En el mediodía de este lunes, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, fue golpeado en el rostro y otras partes del cuerpo por decenas de choferes de colectivo de diversas líneas de la Zona Oeste del Gran Buenos Aires. Estos trabajadores protestaban ante el crimen de uno de sus compañeros de la línea 620, ocurrido en Virrey del Pino (La Matanza), durante la madrugada. Hace 4 años en la línea habían sufrido el crimen de Leandro Alcaraz. En ese momento el Ministro de Seguridad era Cristian Ritondo.
Daniel Barrientos, de 65 años de edad, fue asesinado de un disparo en el pecho en un intento de robo mientras conducía un colectivo. El marco fue un intercambio de disparos entre quienes intentaban robar y un policía de la Ciudad de Buenos Aires que viajaba como pasajero. Éste quiso impedir el atraco al dar la voz de alto.
Luego del crimen, la conducción de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), en manos de Roberto Fernández, convocó a un paro de todas las líneas de la Zona Oeste en reclamo de “más seguridad”. Una exigencia que, reiteradamente, desde el Gobierno es respondida con más policías en las calles, más cámaras y más patrullaje, pero que no sirve para evitar tragedias como la que terminó con la vida de Barrientos.
Como parte de la protesta, decenas de choferes realizaron un corte en Avenida General Paz y Ruta 3 desde la mañana. Cerca del mediodía, con el objetivo de desactivar el piquete y dar algunas “explicaciones”, el ministro Berni y su par de Transporte, Jorge D’Onofrio, arribaron al lugar. Llegaron con la misma prepotencia con la que Berni llegó a otros lugares a reprimir trabajadores (Lear, la 60, Guernica). En cuestión de segundos recibieron el repudio de parte de los manifestantes.
Con todos lo móviles televisivos y radiales en vivo, Berni y su grupo de funcionarios recibieron golpes de puño y de diversos objetos que les lanzaron. El mismo ministro sufrió heridas en la cara y perdió sus zapatos al intentar alejarse. Fracasó en su intento de calmar la bronca de los trabajadores que no paraban de gritarle "¡mentiroso!" y "¡que se vayan todos!".
La llegada de Berni y D’Onofrio, con una actitud fiel a su estilo pendenciero, fue tomada más como una provocación por los choferes que como un aporte a buscar soluciones. Y de esa forma lo expresaron. Y como si fuera poco, efectivos de Infantería de la Policía porteña -que por jurisdicción interviene en el sector donde se produjo la golpiza- decidieron reprimir a los propios choferes, al tiempo que retiraban a Berni y el resto de los funcionarios provinciales. Así dejaron claro que no son las fuerzas policiales las que pueden cuidar a los trabajadores.
El crecimiento de muchos tipos de delito tiene como marco de fondo una creciente crisis social y económica. Con una pobreza que alcanza a casi el 40 %, con una inflación que superó el 102 % anual y con un ajuste permanente a las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras. Pero también el accionar de la Policía Bonaerense, que justamente es una de las organizadoras del delito, "liberando zonas" y reclutando para las bandas. El crimen de Luciano Arruga dejó expuesto el modus operandi policial.
Precisamente por eso, la demagogia que plantea la derecha de imponer más presencia policial -o de otras fuerzas como la Gendarmería- no puede ser ninguna salida de fondo. Por el contrario, como vimos acá, también pone en riesgo la vida de los mismos trabajadores y pasajeros.
La bronca que estalló tiene como marco, también, la precariedad de las condiciones laborales a las que están sometidos los choferes. Con bajos salarios, jornadas extensas y altas condiciones de precarización laboral, el malestar es extendido. En ese marco, un reclamo sentido es la instalación de cabinas en todas las unidades. Estas permitirían proteger al chofer ante eventuales intentos de asalto. Este planteo es realizado desde distintos sectores, incluyendo sectores combativos opositores a la conducción de Roberto Fernández pero también a la lista de Bustinduy.
A pesar de los millonarios subsidios que reciben las empresas, la UTA nunca ha tomado acciones para imponer cabinas en todas las unidades. Hay que exigirles que convoquen un plan de lucha por medidas elementales como esa y dejen de pedir más policías cuidando la billetera de los grupos que acaparan el transporte. Pero también que convoquen a medidas de lucha por inmediato aumento del salario y para terminar con las pésimas condiciones de precarización laboral que sufren miles de trabajadores.
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