“¡Morales basura, vos sos la dictadura!”. Esa canción, ese grito de lucha, sigue retumbando en las calles jujeñas. A toda hora, por muchas razones.
Se escuchó este miércoles por la noche, cuando una masiva marcha de antorchas recorrió el centro de San Salvador, denunciando la represión del martes y exigiendo la libertad de los presos. Volvió a retumbar en esas calles angostas este jueves por la mañana, cuando miles de docentes ocuparon el espacio público por sus demandas. Sonó, cargado de odio, en la noche de Alto Comedero, cuando familiares y organizaciones reclamaban la liberación de los detenidos y detenidas.
Esa bronca se escucha, también, en las rutas de la provincia. Aquellas que Morales había prometido desalojar constitucionalmente pero que, sin embargo, siguen bloqueadas. Este jueves se sostuvieron 15 cortes en toda la provincia. El creciente repudio a la reforma de Morales y el peronismo se hacen piquete; interrumpe el transito; se evidencia como una enorme disposición al combate.
En esa dureza que emerge desde el territorio, Purmamarca sigue mostrando su fuerza. Este jueves, les cronistas de La Izquierda Diario tradujeron esa fuerza en distintos reportajes, que saldrán publicados en las próximas horas.
Desde allí, desde las rutas, se pone en debate el consenso extractivista que permea al conjunto de las fuerzas políticas capitalista. Un consenso que -con apenas matices discursivos- recorre a Juntos por el Cambio, la derecha rabiosa de Milei y las diversas alas del Frente de Todos.
En esa defensa del territorio que ejerce activamente las comunidades originarias hay, también, una respuesta a esa Jujuy racista encarnada por la elite blanca de los Morales, los Rivarola o los Jenefes. Esa elite que combina desprecio y engaño para intentar destruir derechos ancestrales en interés de garantizar la explotación -capitalista y destructiva- del litio.
Esa tensión de lucha no está solo en las rutas. Cruza, también, las calles y avenidas de San Salvador. Se vio nuevamente este jueves. Las y los docentes, saliendo por miles a las calles, volvieron a marcar agenda. Pancartas, carteles y gritos caminaron las calles céntricas de la capital jujeña. Otro hit de la lucha retumbó en cada pared: “Morales gato, sos un ladrón. Te robaste la educación”.
Su enorme lucha, que lleva semanas, obligó al gobernador a un nuevo giro. Días atrás, apenas el lunes, había amenazado a la docencia con durísimos descuentos si no cesaba la extensa huelga que llevan adelante. Ese día, intentando sembrar temor, reiteraba el fin de las ofertas salariales. Este jueves, obligado por el paro y la movilización, debió convocar a reunión paritaria. Allí el ofrecimiento oficial se elevó nuevamente. El represor Morales se tuvo que tragar sus propias palabras.
Como parte de la negociación, además de una mejora salarial, se ofreció no descontar los días de paro. Se ató, sin embargo, a la aceptación de esta propuesta. Pero, detrás del chantaje, se adivina la fuerza de la masiva lucha docente. Esa fuerza que viene haciendo retroceder a Morales.
No hay que dejarse engañar por las apariencias. La brutalidad represiva de Morales no expresa fortaleza. Por el contrario, muestra su creciente debilitamiento. Una debilidad que nace de la fuerza que vienen desplegando dos enormes luchas: la de la docencia y la de las comunidades originarias.
Esa brutalidad, sin embargo, tiene que ser repudiada en todos lados. Este jueves, mientras se escribía esta nota, empezaba la lenta liberación de los detenidos y detenidas que aún estaban en el penal del Alto Comedero. Desde allí, una imagen indignante llegó a decenas de celulares para empezar a recorrer las redes: uno de los jóvenes liberados tuvo que ser llevado en andas al no poder caminar. Había salido por la puerta de la cárcel en silla de ruedas.
Esa dureza, que se despliega concentrada desde el martes, no logra imponer el miedo. La madrugada de ese jueves dio testimonio sobre como los recolectores de residuos iban al paro exigiendo la liberación de sus compañeros detenidos durante la represión. Evidenciando disposición al combate, la medida de lucha se extendió a lo largo de toda la jornada.
Con el correr de las horas, se hizo evidente que el Gobierno y el Poder Judicial apostaban al disciplinamiento mediante el temor. A pesar de múltiples rumores, detenidos y detenidas seguían sin ser liberados.
La respuesta llegó al modo jujeño: las puertas del penal de Alto Comedero se llenaron de manifestantes. Estudiantes, trabajadores, docentes, familiares, todos y todas presentes, gritando a pulmón por la libertad de todos y todas. La tensa presión surgió efecto. Fiscales y jueces debieron empezar la liberación. Cabe preguntarse, ¿qué hubiera ocurrido si, por ejemplo, la CGT hubiera convocado a paro hasta lograr ese objetivo?
Se puede derrotar a la reforma: hay que coordinar fuerzas para esa pelea
La bronca contra la reforma constitucional es furia contenida contra el régimen perpetuado por radicales y peronistas. Un régimen construido en base a la estigmatización permanente de las organizaciones sociales y sus reclamos. Edificado sobre la base de un racismo histórico contra los pueblos originarios.
La furia que emerge en estas peleas es la furia contra ese estado de cosas. Es la furia contra el desprecio a las comunidades; contra el maltrato a trabajadores y trabajadoras; contra un esquema político que garantiza salarios miserables en una provincia donde la elite empresaria amasa fortunas. Un canto resuena en las calles como síntesis: “¡Arriba los salarios, arriba los derechos!; ¡Abajo la Reforma!”
La fuerza para derrotar la reforma está. En cada ruta, en cada calle. Hay que unirla; hay que hacerla emerger desde abajo y coordinarla. Es necesario impulsar y poner de pie una Asamblea Provincial de Trabajadores, Comunidades y sectores en lucha. Una instancia de ese tipo potenciaría la unidad. Al mismo tiempo, fortalecería la pelea para imponerle a la CGT y CTA un paro provincial activo que se extienda hasta anular la reforma.
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