A todas nos movilizó aquel 3 de junio de 2015, cuando salimos a las calles con el corazón en la mano de tanto dolor, para que nos escuchen, para gritar basta de femicidios. Medio millón de personas salimos a luchar por nuestros derechos, en una manifestación que transformo el curso de la historia del movimiento feminista.
Una forma de transmitir esa mezcla de dolor y bronca, pero alegría de encontrarnos y saber que no estamos solas, es a través del arte. El arte que cura. Soy Mariana, Trabajadora Social, me desempeño en el ámbito de la salud y la educación. Esta forma de expresar mis emociones surgió durante la pandemia, cuando el aislamiento obligatorio nos impedía juntarnos, cuando las denuncias de violencia de género aumentaron porque las mujeres se encontraron encerradas con sus agresores.
En ese contexto, empecé a jugar con papeles y tijeras, a transformar esas imágenes, componerlas y lograr algo nuevo, que transmita lo que no podía poner en palabras ni en cuerpo. Así comencé a experimentar con una técnica artística que son los collages analógicos (a partir de diferentes soportes físicos como el papel, cartón, pintura).
Comencé a experimentar en esta técnica, basándome en luchas que se me hacen carne: el 8M, día internacional de la mujer trabajadora, 24 de marzo, el movimiento Ni una Menos, y la lucha por el derecho al aborto libre y gratuito.
Hoy quiero compartir con ustedes mi último trabajo para continuar la lucha, para volver a encontrarnos este sábado 3 de junio en las calles, para no olvidar a nuestras hermanas que ya no están con nosotras, y para exigir por aquellas que siguen padeciendo el dolor de la violencia de género y que sepan que no están solas. |