A 40 años de la democracia, el gobernador radical Gerardo Morales recupera un clásico del radicalismo, la represión al movimiento obrero en Jujuy. Acá, sus orígenes con Yrigoyen durante su primer gobierno.
Se cumplen 90 años de la muerte de Hipólito Yrigoyen. Esta conmemoración es una buena oportunidadpara reflexionar sobre el carácter de su primer gobierno (1916-1922) y de la Unión Cívica Radical (UCR). Un partido centenario que hoy forma parte de la coalición electoral Juntos por el Cambio. Uno de sus candidatos a la vicepresidencia es Gerardo Morales, el actual gobernador de Jujuy, quien viene desplegando una política represiva, autoritaria y persecutoria contra el pueblo trabajador jujeño y a las comunidades indígenas.
Hay dos ideas comunes asociadas a los gobiernos radicales: ser el primer movimiento popular “democrático” del país, según la Ley Sáenz Peña (1912) que permitió el voto secreto, masculino y obligatorio y, ser el partido de la “restauración democrática y la paz”. Sin embargo, como demuestra Jujuy, el radicalismo tiene en su ADN una fuerte impronta represiva hacia el movimiento obrero y los sectores populares.
Hipólito Yrigoyen al gobierno
Distintos autores e investigadores han dado cuenta del contexto económico en el que se desarrolla la presidencia de Hipólito Yrigoyen. Se combinaron distintos momentos: los efectos recesivos previos a la guerra imperialista, que perduró hasta 1917, y otro de reactivación y expansión que se produjo a continuación hasta 1929.
Durante el primero, se produjo un auge en las huelgas de los trabajadores. Según David Rock en el año 1917 pararon 136.000 obreros y para el año 1919 el número aumentó a 309.000. Las causas generales que dan lugar a este auge huelguístico, al calor de los ecos de la Revolución Rusa de 1917, provienen fundamentalmente de los efectos de la inflación sobre los salarios reales durante la Primera Guerra Mundial y los inicios de la posguerra. La desocupación alcanzó un 20% en 1917.
Desde 1917 en adelante se recuperaron las exportaciones de carne para alimentar a los ejércitos europeos y la instalación de empresas extranjeras produjo un aumento en el empleo. El imperialismo británico se afianzó en el país en empréstitos, ferrocarriles, bancos, puertos, empresas de transporte tranviario, de electricidad, gas y otros servicios públicos, en frigoríficos, compañías inmobiliarias, en industrias fabriles y consorcios financieros.
Esta recuperación alentó a la burguesía a fundar el 20 de mayo de 1918 la Asociación Nacional del Trabajo (ANT), una organización patronal tendiente a intervenir en el movimiento obrero e intentar cooptar a sus direcciones. La integraron la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural, el Centro de Exportadores de Cereales, el Centro de Importadores y Anexos, el Centro de Navegación Trasatlántica y otros gremios patronales.
¿Árbitro entre las clases?
Desde el punto de vista político hay un cambio en las formas de dominación de la oligarquía, que ya se habían puesto en juego con la misma reforma electoral de 1912. En ese sentido, el gobierno de Yrigoyen replanteó la relación con los distintos grupos sociales. Por un lado, no puso en cuestión las características centrales del modelo agroexportador, ante cada embate de la lucha de clases, como veremos, los intereses de los grandes terratenientes y el capital británico fueron los que definieron la política de su presidencia. Por otro, este modelo logró beneficiar a sectores de las clases medias, vinculadas a actividades comerciales y profesionales, que vieron en la UCR la posibilidad de participación política. Se habían transformado en un sector importante de su base de apoyo político y social. Con el mismo propósito de ampliar su base de sustentación, para el movimiento obrero, también hay novedades. Debió enfrentar a un régimen que buscó implementar formas de consenso, golpeando sobre los sectores de vanguardia, otorgando concesiones y políticas de cooptación.
Se pueden mencionar tres importantes conflictos: la Semana Trágica (1919), las huelgas de la Patagonia (1920-22) y en La Forestal (1920-22) que marcan un ascenso en la lucha de clases y el gobierno responde masacrando al movimiento obrero.
La Semana Trágica, o el “enero rojo” en alusión a la Revolución rusa, fue un gran levantamiento de características revolucionarias en la ciudad de Buenos Aires. Desde hacía más de un mes los trabajadores de la metalúrgica Vasena estaban de huelga, reclamaban la reducción de la jornada laboral de 12 a 8 horas, aumento salarial, el descanso semanal y la libertad de los huelguistas presos. El 7 de enero, un grupo pequeño de trabajadores que no adhirieron a la huelga fueron utilizados por la ANT y las fuerzas del “orden” para provocar a los huelguistas y comenzó la represión causando cientos de heridos y varios muertos. El gobierno de Yrigoyen había dispuesto todos los medios que tenía a su alcance para derrotar una huelga en una empresa con importantes capitales británicos.
La huelga se extiende a los obreros marítimos, el movimiento obrero se organizaba y discutía las acciones a seguir. La huelga general se mantuvo durante el 9 de enero en Buenos Aires. Piquetes, barricadas, incendios en iglesias, actos, movilizaciones y enfrentamientos contra las fuerzas represivas se desplegaron ese día. Vasena es rodeada por una multitud y el cortejo fúnebre de obreros volvió a ser atacado por la policía en el cementerio de la Chacarita, aumentaron los muertos y heridos. El 10 de enero la huelga creció en diversos puntos del país como Mar del Plata y Mendoza entre otros. El gobierno de Yrigoyen respondió desplegando 30 mil efectivos del Ejército y 2 mil de la Marina. También legitimó al grupo de derecha “caza rusos” llamado Liga Patriótica Argentina “defensores del orden” quienes se encargaron de disparar y apalear a obreros, mujeres, marxistas, rusos y judíos. Además del gobierno también los apoyaron la ANT y la Iglesia Católica. La huelga culminó con la aceptación de Vasena al pliego de demandas obreras. El gobierno de Yrigoyen puso en funcionamiento todos los canales a su alcance para mantener la impunidad de los hechos y no se sabe con exactitud la cantidad de muertos y heridos.
Las huelgas de la Patagonia. Desde hace más de un siglo, la Patagonia es tierra de los grandes estancieros y muchos de ellos ingleses. Las familias Braun y Menéndez tenían además negocios mineros, frigoríficos, compañías de electricidad y telefónicas, almacenes de ramos generales, buques propios y controlaban la producción lanar. En ella trabajaron miles de obreros rurales en condiciones de semiesclavitud y superexplotados por los terratenientes, a quienes les reclamaron trabajar 8 hs. Las condiciones de vida eran deplorables. Al no ser escuchados, los peones rurales marcharon a Río Gallegos para peticionar por el reconocimiento de su organización (Sociedad Obrera) y la elección de delegados propios que los terratenientes se negaron a aceptar. El 4 de diciembre los obreros se reunieron a asamblea donde discutieron las dos tendencias: la sindicalista y la anarquista. La mayoría obrera decide continuar al paro y se elige una nueva Comisión Directiva. Desde esta derrota, la tendencia sindicalista (FORA IX) no realizó ninguna acción de apoyo a la huelga en la Patagonia. La huelga siguió, hubo enfrentamientos con la policía en Puerto Deseado, murió un obrero. El paro se extiende en el campo pero se debilita en la ciudad y no repercute en Buenos Aires. Yrigoyen envió al Coronel H. B. Varela para llegar a un acuerdo quien ordenó el final de la huelga y el cumplimiento de las demandas de los obreros. La mayoría de los estancieros firmaron para reconocer la organización obrera, pero el pliego de mejores condiciones de trabajo no se cumplió y los presos siguieron detenidos.
Se produjo una segunda huelga. Los peones se organizaron y pararon las estancias, los caminos, realizaron grandes marchas. El conflicto se agrava, la Sociedad Rural y La Liga Patriótica pidieron orden en la Patagonia.Representantes del gobierno inglés le exigieron al gobierno nacional protección para sus ciudadanos ante las ocupaciones de estancias. Ante estas presiones, Irigoyen envió a Varela esta vez al mando del Ejército, con la finalidad de detener peones y fusilarlos.
La Forestal. En el territorio norte de Santa Fé y actual Chaco, en 1919, 1920 y 1921, los hacheros y obreros de La Forestal se revelaron en sucesivas huelgas contra las nefastas condiciones de trabajo: pasar horas en los bosques, aislados de los poblados, en muchos casos se trasladaban en familia, su pago era en vales a cambio de cubrir sus necesidades básicas. La huelga comenzó por la solicitud a la patronal para fortalecer la organización sindical con delegados y por el reclamo de trabajar 8 hs. El conflicto se agudizó por la intervención de los obreros del ferrocarril que no permitieron la circulación de los trenes por la región donde estaba la empresa. Ante la resistencia, la empresa decidió organizar 3 turnos de 8 horas cada uno y aumento salarial. Sin embargo, a inicios del 1920 comenzó la represalia y los empresarios solicitaron la presencia de la Gendarmería ante el gobernador del radical Mosca pero pagada por la empresa. En enero de 1921 varias fábricas de la empresa cerraron dejando miles de trabajadores desocupados que respondieron ocupando sus fábricas en distintas localidades. El 28 de enero se declaró la huelga y comenzaron los enfrentamientos con la Gendarmería y la policía, lo que provocó cientos de detenidos. La huelga fue derrotada.
La contracara de la represión fue la huelga de portuarios de 1920-21 en Buenos Aires, que se extendió por más de un año y marcó el cierre del ciclo de la luchas de clases en el país. La huelga portuaria encontró a Yrigoyen dispuesto a acceder a sus demandas mediando con el Ministerio de Obras Públicas, la empresa Mihanovich, la Federación Obrera Marítima (FOM), la Unión Naval de Oficiales y la Sociedad de Capitanes, Prácticos, Baqueanos y Patrones llegaron a un acuerdo: los 7000 huelguistas fueron reincorporados, la empresa reconoció a la FOM como representante y le otorgó la potestad para contratar afiliados en todas las embarcaciones de bandera argentina.
En este panorama económico, social y de conflictividad obrera se destacan las opiniones sobre su gobierno y figura como “árbitro” (Rock, 1977) o “intervención personalizada”(Horowitz, 2015) de entre los obreros y otros sectores de la sociedad. Por lo tanto, para estos autores, su finalidad consistió en nivelar los intereses de las clases buscando la “armonía” de las mismas. Es claro que Yrigoyen estableció una nueva forma de dominación burguesa que combinó la represión contra sus elementos más combativos con concesiones y políticas de cooptación hacia ciertos sectores del movimiento sindical y de masas. Pero su objetivo fue disciplinar al movimiento obrero, despojarlo de las tendencias combativas y cuestionadoras del orden social que venían desarrollando en la etapa previa. Su vínculo con las direcciones hegemónicas del movimiento obrero cumple aquí un rol central. Esta política de cooptación encontró interlocutores entre las tendencias políticas y sindicales de las direcciones del movimiento obrero que comienzan a ganar peso, estrechando su vinculación con el gobierno radical. Durante el período 1917-1919 se afirmó la tendencia sindicalista en el movimiento obrero en detrimento del control anarquista. En el IX Congreso de la Federación Obrera de la República Argentina (FORA) realizado en abril de 1915 se produjo la división: la fracción que respondía al sindicalismo pasó a llamarse FORA IX y fue apoyada por el Partido Socialista, la FORA V Congreso mantuvo su carácter anarquista.
Como se ha ejemplificado, la política de “árbitro” sólo tendía a subordinar al movimiento obrero al poder político de la burguesía representada por los capitales nacionales e internacionales. La idea del Estado que buscó la “armonía” entre el capital y el trabajo estuvo basada en la reunificación de los sectores burgueses, la oligarquía radical, en la legitimidad de las organizaciones paramilitares y en la cooptación de sectores de trabajadores.
* Horowitz, J. (2015). El radicalismo y el movimiento popular (1916-1930). Buenos Aires: Edhasa.
* Peña, M. (2014). Historia del pueblo argentino. Buenos Aires: Emecé.
* Rock, D. (1977). El radicalismo argentino, 1890-1930. Buenos Aires: Amorrortu.
* Rojo, A., Luzuriaga J., Moretti, W., y Lotito, D. (2016). Cien años de historia obrera en la Argentina 1870-1969: una visión marxista de los Orígenes a la Resistencia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ediciones IPS.