Ante un nuevo 2 de abril, recordamos a deportistas que fueron a la guerra, el uso que intentó hacer la dictadura de la épica deportiva durante el conflicto y el papel de algunos medios deportivos.

Este domingo se está cumpliendo el 41° aniversario del 2 de abril de 1982; se conmemora a los veteranos y caídos en la guerra de Malvinas. Aunque comenzaba un hecho muy significativo históricamente, muchos aspectos de la vida cotidiana como el deporte siguieron su curso habitual. ¿Qué pasaba con el deporte y con los medios deportivos en aquel momento?

En el último tiempo empezaron a darse a conocer cada vez más historias de deportistas que fueron excombatientes de Malvinas. El caso más resonante es el de Omar De Felippe, que actualmente es director técnico (pasó por Quilmes, Independiente, Vélez y Newell´s, hasta el año pasado estaba en Platense). En 1982 estaba por cumplir 20 años, ya había hecho la colimba y jugaba en la reserva de Huracán, estaba muy cerca de llegar al primer equipo del Globo. Pero en ese abril del 82 fue convocado a volver al ejército; viaja a Río Gallegos desde donde voló enseguida para las trincheras: De Felippe pasó en el frente casi todo el período que duró la guerra contra el Reino Unido. Pudo retomar su carrera cuando volvió de Malvinas, llegó a la primera de Huracán donde jugó durante 5 años, después emigró a Ecuador, volvió a equipos de Bahía Blanca (Olimpo y Villa Mitre), pero empezó a ser un nombre más conocido cuando pasó a integrar cuerpos técnicos de entrenadores como el Ruso Zielinski (su carrera empezó como ayudante del Ruso en San Telmo), luego con Julio Falcioni, hasta que arrancó su propia carrera como DT. Y esto coincidió con que, por esos años, a fines de los 90 pudo explayarse por primera vez sobre los traumas que le generó haber vivido la guerra. Por ejemplo, recuerda que entre los primeros partidos que jugó lo entrevistaron en una radio en el vestuario y nombró a un soldado caído que había sido su compañero; al otro día fue al entrenamiento el hermano de ese soldado para conocer mejor qué había pasado con su hermano, porque su mamá todavía lo seguía esperando con esperanzas de que regresara. Quedó tan impactado De Felippe que poco después Víctor Hugo Morales le sacó el tema de Malvinas en una entrevista y él quedó trabado. Pero para el año 98 en una entrevista con El Gráfico tocó el tema en profundidad y recordaba entre varias anécdotas crudas que cuando viajó para Malvinas había una gran euforia que se expresaba en forma de cantitos de cancha.

Cabe recordar que la Selección Argentina se preparaba para el Mundial de España 82, con un plantel que mezclaba a parte de la generación campeona del 78 con pibes que lograron el Mundial juvenil 79 (como Maradona). Había mucha expectativa. Con ese marco, la dictadura ya comandada por Galtieri, que estaba en crisis, que había sido desafiada con el primer paro general pocos días antes (el 30 de marzo de 1982), había desarrollado un discurso que estaba muy teñido de épica deportiva. Y en consonancia con esto, medios deportivos del momento y en especial la revista El Gráfico de Editorial Atlántida (muy comprometida con los planes de la dictadura) intentan mostrar gestas deportivas como integradas a un “combo de argentinidad” del que la guerra también era parte: en abril del 82 El Gráfico cambia el logo de color rojo a letras en celeste y blanco y muestra en tapa un triunfo vergonzoso del seleccionado de rugby argentino en Sudáfrica (que no pudo jugar con el nombre de Los Pumas porque jugó violando el boicot internacional que había contra el régimen del Apartheid). A partir de ese número se hace constante un exitismo deportivo acorde a tapas del estilo “Estamos ganando” de revistas como Gente. Un libro publicado en 2022 por el periodista Alfredo Bernardi -titulado El Gráfico y las Malvinas, Periodismo deportivo en tiempos de guerra- destaca este tipo de cuestiones, como tapas de la revista en las que se mezclan triunfos deportivos con leyendas tipo “En el mundo del deporte, este grito se escuchó más fuerte que nunca ¡Argentina!”. Pero el principal hallazgo de este trabajo es que recuerda que a fines de abril un editorial del director de El Gráfico, Constancio Vigil, autopromocionaba que se iban a enviar miles de ejemplares de la revista a Malvinas y en mayo otro editorial de Vigil transcribía una carta que le mandó a Joao Havelange (presidente de FIFA en esa época) planteando porqué el organismo debía apoyar el reclamo argentino.

Como una metáfora trágica del desenlace, la Selección Argentina cayó el domingo 13 de junio en su partido debut en el Mundial: perdió 1-0 contra Bélgica. Esa noticia se combinó al día siguiente con la rendición de la plana mayor en una guerra mal preparada, que los jerarcas militares creyeron que iba a ser casi un desafío deportivo en lugar de un cuestionamiento al colonialismo imperialista, como objetivamente era; los milicos no tenían pensado enfrentar realmente los intereses de la dupla Estados Unidos-Inglaterra. Sin embargo, un futbolista, ídolo del Tottenham Hotspurs de Londres, en ese mismo 1982 sacaba una conclusión mucho más sensata en pleno mundial: “Estoy muy triste. Luchamos solos contra Estados Unidos y los ingleses, por eso no podemos olvidar la ayuda moral y material que nos han dado países como Venezuela, Perú y Panamá. De cualquier manera, la lucha fue totalmente desigual, pero estoy convencido de que algún día nuestra bandera volverá a flamear en las islas porque es un territorio que nos pertenece”, declaró Osvaldo Ardiles (campeón del mundo en el 78) a la revista El Gráfico. A 41 años, el reclamo sigue vigente. Como dice el cantito: “Por los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”.