A propósito del Día internacional de las y los trabajadores, seleccionamos una serie de publicaciones que reconstruyen momentos de la historia y tradiciones de lucha obrera del país. Pasen y lean.
👉🏼 Combinando las posibilidades interpretativas que ofrecen los cruces de clase, género, edad y etnicidad, los ocho capítulos reunidos en Género, trabajo y política. Experiencia, sociabilidad y protesta en la Argentina del siglo XX (Imago Mundi, 2022) por Andrea Andújar, Laura Caruso y Silvana Palermo permiten acercarse a las relaciones y redes de sociabilidad que los trabajadores y las trabajadoras construyeron en su vida cotidiana, fuera y dentro de su lugar de trabajo, teniendo en cuenta varios recortes de escala local y temporales a lo largo del siglo XX.
Los capítulos se combinan entre sí más allá de lo particular de sus temáticas, y desarrollan un corpus propio con fuentes documentales de las más variadas que construyen otro nivel de lectura, por momentos de tono biográfico, en el que los detalles operan como una lente para pensar históricamente y explorar los entramados sociales, políticos y culturales de la época.
Sin agotar el recorrido del libro, el estudio de Laura Caruso sobre el mundo del trabajo del estibador apela a una selección de imágenes como “un insumo esencial, que permite reponer sentidos de esas relaciones y experiencias pasadas, difícilmente accesibles en fuentes textuales”, y muestran otras realidades de la masculinidad asociada a esta labor. La investigadora Erica Cubilla rescata el rol de la prensa gráfica barrial como medio de articulación entre los sujetos y el espacio urbano, en la construcción del imaginario de una comunidad, en este caso de Villa Devoto, develando las posibilidades de trabajo femenino en actividades comerciales o por cuenta propia.
Las entrevistas que realiza Débora Saso recuperan la lucha de un grupo de trabajadoras que a finales de la década del noventa, ocupó durante 100 días la fábrica textil Manufacturas Textiles Patagónicas, en la ciudad de Trelew, acompañando la conflictividad social de la década. Estas memorias dan forma a una crónica, la de una toma inesperada, de conflictos y solidaridades, de quienes como madres y amas de casa, costureras la mayor parte de sus vidas, peleaban no solo el salario, sostén de sus hogares, sino su identidad y se abrieron paso en el desafío. “Lo que nunca se imaginaron es que íbamos a luchar” recuerdan, decididas a cuestionar los prejuicios del mundo sindical y los roles de género.
Un segundo registro del libro se vincula a las experiencias tituladas de “Lucha y diversión: tramas de la protesta obrera”. Entre otros trabajos, Agustín Nieto visibiliza la actuación de las trabajadoras portuarias, en un campo en el que las representaciones son “masculinas” por excelencia. Rastrea el activismo y la militancia femenina en los procesos de lucha obrera no solo como fuerza de trabajo explotada, en la fabricación de las bolsas para que la producción agrícola se realizara como capital, sino como integrante de una comunidad obrera barrial, gremial y política.
Y por último mencionar el estudio de la historiadora Débora Garazi, que expone las paradojas que esconde el imaginario de lo “masculino y femenino” en las ocupaciones ligadas al rubro de servicios personales hotelero, en la ciudad balnearia de Mar del Plata, en pleno auge a mediados de la década del 50.
Petroleros, ferroviarios, estibadores, portuarias, textiles, comerciantes, profesionales. La propuesta de Género, trabajo y política… habla del pasado pero tiende un puente con los debates del presente. Como señalan las compiladoras, combina la historia social con los estudios de género y logra demostrar que la dimensión de género es constitutiva del trabajo, de sus sentidos, de las prácticas organizativas y de las reivindicaciones de la clase trabajadora.
Escenas como la del 17 de Octubre con los trabajadores en la Plaza de Mayo o las del Cordobazo de 1969, en las que los manifestantes aparecen enfrentando a la policía montada en las calles empedradas de la capital, recuerdan experiencias de la clase obrera argentina que han circulado mayormente en coberturas periodísticas, aniversarios o actos callejeros y con ello han tenido mayor divulgación. 👉🏼 Hitos en la historia de la clase obrera argentina (1936-2001), Colección Libros de Cátedra, de la Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, 2022 a cargo de Nicolás Iñigo Carrera y Roberto Elisalde las recupera y completa el cuadro, rescatando otros hitos, tal como conceptualizan los compiladores, menos visibilizados.
La publicación reúne en catorce capítulos, de forma sintética y accesible, distintos episodios de la lucha de clases protagonizados por las y los trabajadores argentinos, de los cuales once corresponden al período 1930-1970 y los tres restantes a momentos más recientes, como la huelga de abril de 1979 (la “Jornada nacional de protesta”) en plena dictadura militar o la huelga docente de 1988, que culminó en la Carpa Blanca e hizo del derecho a la educación pública y gratuita una demanda nacional de enorme reconocimiento social.
Cada uno de los relatos incluye una crónica histórica de los hechos, apuntando a conocer los procesos económicos y políticos en que se desarrollaron, sus principales protagonistas y los debates político-sindicales que los signaron. Si bien reconocen distintos medios de lucha, comparten la presencia de la huelga como ejercicio propio de la acción obrera en el terreno reivindicativo o en instancias de enfrentamiento político, como durante las Jornadas de junio y julio de 1975. Hitos… se suma, entonces, a otras publicaciones interesadas en rescatar la tradición de la clase obrera en el país no exenta de debates sobre temas centrales como la relación entre la lucha económica, la huelga general y política; la dinámica objetiva de las luchas reivindicativas y la política de independencia de clase; el rol del peronismo o de orden metodológico respecto a cómo se constituyen las clases sociales.
👉🏼 Cada 24 de marzo al recordar el día del golpe de Estado uno de los aspectos más discutidos gira sobre las causas que llevaron a su desenlace o la magnitud del genocidio que los militares impusieron en el país. Aunque no es el propósito central del libro abordar estas cuestiones, la investigación y reconstrucción que realiza Octavio Crivaro, dirigente del PTS, en su libro Villazo la gran gesta obrera en Villa Constitución (Ediciones IPS. 2018) esclarece alguno de estos nudos centrales. Al contextualizar la ofensiva represiva que se despliega en Villa Constitución en marzo de 1975 por orden del gobierno de Isabel Perón, se hacen inteligibles tanto los propósitos y los métodos de lo que luego a partir del golpe de 1976 generaliza la dictadura militar: la intervención combinada de las FFAA y distintas fuerzas represivas, rodeando las principales fábricas, acompañada de la acción de bandas paramilitares y grupos de tareas, en la detención, persecusión y asesinato de sectores combativos de la vanguardia obrera y popular de la época. El Villazo puede considerarse también un caso testigo de responsabilidad y colaboración empresarial, en el que los Acevedo y Martínez de Hoz al frente de Acindar jugaron un rol político central. Recuerda una etapa en la historia del país que comienza en 1969, cuando la clase obrera ocupa el primer plano y desde entonces encamina una lucha enfrentando en las calles acuerdos y pactos sociales, en el escenario político que el Cordobazo había alterado.
El libro aborda los distintos momentos en que esta gesta obrera del sur santafesino enfrentó a la burocracia sindical y el gobierno peronista; las asambleas obreras, la toma de fábricas y los piquetes, los fondos de huelga, la organización y autodefensa y una extendida solidaridad popular y de otros trabajadores convirtiéndose en un ejemplo que irradia a otros ámbitos del país. Experiencias abordadas críticamente, con el objetivo de reconocer en ellas aciertos y errores, lecciones para el presente. Así se destaca el balance que realiza el autor del plenario antiburocrático convocado el 20 de abril de 1974, por el Comité de Lucha de los metalúrgicos de Villa, en el Club Riberas del Paraná del que participan, además de Piccinini y los sectores combativos de Villa, los cordobeses Agustín Tosco de Luz y Fuerza y René Salamanca del SMATA y otros referentes combativos de la izquierda. Crivaro profundiza en el alcance, los límites y debates que cruzan el Plenario ya que no solo estaba en juego el reagrupamiento y la coordinación de los sectores combativos para enfrentar el Pacto social y las tensiones internas dentro del propio peronismo sino que el plenario, escribe “podría haber cumplido un rol de contención contra los golpes políticos que comenzaba a dar la derecha peronista, en la Provincia de Buenos Aires y Córdoba principalmente (...) haber resguardado a estos sectores que comenzaban a ser blancos de ataques de las bandas paramilitares y, a futuro, ir construyendo una alternativa de oposición a la burocracia, que pudiera jugar un rol activo como alternativa de dirección cuando la crisis económica empujara ya a sectores de las masas a salir a las calles, como ocurrió apenas un año después, en junio de 1975”, señalando un problema clave y menos discutido en los debates actuales sobre este tema.
El libro recupera el rol político, moral y logístico que jugó la Comisión de mujeres de Villa durante todo el proceso, al que considera el primero en que “los obreros intervienen ante un gobierno peronista, cada vez más hacia la derecha, antiobrero y represivo” y una gran experiencia para aquellos que aún identificados con el peronismo avanzaban en su práctica minando las bases materiales de esta identidad política.
La construcción de la memoria y las formas en las que procesamos el pasado nunca son actos individuales, neutrales o inocentes, tampoco batallas ganadas de una vez y para siempre. El libro de Crivaro viene bien para recordar en tiempos de negacionistas aggiornados, y no tanto..., detrás de los estereotipos y discursos construidos por la dictadura militar, los verdaderos propósitos del golpe.
👉🏼 “Un ardiente e impetuoso soplo revolucionario parece cruzar triunfante por el planeta. Ha comenzado en Rusia y se extiende hacia todos los rincones del mundo. Su móvil: la instauración del socialismo. Con la mirada elevada en tal alto ideal queremos ser en esta sección de América, los agentes eficientes, activos, de esta hondísima transformación revolucionaria” (Manifiesto fundacional del PSI)
La cita pertenece a Tiempos rojos. El impacto de la revolución rusa en la Argentina (Sudamericana, 2017) del historiador Hernán Camarero, quien encara la reconstrucción de los efectos de la Revolución rusa en nuestro país. El libro aborda, en forma documentada, el modo en que la revolución conmocionó al mundo intelectual y de la cultura, convertida en inspiración de los estudiantes cordobeses durante la Reforma Universitaria del 18. Especialmente analiza su impacto en las filas del movimiento obrero de la época, heterogéneo, de alta composición inmigrante, que en un contexto de incremento de la conflictividad y las huelgas, iba fortaleciendo su organización sindical y política. Camarero demuestra que la Revolución en algunos casos provocó y en otros aceleró el esclarecimiento, las divergencias tácticas y estratégicas entre las organizaciones políticas del mundo obrero, de las que la Primera Guerra Mundial (aliadófilos y neutrales) ya había dado algunas señales, provocando realimientos y rupturas. Como ocurrió con el anarquismo, la tendencia orgánica y más dinámica entre las filas obreras hasta la primera década del siglo XX, que a pesar de su firme antiestatismo no pudo evitar el reconocimiento y adhesión al menos inicial a la Revolución. El Partido Socialista, fundado en 1896, que había considerado los sucesos del febrero ruso como el inicio de una era democrática contra el despotismo, ante el desenlace de Octubre rechazó el poder soviético, enfrentando en 1918 el alejamiento de un sector que lo hizo suyo, el Partido Socialista Internacional (PSI). Junto al rechazo a la guerra imperialista, el PSI haría de la “causa del país de los soviets” uno de los motivos de su ruptura. Tres años más tarde se convertiría mayormente en el Partido Comunista Argentino. Finalmente, como tercera expresión obrera significativa, la emergencia en las filas del llamado sindicalismo revolucionario, hegemónico en la época entre los trabajadores de servicios y transportes, la tendencia del llamado “sindicalismo rojo” pro Revolución rusa. Para concluir, y enfocado en la década del ‘20, el autor describe cómo la política del PC argentino si bien hizo de la Revolución rusa un suceso casi ritual, convocando actos y mítines de solidaridad, concentraciones en diversas ciudades del país frente a cada aniversario de la toma del Palacio de Invierno, alentó la divulgación y propaganda de la Revolución y acompañó su política de inserción obrera de la creación de instituciones y agrupamientos específicos para el apoyo a los trabajadores y a la Rusia soviética.
Camarero deja en claro que para la clase dominante argentina la “toma del cielo por asalto” ruso se presentó como una amenaza real. Nadie permaneció indiferente, “despertó adhesiones y respaldos súbitos y apasionados, al mismo tiempo que perversiones y rechazos”. La Iglesia y el catolicismo trataron al proceso revolucionario como un evento de “enorme perversidad” y toda la burguesía, espantada, encontró en cada protesta obrera el “el virus del octubre soviético”. Claro que no dudó en actuar en consecuencia: la Semana Trágica (1919), las huelgas de la Forestal (1920-1922) y las de la Patagonia (1920-1922) fueron brutalmente reprimidas y el bautismo de fuego de las bandas paraestatales de la extrema derecha, la Liga Patriótica Argentina. Son años de intentos de cooptación, de represión y disciplinamiento del movimiento obrero argentino. Sin embargo, el “tiempo rojo” que rescata Camarero representa un momento destacado por otros motivos. Son también los años de debates, reorganización y acciones de lucha de la clase obrera argentina, inspirados en la gesta que conmovió a comienzos del siglo XX a los trabajadores en todo el mundo.