La agencia Reuters dio a conocer que el gobierno de Estados Unidos planea enviar a México un ultimátum en las próximas semanas, con la intención de salir del estancamiento en que se encuentran las conversaciones para solucionar las controversias con México en torno a la política energética del presidente López Obrador.
Estados Unidos y Canadá solicitaron el inicio de las conversaciones desde julio del año pasado. Según las reglas del T-MEC, al pasar 75 días sin solución es posible solicitar un panel internacional para resolver las controversias.
Previo a que se solicite el panel, se espera que la Oficina de la Representante de Comercio de Estados Unidos haga una “oferta final” a México para que abra su mercado energético a la inversión extranjera (para la generación de energías renovables pero también para gigantes como Chevron).
Las inconformidades de Estados Unidos se centran en las modificaciones propuestas en 2021 a la Ley de la Industria Eléctrica de México, que dan prioridad a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) sobre la electricidad generada por competidores privados.
En un intento por que no se escale en la disputa energética, Raquel Buenrostro, la secretaria de Economía en México, expuso ante socios de la American Chambers of Mexico que se trabaja con la Secretaría de Energía con el fin de que se autoricen permisos a las empresas privadas para la autogeneración de energía pues, según dijo, en el sector continúa vigente la legislación que emanó de la reforma energética de 2013-2014.
Sin embargo, la voracidad imperialista no tiene límites, y que una empresa estatal como la CFE sea legalmente favorecida en la competencia capitalista, es inadmisible.
Como aves de rapiña
A lo anterior se suma la presión sobre el gobierno del actual presidente Joe Biden, por parte de demócratas y republicanos (que se preparan para disputar la presidencia de Estados Unidos el próximo año), para endurecer sus posturas hacia nuestro país.
De no haber una respuesta satisfactoria al ultimátum imperialista, México podría perder frente a un panel de solución de controversias, lo que le daría derecho a Estados Unidos y Canadá a imponerle aranceles multimillonarios a sus mercancías.
Como ocurre con la disputa en torno al maíz transgénico, el T-MEC se muestra cada vez más claramente como un instrumento de mayor subordinación de México al imperialismo estadounidense y canadiense.
Como es sabido, la oposición neoliberal frenó en el Congreso la reforma eléctrica presentada por AMLO, que favorecía a la CFE sobre la generación privada de electricidad. Sin embargo, esa reforma se quedaba a medias en el camino de lograr la soberanía energética pues, entre otras cosas, ni siquiera se proponía renacionalizar “ni un tornillo” de la industria eléctrica.
Para alcanzar realmente la soberanía energética es necesario renacionalizar toda la industria del sector, sin indemnización a las patronales y bajo control de sus trabajadores organizados democráticamente, lo cual además permitiría elaborar un necesario plan de transición hacia energías renovables.
Es decir, se necesita una política que rompa con la subordinación al imperialismo, algo que no está entre los planes de la 4T y que sólo podrá conquistarse mediante la más amplia movilización en las calles de todo el pueblo mexicano, con las y los trabajadores del sector energético al frente.
| 
