Dicen que “los comités paritarios en la práctica no existen” porque hay ciertos límites y trabas que le impiden funcionar bien, sin embargo declaran que “hay que ponerlos a trabajar” para enfrentar el problema de seguridad y salud laboral. Para esto proponen la colaboración con las empresas mineras, el Gobierno y que el Ministerio de Minería convoque a una campaña de activación de los comités paritarios. Ante esto, cabe preguntarse ¿Por qué los Comités Paritarios no han funcionado? ¿Cuáles son los límites? ¿El plan de los sindicatos mineros revertirá la situación? ¿Qué rol pueden cumplir las y los trabajadores para cuidarse a sí mismos y a sus compañeros? ¿Cómo enfrentar la mordaza que impone el temor a despidos cuando se reclama o expresa una opinión?
Los dirigentes de la Federación Minera de Chile (FMC), que es parte de la CTMIN, cuentan que han asistido a una serie de reuniones con el Gobierno y las empresas para enfrentar el tema de la seguridad y salud en el trabajo. La política de seguridad en la minería que recién se está elaborando, se enmarca dentro de la petición que los sindicatos hacen al Gobierno de acelerar la ratificación del convenio 176 de la OIT.
Juan Álvarez, dirigente del sindicato El Abra y de la Federación, afirma: “este año llevamos 2 muertos más que el año pasado en la misma fecha, entonces eso es preocupante, sobre todo en un rubro como la minería en que se invierte o se gasta mucha plata en el tema de seguridad, pero de mala manera. Porque si los resultados dicen que tenemos más accidentes es porque algo se está haciendo mal”.
También indicó que “Sernageomin tenía un plan, pero estaban esperando que salieran los recursos para poder ejecutar cosas”, por eso le plantearon echar a andar una campaña de seguridad con los recursos que están: "hay miles de comités paritarios que tienen personas que trabajan en seguridad, pero que no están trabajando en seguridad en este momento y ahí está el foco donde hay que atacar. Hay que hacer trabajar a esos comités paritarios”, expresa el dirigente sindical y agrega que “el trabajo del paritario debe ser constante y en terreno, no encerrado en una oficina del gerente”.
Los Comités paritarios de Higiene y Seguridad, están conformados por tres representantes de la empresa y tres representantes de los trabajadores.
Según los dirigentes gremiales, entre los límites que le impiden al Comité hacer su trabajo está el “miedo a quemarse”, pues solo 1 de 3 integrantes tiene fuero, además que calculan que en alrededor del “90% de los paritarios la presidencia en vez de tenerla los trabajadores, la tiene la empresa, entonces la relación de poder está muy desbalanceada y los comités paritarios, en ese sentido, no funcionan”, por eso proponen fuero para todos los representantes. ¿Pero la “situación desbalanceada” se resolverá con eso?
Dictadura patronal
El tema del “miedo a quemarse” refleja que difícilmente las y los trabajadores pueden plantear su opinión o exigir sus derechos en el trabajo por temor a ser acosados o despedidos. Es una situación constante de tener que “agachar el moño para cuidar la pega”, pero cuando lo que está en juego es la salud, no hacer valer la voz de los trabajadores puede llevar a consecuencias fatales, y a eso se le conoce como “dictadura patronal” o al menos es una de sus características.
Según el Sernageomin, desde el año 2010 al 2022 la tasa de fatalidad en la industria ha disminuído 83%, pero estos datos son cuestionables. En teoría y por ley “los paritarios investigan y en base a esa investigación se establece la causa de los accidentes”, pero con lo contado en el párrafo anterior, en la práctica se entorpece la posibilidad de investigación por parte de los trabajadores, y es frecuente que las empresas contraten agencias para que realicen investigaciones a su medida y eso lo hacen firmar en el Comité y pasa como una investigación que involucró a los trabajadores, cuando no fue así.
“Yo puedo hablar de mi experiencia. Tuvimos un accidente fatal, fallecieron los dos compañeros en el ferrocarril y eso fue un accidente de tránsito, no quedó ni siquiera como un accidente de trabajo, entonces ese tipo de cosas son inaceptables, como no va a ser un accidente de trabajo eso”, dice Juan Álvarez.
También agregan que existe una falta de capacitación en los representantes de los trabajadores en los Comités Paritarios que no saben hacer una matriz de riesgo o un árbol de causas y señalan que la duración del Comité Paritario es muy corta: “en dos años los viejos no hacen nada, porque hacer el análisis de un accidente fatal es súper desgastante, de hecho yo cuando fui parte integral del paritario, en la mina hubo 2 accidentes fatales, y desarrollar el árbol de causas es muy complejo, entonces si no tienes la preparación, la empresa te come”, añade Luis Santander, quien es dirigente sindical de mina El Peñón y tesorero de la FMC, y agrega que “hay cosas (riesgos) que cuando uno las habla con el paritario, este muchas veces no toma acción porque dice ’son dos años y después yo me quemo’ o el jefe simplemente le tira otro turno”
¿El plan de los sindicatos mineros revertirá la situación?
Pongámonos en el caso de que se implemente la propuesta de la CTMIN, es decir, más facultades, capacitación y fuero para los representantes del Comité Paritario; que se extienda su periodo de duración y desde el Ministerio salga un plan de trabajo mensual que exija a los Comités Paritarios cumplir con un Plan Especial de Vigilancia en terreno de las condiciones de seguridad. ¿Esto cambiará la situación a favor de la salud de los trabajadores? Todas estas medidas supuestamente, deberían estar en función de la fiscalización. “Que el paritario les diga a los 53 inspectores de Sernageomin, porque no hay más, hay 53 para todo Chile, que le digan “vaya a atacar eso”.
¿Pero, qué pasa después con estas fiscalizaciones? Hay testimonios de trabajadores de base que muestran que las fiscalizaciones pueden demorarse mucho tiempo y mientras tanto la empresa les obliga a asumir el riesgo. Además los mismos dirigentes de la FMC acusan que “hoy en día la fiscalización es bien extraña, porque la empresa sabe el día y la hora que Sernageomin va a ir y lo están esperando, tiene todo pintado, todo el lugar limpiecito, no hay ninguna falla ¿qué tipo de inspección es esa?”, se pregunta Luis Santander.
Lo que devela esta situación es la falsa neutralidad del Estado, ya que termina privilegiando y trabajando para los intereses de los empresarios.
Otro ejemplo es lo que ocurrió durante la pandemia, aquí la minería nunca paró. El presidente de la FMC afirma: “Hubo dos lugares del mundo donde la gente no se contagió: Corea del Norte y en las mineras chilenas. No hay ningún enfermo por Covid en minería, pareciera que somos inmunes o inmortales o todos supuestamente se enfermaban en otros lados ¿ y por qué? porque la mutual es la que decide”. Además atribuye responsabilidad a los trabajadores por no denunciar la enfermedad laboral, por lo cual “ahora es más difícil hacerle seguimiento a eso”
Cuando se reconoce que en las empresas se privilegia el tema productivo sobre la seguridad, es natural concluir que sería una pésima idea dejar en manos de la empresa la salud laboral, como sucede hoy día en los hechos.
La idea es que las medidas propuestas de la CTMIN apunten a que desde los trabajadores se tenga la capacidad de realizar investigaciones independientes, pero hay que tener en cuenta que las empresas, además del ambiente de dictadura patronal al interior del trabajo, tienen otros métodos para anular la voz y participación de los trabajadores en el proceso productivo y en los riesgos que este conlleva. Entre estas prácticas se encuentra la cooptación a dirigentes de trabajadores a quienes en muchos casos, transforman en “burócratas”, entregándoles privilegios para que la organización sindical le cause menos problemas, lo cual la hace impotente para defender los derechos de los trabajadores.
Para que exista una investigación desde los trabajadores, se deben democratizar los sindicatos y la organización de los trabajadores
Luis Santander, actualmente es dirigente sindical, pero anteriormente también fue parte de un Comité y reconoce que “se privilegia muchas veces el tema productivo sobre la seguridad”, indica que como sindicato no pueden hacer mucho y se limita a lo que establece el Estado sobre la organización de los trabajadores: “El paritario tiene más poder que el sindicato en temas de seguridad. Nosotros, cuando yo fui parte del paritario, detuvimos una mina en el peñon y no hubo tronaduras en todo el día, eso significó un x de tonelaje que no salió en el día. Saltaron, patalearon los gerentes, pero era nuestra función como comité paritario y eso el sindicato no lo va hacer, no puede porque no tiene potestad o facultades para hacerlo”.
Cabe destacar que la discusión sobre la relación entre Sindicatos y Comités Paritarios, tiene historia. Ya en los años 90´ la Confederación Minera de Chile (CONFEMIN) veía un problema en la separación entre organización sindical y Comité paritario, según la cual cada institución debía transitar por carriles separados y cumplir funciones distintas, lo que implicaba una deformación de principios que no permite asumir la defensa de la Salud a partir de los trabajadores. Así lo plasma la entrevista de Patrizio Tonelli, realizada el 4 de junio del 2013 a un dirigente sindical de aquella época, el cual señala que la acción sindical en materia de salud y seguridad estaba paralizada entre una crítica genérica a la figura del Comité Paritario de Higiene y Seguridad, definido como comité “parasitario”, y prácticas de delegación y monetarización de la salud.
El Modelo Obrero Italiano es reconocido por ser la “propuesta más acabada” de investigación participativa en el campo de la salud de los trabajadores. Se extendió en los 70’ en Italia y de forma paralela y posterior influenció a otras partes del mundo y la entrevista de Tonelli es en el marco de una reconstrucción histórica de experiencias chilenas influenciadas por este método, entre las cuales se encuentran trabajadoras de pequeños talleres textiles en Santiago, trabajadores mineros reunidos en la Confederación Minera de Chile y enfermeras del hospital Sótero del Río.
Esto deriva en una reflexión más amplia a la “capacitación de los dirigentes” sino que refiere a la necesidad de cambiar el método de organización por uno de democracia de base (a través de la asambleas, delegados de base y Consejos de Fábrica como lo fue en el periodo donde más se difundió el Modelo Obrero en Italia).
El Modelo Obrero es un método de investigación para la acción, su innovación consiste en que cambia la forma de generar conocimiento, poniendo como sujeto del proceso a un grupo homogéneo obrero (grupos compuestos por gente que trabaja en condiciones similares) que no delega el papel de la salud laboral a los técnicos, quienes deberían apoyar sin reemplazar. Aquí la “subjetividad obrera”, o en otras palabras, el sentido común y lo que piensan los trabajadores juega un elemento central para la exploración de la nocividad en el trabajo. Además tiene como principio la validación consensual que quiere decir que “con el fin de garantizar que los resultados reflejen la experiencia colectiva y no dependan de la subjetividad de cada quien se validan consensualmente”, describe Laurell, investigadora y médica.
Asa Cristina Laurell, quien estudia esta experiencia en “Ciencia y experiencia obrera”: la lucha por la salud en Italia” subraya que este método establece un vínculo indisoluble entre conocer y transformar, entre conocimiento y práctica, y su primer elemento se refiere a una manera de ordenar en distintos grupos los riesgos del ambiente de trabajo, definido como “el conjunto de las condiciones de producción en las cuales la fuerza de trabajo y el capital se transforman en mercancías y ganancias”. Este orden está en función de sintetizar el conocimiento científico (médico, ergonómico y psicológico) y la experiencia obrera.
En Italia eran 4 grupos de riesgo los que se consideraban en la industria, pero en otros lugares se ha adaptado a las distintas realidades. Por ejemplo en Chile en los años 90’, el Comedor Acogedor de la Mujer Trabajadora de Patronato toma como referencia el Modelo Obrero, pero suma un nuevo grupo relacionado a la dimensión de género en el análisis de los riesgos para la salud.
En el caso de la Confederación Minera de Chile (CONFEMIN) el impulso de este método consistió en la problematización de que eran “incapaces de poner en discusión la visión dominante según la cual la responsabilidad de los accidentes era de los trabajadores y de sus comportamientos riesgosos o que los accidentes eran fatalidades (...) De forma organizada los trabajadores tenían ahora que utilizar indistintamente los espacios sindicales o del Comité Paritario, construyendo en ellos un punto de vista autónomo y fuerte sobre los temas de salud y seguridad para ser contraparte frente a los otros actores”.
Así los trabajadores realizaban colectivamente mapas de riesgo de los sufrimientos psicofísicos y del ambiente laboral. El éxito de la iniciativa dependía necesariamente de la participación activa de todos los trabajadores en su proceso de elaboración y construcción, “ya que por este camino se produce un aprendizaje masivo”, como dice Labraña en “Algunas opiniones sobre el tema de la seguridad”.
De la entrevista del ex dirigente sindical de la CONFEMIN se afirma que no se trataba simplemente de producir conocimiento científico, había que utilizar ese conocimiento para la acción. Los mapas de riesgo eran las bases que el comité paritario tenía que dominar “para hacer su plan de seguridad en la empresa” y obligar a la empresa a respetarlos a través de la movilización.
La investigación histórica muestra que se establecieron algunos logros significativos, sin embargo, “estas experiencias fueron limitadas e incapaces de poner en marcha acciones colectivas que modificarán el panorama sindical y laboral chileno de la época. Una razón de fondo reside en el contexto de relaciones laborales autoritarias vigentes en Chile a partir de la dictadura que empezó en 1973 y sobre todo del año 1979, cuando el “Plan Laboral” instaló un marco regulatorio que apuntó a despotenciar e inhibir sistemáticamente la acción colectiva de los trabajadores”.
Paralelamente a esta experiencia que buscaba la autonomía y la democratización de la organización de los trabajadores para su tutela de salud laboral, se desarrollaban casos que apuntaban hacia el lado opuesto. Tal fue la actuación de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC) en los mismos años 90’ formada por una burocracia sindical que impulsaba la colaboración con gobiernos burgueses progresistas y grupos empresariales.
En ese entonces, el interés de colaborar con el gobierno no se tradujo en defender los intereses y las condiciones de vida de la clase trabajadora. Pues más allá de alguna concesión puntual, los resultados no fueron auspiciadores ya que permitió la expansión de formas precarias de contrato - como el subcontrato - o la privatización de empresas del Estado.
Por último, hay que rescatar una experiencia reciente en la ciudad de Antofagasta, la cual se desarrolló en plena pandemia y fue impulsada por sindicatos industriales organizados en la Constramet Zonal Norte (Confederación de trabajadores de la industria y la metalurgia) quienes impulsaron comisiones de higiene y seguridad, con delegados por área de trabajo, en articulación y consulta con profesionales de la salud del Hospital Regional de Antofagasta, con el objetivo de controlar y realizar seguimiento de los protocolos de seguridad, incluso modificando los realizados por las empresas. De esta forma, exigieron insumos básicos y todo lo necesario para prevenir contagios, buscando permanentemente la discusión entre los trabajadores para garantizar la salubridad de los lugares de trabajo, así mismo plantearon medidas como licencias médicas pagadas por las empresas a trabajadores que se contagiaran por COVID-19.
Fortalecer la organización
A medida que se acentúan las crisis políticas y económicas, los empresarios intentan cuidar más sus utilidades. Y para evitar que esta disminuyan atacan las condiciones objetivas de los trabajadores a través de la pauperización de las condiciones laborales, la disminución del salario real (la plata vale menos) y los despidos. Esto impacta directamente en las condiciones de seguridad y en la salud laboral.
Actualmente se atraviesa una crisis que se acentuó post pandemia, la economía viene en desaceleración e incluso, según los analistas económicos ligados a los grandes empresarios e instituciones financieras los números indican que la recesión llegó o está cerca.
Este es el clima ideal para acentuar ataques y poner más “peros” a la hora de satisfacer justas demandas. La salud laboral no puede depender de la confianza depositada en las empresas y tampoco en el Gobierno que viene con un plan de “responsabilidad fiscal” que en muchos casos justifica dichos ataques. Por eso adquiere importancia la independencia y autonomía, tanto de los empresarios como del Gobierno, pues fortalecer la organización de las y los trabajadores es la mejor garantía para defender estos derechos. En este contexto es indispensable que los sindicatos y organizaciones de trabajadores apunten a fortalecer la organización de base. Un ejemplo de esto sería que se impulsen comités sobre higiene y seguridad, bajo control de los trabajadores junto a profesionales que pongan al servicio sus conocimientos.
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