero también en espacios públicos.
Otra medida inmediata y urgente es la provisión de los elementos necesarios como cremas, spray o tabletas, que permitan ahuyentar al insecto transmisor. Dichos productos son cada vez más costosos debido a la inflación, y como es de suponer, resultan más difíciles de adquirir para los sectores de menores ingresos, que deben dar prioridad en sus gastos a la alimentación.
Entre las medidas estructurales podemos mencionar la planificación del crecimiento de las ciudades y un plan de obras públicas para mejorar la infraestructura, por ejemplo para que el agua de red llegue a todas las casas. Pero también, como señalan investigaciones recientes, la expansión del agronegocio se encuentra entre una de las causas fundamentales de la dispersión del mosquito, ya que los agrotóxicos tienen efectos devastadores sobre la población de peces y anfibios, predadores naturales de los insectos. Es imprescindible una transición hacia otra forma de producir, que restaure el metabolismo de la naturaleza.
Además, con el calentamiento global, al aumentar las temperaturas mínimas y medias, se proyecta mayor propagación de las enfermedades “tropicales” entre las que se encuentra el dengue. No es casualidad que haya menos “propagandas” sobre estos factores, ya que implicaría un rumbo completamente distinto al que vienen tomando los gobiernos en la profundización de los extractivismos que exacerban estas problemáticas y la desigualdad social. Terminar con la epidemia del dengue y otras enfermedades que repercuten mayormente en los sectores populares requieren políticas que reconozcan el problema, sus causas y actúen en consecuencia.