Pocas horas después de la publicación de nuestro artículo, se llegó a un acuerdo entre el jefe de Wagner y el gobierno ruso, supuestamente por mediación del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. Poco está claro sobre este acuerdo, pero una cosa parece segura: Prigozhin aparentemente se marchará a Bielorrusia y se retirarán los cargos contra él y sus seguidores. Pero aún quedan muchos interrogantes sobre el futuro de la implicación de Wagner en la guerra de Ucrania; sobre si habrá cambios en la cúpula del aparato de defensa ruso, como pedía Prigozhin; sobre los términos del acuerdo en general, si ponen fin al enfrentamiento entre Wagner y el Kremlin o si debemos esperar otras ofensivas de este tipo en el futuro.
En cuanto a las autoridades rusas, Prigozhin parece ciertamente haber salido reforzado. Aunque no conozcamos los detalles del acuerdo, los baños de multitudes de que disfrutan los combatientes de Wagner dejan a su jefe en una posición militar y política favorable desde el punto de vista de la lucha por suceder a Putin. El Kremlin y Putin han quedado debilitados, aunque el presidente ruso haya evitado las imágenes de sangrientos enfrentamientos en su propio territorio y, al final, siga al mando. En otras palabras, la situación sigue abierta y habrá que esperar a tener una imagen más clara de cómo evolucionará la situación interna y externa de Rusia.
La guerra dentro de la guerra. Las fricciones entre el jefe del Grupo Wagner, el oligarca Yevgeny Prigozhin, y los máximos responsables de la defensa rusa, el ministro de Defensa Sergei Choigou y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Valeri Guerassimov, eran de dominio público. Pero desde el viernes por la noche las fricciones y la oposición entre ellos se han convertido literalmente en una guerra. Prigozhin acusa al ejército ruso de atacar las bases de Wagner, y se dice que su "rebelión" es una respuesta a ello. Pero hay otros factores que han tensado la situación, como el plazo impuesto por el Ministerio de Defensa para obligar a todos los grupos paramilitares, privados o voluntarios, a someterse a su autoridad. Esta medida, apoyada por el propio Vladimir Putin, era inaceptable para Prigozhin. Además, se adoptó otra decisión desfavorable para Wagner: en adelante, se le prohibió reclutar combatientes en las cárceles rusas (esta prerrogativa pasó a ser exclusiva del Estado).
Estas medidas demuestran que el Kremlin había decidido centralizar el mando y, sobre todo, controlar a los diversos grupos armados privados o semiprivados que luchan en nombre de Rusia en Ucrania. Wagner es uno de ellos y sin duda el más conocido internacionalmente. Además, el jefe de Wagner se ha mostrado cada vez más abierto sobre sus ambiciones políticas, incluida la posibilidad de suceder a Putin. Es más que probable que el Kremlin haya decidido reducir el poder y la influencia de Prigozhin. Pero la contradicción a la que se enfrenta el régimen es que durante la guerra los combatientes de Wagner demostraron ser más disciplinados y, hasta cierto punto, más eficaces que el ejército ruso. En las batallas más recientes en Ucrania, como la de Bajmut, Wagner fue fundamental. Fue precisamente durante estas batallas cuando se intensificó la crisis entre Prigozhin y la cúpula militar rusa, ya que el jefe de Wagner acusó al ministro y al jefe del Estado Mayor de no suministrar a tiempo munición y otros equipos a sus cazas. Como consecuencia, Wagner ha perdido miles de soldados, junto con otros miles del ejército ruso.
Con este telón de fondo, Prigozhin decidió lanzar su rebelión/motín. Aunque parezca una "aventura militar", en realidad es demasiado pronto para calificarla como tal. Algunos analistas afirman que Prigozhin dirige un ejército de 25.000 soldados. No parece mucho para preocupar al ejército y al Estado rusos. Sin embargo, en este tipo de enfrentamientos, las fuerzas pueden multiplicarse en función de ciertos factores. Uno de estos factores es la percepción del enemigo y, por tanto, la resistencia que oponen los soldados del ejército ruso. Y desde este punto de vista, las primeras horas del avance de las fuerzas de Wagner muestran una situación preocupante para el Kremlin. Los testigos sobre el terreno informan de escasos o nulos enfrentamientos. En otras palabras, parte de las bases y quizás incluso algunos mandos intermedios del ejército no parecen querer luchar contra las fuerzas de Wagner. Así es como Prigozhin pudo hacerse con el control de Rostov, una ciudad de más de un millón de habitantes y uno de los centros neurálgicos del mando de las operaciones rusas en Ucrania, entre otras, casi sin incidentes.
Para ganarse a las bases del ejército ruso, e incluso a una parte de la población, Prigozhin se basó en un cierto sentimiento de insatisfacción con la guerra (o la conducción de la guerra) entre los soldados, los reclutas, los voluntarios, quizás también las familias de los soldados muertos o heridos, e incluso entre ciertos oficiales y hasta oligarcas. De hecho, Prigozhin es (¿era?) partidario de la movilización total, de un mayor esfuerzo bélico y de una política más dura contra Ucrania. Recientemente, sin embargo, se ha mostrado "crítico" no sólo con la conducción de la guerra, sino con las razones de la propia guerra. Afirmó que no había ningún plan por parte de los ucranianos o de la OTAN para atacar el Donbass o Rusia, que el complot nazi era falso y que estos pretextos fueron inventados por el ministro de Defensa y los oligarcas que se benefician de la industria bélica.
Por el momento, las críticas de Prigozhin se dirigen principalmente a los dirigentes del sector ruso de la defensa, ahorrándoselas a Putin. Sin embargo, sus críticas a la guerra y a las razones por las que el Kremlin lanzó su ofensiva contra Ucrania son un ataque directo al presidente ruso. Además, aunque los objetivos de la rebelión de Wagner no están del todo claros, Prigozhin afirma que sólo apunta a Choigou y Guerassimov. Es imposible disociar a estos dos dirigentes de Putin. En otras palabras, la ofensiva de Prigozhin también va dirigida contra Putin. Sin embargo, lo más probable es que el jefe de Wagner evite atacar abiertamente a Putin para no molestar a la base social del Presidente, que podría estar de acuerdo con las críticas de Prigozhin, pero también podría oponerse a él si se mostrara hostil a Putin.
El presidente ruso tampoco mencionó el nombre de Prigozhin en su discurso. Pero sí hizo un llamamiento a la base de Wagner, definiendo esta rebelión como una "traición" y una "puñalada por la espalda" a Rusia. Aunque no se puede descartar que esta actitud de los dos dirigentes pretenda dejar abierta la posibilidad de una negociación, la realidad es que el FSB - el servicio secreto ruso- ha abierto una investigación contra Prigozhin, lo que parece indicar una ruptura definitiva. De hecho, ahora se trata más bien de saber quién está con quién; quiénes son los "leales" y quiénes los "traidores". La cuestión de la lealtad a los dirigentes es central en la perspectiva política de Putin, y él mismo siempre ha sido leal a sus superiores, incluso después de su caída (como ocurrió con su "mentor" Boris Yeltsin, a quien Putin protegió hasta su muerte).
En este sentido, para los dirigentes del régimen, éste es el momento de expresar su lealtad. Y desde este punto de vista, por el momento, ningún dirigente importante ha expresado su apoyo a Prigozhin. Al contrario, a diferencia de Putin, algunos no han dudado en denunciarlo abiertamente. Dimitri Medvédev ha pedido un frente unido contra el "enemigo exterior e interior". El líder checheno Ramzan Kadyrov dijo en un comunicado en Telegram: "He advertido en repetidas ocasiones que la guerra no es el momento de expresar agravios personales y resolver diferencias entre bastidores. El frente interno debe ser siempre tranquilo y fiable. Imagínense cómo se sienten los soldados en las trincheras, con el enemigo enfrente y una peligrosa aventura detrás. Estamos hablando de estabilidad, de la cohesión del Estado y de la seguridad de nuestros ciudadanos". Por su parte, Putin informó de la situación a los gobiernos de Bielorrusia, Uzbekistán y Kazajstán, sus aliados regionales más cercanos, con los que mantiene acuerdos militares en caso de agresión.
Una cosa está clara: este enfrentamiento interno en Rusia es oro puro para Ucrania. Como explica Lawrence Freedman, analista del mando militar ucraniano, "se están abriendo oportunidades inesperadas para operaciones ofensivas". Cabría esperar una ofensiva ucraniana en el Donbass o sobre otros puntos clave de la defensa rusa. Pero la cuestión es si Kiev y sus aliados en particular creen o no que una profunda desestabilización de Rusia redunda en su interés. Los líderes occidentales dicen seguir de cerca la situación, pero su preocupación es palpable. Por su parte, el presidente turco Erdogan ha expresado su apoyo a Putin, al tiempo que le ha pedido que reaccione de forma "racional y sensible".
Por tanto, la situación sigue siendo abierta y peligrosa. Todavía es demasiado pronto para decir hacia dónde se dirige. Parece que Prigozhin no tiene fuerza política para dar un golpe de Estado. El apoyo de la base militar y de la población será decisivo. En este sentido, podemos estar ante una especie de aventura militar, pero también ante el inicio de un conflicto que podría evolucionar hacia una guerra civil, aunque no podemos descartar escenarios intermedios como las negociaciones (aunque esto parece muy poco probable). Lo que ocurra en las próximas horas en Rusia podría tener consecuencias para toda Europa y más allá (no olvidemos que Wagner opera en varios países africanos en guerra). La desestabilización de Rusia siempre ha preocupado a los dirigentes imperialistas europeos, a pesar de sus declaraciones y políticas hostiles hacia Moscú. Rusia sigue siendo una potencia nuclear cuya desestabilización abre escenarios complejos. En cualquier caso, sea cual sea el resultado de esta rebelión, todo indica que el poder de Putin se verá debilitado. |