Agustina Quaranta es argentina. Nació en San Fernando a principios de los 80. Anduvo por España, tramitó su ciudadanía italiana por sus ancestros y ahora reside en Alemania. A los cinco años de edad se dio cuenta de quién era realmente y a los trece comenzó su transgresión. A mediados de los ‘90 su familia no aceptó su condición y decidió tomar nuevos rumbos hacia la Ciudad de Buenos Aires, comenzando una nueva vida, apareciendo AGUSTINA.
-¿Cómo vivió la comunidad trans la década del 90?
Sufrimos persecución, violencia y desamparo social por parte del Estado y la sociedad. No solo durante la noche mientras trabajábamos en la calle, sino también nos apedreaban y maltrataban. A nuestras antecesoras, “las matriarcas”, las mataban y no queríamos terminar como ellas. Fue un genocidio lo que sucedió en Argentina y en toda América Latina.
Nos revolucionamos, dijimos basta. No queríamos pasar noches de horror y lastima. Nuestra manera de enfrentar eso fue a través de la organización en las primeras marchas del orgullo, cuando empiezan a generarse los primeros grupos para defender nuestros derechos.
-¿Cómo fueron esos primeros pasos de organización?
Las matriarcas nos enseñaron a revolucionarnos. Ellas nos ayudaron a pelear y enfrentarnos contra la transfobia. Ellas, quienes habían sido perseguidas en las décadas previas, nos invitaban a cortar las calles de una comisaría porque había caído presa una compañera. Nosotras teníamos entre 15 y 17 años y nos juntábamos con ellas, las sobrevivientes, para cambiar las leyes y demostrar que estábamos cansadas de tanta violencia. Así, logramos tirar los edictos policiales, avanzamos con la Ley de Identidad de género, hay un cupo laboral trans y hoy se está peleando por la reparación histórica.
No olvidarse de las “abuelas”
Desde la Izquierda Diario conocimos a “las históricas argentinas “, esas matriarcas que han marcado el camino y siguen organizándose por la Ley de Reparación Histórica. Las trans y travestis mayores de 40 años exigen al Congreso una normativa que permita la entrega de una pensión mensual y reparatoria por los años de persecución sistemática que han padecido por las fuerzas de seguridad, tanto en la última dictadura cívico-militar y eclesiástica como bajo los gobiernos democráticos. El argumento apunta a que, además de ser víctimas de violencia por parte de las autoridades policiales, el colectivo LGBTQ+ tiene mayores dificultades para ingresar al mercado laboral formal por los estigmas que existen sobre las disidencias en la identidad de género.
Agustina Quaranta remarca que muchas de ellas no pueden salir a luchar porque están con discapacidades, exiliadas, con dificultades económicas y no pueden volver a la Argentina para cobrar una pensión. Son muy pocas las ancianas trans mayores que tiene la comunidad LGBTQ+. “No hay que olvidarse de estas abuelas”, sostiene Agustina.
“En Argentina tenemos una ley pionera que es la Ley de Identidad de Género y creo que se va a lograr la Ley de reparación histórica. Hay que mandar muchas fuerzas a esas históricas, ya que van a ser un ejemplo para muchos países. En México, Perú, Ecuador y Bolivia se está pidiendo lo mismo. Esto empezó en Argentina, entonces, démonos cuenta que hay cambios que se van a ir efectuando”, comenta.
La pelea por recuperar derechos
-¿Cómo ves a la comunidad trans dentro movimiento LGTBIQ+?
Somos las más vulneradas y discriminadas dentro de nuestro propio colectivo. Hay muchos lugares que tendríamos que ocupar y los están ocupando otros Por eso, es muy difícil poder llegar a luchar de manera conjunta. No hay una unión verdadera, no solo en Argentina sino a nivel mundial.
Si bien hay algunos avances, sigue faltando que el acceso a la salud y a la educación sea como corresponde. Es importante que se unifiquen las luchas y que no estemos peleando por separado, porque en conclusión todos estamos reclamando por nuestros derechos.
Cuando nosotras nacemos nos otorgan derechos, luego por ser transexuales nos lo quitan. Ahora estamos volviendo a luchar para recuperarlos y encima tenemos que hacerlo por separado. Somos discriminadas por el colectivo, la sociedad y las instituciones.
-¿Cómo se expresa esa discriminación?
Las personas trans adolescentes no llegan a realizar su transición por el simple hecho del bullyng, porque pueden llegar a perder el trabajo o porque no pueden tener un ingreso estable. Las expulsan de sus casas, se suicidan o no pueden hacer la transición y viven sus vidas infelices. Yo he comido de la basura y tuve que pedir dinero en la calle para comer. Me expuse a muchas cosas en mi vida, es importante que esto cambie para que mi situación y las que vivieron todo eso no se repita para las próximas generaciones.
- Teniendo en cuenta que el nivel de vida de una persona trans es entre 35 o 40 años ¿Cómo crees que se podría solucionar los problemas que atraviesa la comunidad?
Cuando estoy en reuniones con mis amigas, empezamos a decir: “¿Te acordas de tal? ¡Ya no está!”. Ahí me doy cuenta que los cambios son urgentes. Necesitamos que la sociedad nos acompañe a cambiar, para que luego le exijan a los estados. Pero primero comencemos por los cambios sociales. Empiecen a apoyarnos. ¡Basta de odio! Somos seres humanos igual que todos.
-Tienen que ser cambios profundos, cambios de raíz, que tienen que ver con este sistema capitalista y opresor con las mujeres y el colectivo.
Imagínate que fuimos excluidas y tiradas a las calles a un trabajo marginal. Fuimos excluidas de poder capacitarnos, desarrollarnos, educarnos, pero salimos adelante. Nos merecemos el lugar que nos corresponde y déjennos estar en los lugares que queremos estar. Logremos entre todos ese cambio social. No es solo en Argentina, el cambio social lo necesitamos a nivel mundial. Hay países como Uganda donde hay pena de muerte para nosotras. Hoy en día estamos en una era donde hay cosas que no son aceptables.
“Yo sola no puedo cambiar el mundo”
Todo lo que vivió Agustina la llevó a fundar junto con otras en 2014 el medio digital Urbanas Trans. Empezó como una propuesta de darse apoyo entre ellas y terminó siendo una red informativa de lo que viven las personas trans en todo el mundo. Realizó proyectos audiovisuales como “La llorona trans” donde se relata la vida de las personas de esa comunidad. El documental fue declarado de interés cultural en la Legislatura porteña.
-Teniendo en cuenta todo lo que venís desarrollando ¿qué propones para superar la transfobia?
Desde mi lugar intento dar mucha visualización, tratar de informar, tratar de capacitar a las personas, brindarles información para que puedan desarrollarse, porque yo sola no puedo cambiar el mundo. Creo que, visualizando, voy a generar otra información a las personas para que puedan llegar a tener conciencia de lo que realmente sucede con nosotras.
Tienen que capacitar a las personas en lo que es la sanidad a los doctores, para poder atender y asistir a las personas trans. Tienen que poder estar capacitados para trabajar con temas de siliconas y no solo con temas de hormonas. Deben estar capacitados también para poder tratar temas psicológicos con las personas trans: es muy distinto el problema que tiene un homosexual y una lesbiana al problema que tiene una persona transgénero. |
