La mujer y la luha de clases
No son solo varias veces que se nos recuerda a lxs marxistas la misoginia supuestamente inherente de nuestra estrategia. Para esta tarea encajan muy bien la academia burguesa y el stalinismo, a la hora de señalar como “marxismo” las nefastas consecuencias de la contrarrevolución stalinista para las mujeres, las disidencias sexuales y la clase obrera de los estados obreros degenerados/deformados. Sin embargo, las diferentes generaciones de marxistas ya problematizaron sobre estas cuestiones con las armas teóricas de la época.
Ya los padres del marxismo, Marx y Engels, destacaron el papel de la mujer en La Guerra civil en Francia, en la que el movimiento de la Comuna de París inició por el rechazo generalizado y la lucha de las mujeres parisinas a la ocupación de parte del Jefe de gobierno francés, Thiers. Pero también dedicaron parte de sus investigaciones a tratar la cuestión de la familia, la monogamia y el patriarcado en El origen de la Familia, la propiedad privada y el Estado. La afirmación de parte de académicas feministas radicales y liberales sobre como el marxismo, incluso el originario, ignoraba las cuestiones de las mujeres es simplemente falsa. Pero sí es posible por el antifeminismo del stalinismo, el maoísmo y la socialdemocracia conservado durante décadas en sus corrientes.
Estos aspectos de las obras de Marx y Engels fueron directamente influidos por la autora de Peregrinaciones de una paria, Flora Tristán, que abogaba por la unión internacional de la clase obrera a la vez que por la organización de las obreras con el resto de la clase trabajadora pero por sus propias demandas también.
Aunque si hay que cuestionar a esos supuestos socialistas que ya desde la I Internacional excluían a las mujeres de la vida política del proletariado, que también se vio en la misma Comuna de París. Pero esto no significaba sino que en el seno de las organizaciones obreras se instalaban los prejuicios burgueses contra las mujeres contra las que también combatieron Marx y Engels y, más adelante, marxistas revolucionarias como Clara Zetkin, Rosa Luxemburg, Alexandra Kollontai, Lenin o Trotsky.
Estas mujeres, de hecho, participaban en las agrupaciones de mujeres socialistas y aportaron al marxismo reflexiones no solo sobre la cuestión de la mujer, sino críticas magistrales al conservadurismo, oportunismo, reformismo y revisionismo de las bases del marxismo que han ido de la mano de los prejuicios machistas de los mencheviques, reformistas y stalinistras.
La propia Kollontai realizó un trabajo histórico sin igual en el seno de la recién fundada III Internacional así como en el estado sovíetico, donde se fundaron secciones de mujeres, luchó por la educación de las mujeres, por la integración de las mujeres a la vida productiva, la socialización de los cuidados como una rama más del trabajo productivo…
Pero no solo las mujeres del marxismo lucharon por las cuestiones de la mujer. Lenin luchaba en general por la organización de las mujeres y mantenía una correspondencia constante con Clara Zetkin donde mostraba su preocupación por el desarrollo de éstas y su convergencia con el movimiento obrero en general. Así como Trotsky durante toda la época de la guerra civil rusa dio una lucha ideológica contra la burocracia por la educación de las masas en especial también del papel de la mujer en el estado soviético, así como tras su deportación destacó en la fundación de la IV Internacional el papel de la mujer en el seno del movimiento obrero.
Si ha habido un “marxismo” reaccionario con respecto de la lucha de las mujeres y el resto de demanda de grupos oprimidos fue el Stalinismo, encargado personalmente de convertir las agrupaciones de mujeres en un mero apéndice de la política contrarrevolucionaria de su burocracia, que prohibió el aborto en rusia, que proclamaba como heroínas de la patria a las mujeres que tenían más de diez hijos, que reconvirtió a la mujer en el centro de cuidados individual etc.
Y sus herederos organizados en los PC’s y el resto de organizaciones dispersadas pero que continúan con la política del stalinismo no son más que recicladores de estas mismas política, que no luchan por las demandas concretas de las mujeres en los sindicatos en los que participan o que dirigen, que se niegan a intervenir en el movimiento de mujeres porque supuestamente es burgués «de por sí» como si el programa general de lucha fuera algo establecido de una vez y para siempre, que paralizan movilizaciones de mujeres estando en el gobierno o que directamente califican las luchas contra las agresiones sexuales como algo que no debe preocupar a las mujeres de clase trabajadora como es el caso concreto del PML(R-C) impulsor del Frente Obrero cada vez más cercano del falangismo que del comunismo.
Estas organizaciones a las que pertenecen también personajes reaccionarios como Guillermo del Valle, no solo han sido grupos de un misoginia preponderante sino que también se oponen a la libre determinación de los pueblos,como declaraba del Valle en un video de hace apenas unas horas, por su germen de “anti-solidaridad” de todos los españoles, suponemos que para El Jacobino la solidaridad de “todos” los españoles es respetar los límites marcados por la constitución del 78 que lejos de representar la voluntad de todos los españoles representa los intereses de todos los burgueses nacionales a someter a cada una de las naciones oprimidas por el Estado Español.
Así como también se han mostrado reaccionarios ante las cuestiones raciales, de explotación colonial, sexuales; también han tenido un papel fundamental a la hora de fortalecer las burguesías nacionales (incluso las coloniales) en procesos de liberación nacional como lo fue el caso de China en 1925. Por ello lxs marxistas debemos y nos hemos plantado históricamente contra el patriarcado como un elemento más de la explotación y la opresión capitalista.
Las cuestiones de la sexualidad y el género en el marxismo.
La etapa que arrancaría tras las revueltas de Stonewall en el movimiento por la liberación sexual encuentra un nuevo centro de gravedad: la transformación de las relaciones afectivas tras una época en la que la mayoría trabajadora había sido sometida a las normas capitalistas de relacionarse.
En la década de los 60’ los movimientos de mujeres y por la liberación sexual comenzaron a desarrollarse significativamente, en gran parte del planeta, especialmente en los centros imperialistas aunque más tarde a gran parte de los países “orientales”; con ello conquistando importantes reformas, arrancando leyes en los parlamentos, desterrando prejuicios y ganando en visibilización y reconocimiento.
Un sector significativo de la juventud y la clase trabajadora tendía hacia posiciones abiertamente anticapitalistas durante los años 60-70, las grandes organizaciones obreras, es decir, los partidos socialdemócratas y PC’s, conservaron buena parte de las posiciones Lgtbifóbicas, considerando aquello que no era heterosexual una “desviación” impropia de la clase trabajadora, dando la espalda al movimiento de liberación LGTB, que experimentaban un auge y radicalización en numerosos países. Si los bolcheviques en 1918 ya establecieron la despenalización de la homosexualidad, ésta sería erradicada más adelante por la reacción stalinista.
Con este terrible historial, junto a múltiples derivas ideológicas, es que las organizaciones de liberación sexual decidieron desligarse de las organizaciones mayoritarias de la clase trabajadora. Por lo general, y especialmente en el contexto del Mayo francés, se dividieron en tres grandes sectores: los que seguían de forma semioculta a los partidos maoístas y stalinistas, los que rompieron en su totalidad con toda organización obrera, enfocándose en la creación de “espacios libres” siguiendo al autonomismo y, más tarde, al posmodernismo; y una tercera minoritaria que buscaba la combinación de las reivindicaciones programáticas de las mayorías obreras con las de la opresión LGTB, feministas, raciales… por una estrategia de liquidación del capitalismo y sus ideas de amor, sexualidad, género, familia, raza…
Con respecto a esta primera visión de las luchas de liberación sexual, la cuestión ha seguido siendo evitada históricamente por los partidos stalinistas como es el caso del KKE que rechazó la ley del matrimonio igualitario en Grecia y más recientemente también lo hacían con la ley trans al igual que su contraparte española, el PCTE, aunque también otros muchos partidos de corte stalinista como el anteriormente mencionado PML(R-C). Esta evitación se debe directamente a la inoculación sin resignación ni combate de la ideología burguesa reaccionaria, homófoba, tránsfoba, machista, racista… dentro de los Partidos autoproclamados comunistas que se manifiestan en posiciones reaccionarias en contra del movimiento LGTB en general, y contra las políticas “mínimas” que ayudan a la integración y la vida concreta de los individuos LGTB.
Por otro lado la segunda posición bien se encuentra en la generalización como la realizada por Samantha “tendrá que surgir un marxismo con una perspectiva de género” contra el conservadurismo de ciertas organizaciones, ignorando que este conservadurismo está ligado a un marxismo y una estrategia concreta, la del stalinismo, algo muy distinto del marxismo revolucionario del bolchevismo y rescatado por la Oposición de Izquierda contra la degeneración burocrática de la URSS que cedía a los prejuicios y normas de la familia y el género burguesas.
La última posición es la política del marxismo revolucionario es la de la lucha por la autoorganización de la clase trabajadora en general por la lucha contra la sociedad y el Estado burgueses, lo cual también incluye en ellas los prejuicios LGTBIfóbicos, machistas y racistas que tanto predominan en las organizaciones stalinistas y “marxistas-leninistas” que han sido las hegemonizadoras del marxismo y que son criticadas, y no con razones de peso histórico, por sus políticas conservadoras a la vez que conciliadoras con la burguesía nacional.
Pero esta crítica no puede hacerse con la perspectiva de crear “nuevas perspectivas” o nuevas formulaciones que olviden o ignoren la dialéctica y la lucha de clases que tanto profesan el posmodernismo o las nuevas tendencias del marxismo queer, el ecofeminismo, ecosocialismo… que abandonan en su gran mayoría la perspectiva estratégica de vencer al enemigo por conformarse en las migajas que nuestro enemigo nos deje.
Contra los prejuicios burgueses reaccionarios de la burguesía que calan en el stalinismo y contra la falta de perspectiva estratégica de las “nuevas” tendencias reformistas e idealistas debemos poner en pie un movimiento de mujeres y un movimiento LGTB que luchen no solo por las migajas sino porque podamos repartirnos el pastel con el resto de la clase trabajadora, debemos ligar las luchas contra la homofobia y la transfobia con la lucha contra el Estado capitalista como fuente de opresión del conjunto de la clase trabajadora, debemos luchar contra la cisnorma como el correctivo de comportamiento de les trabajadores en general para que continúe habiendo todas las generaciones nuevos trabajadores a los que explotar… Es decir, el marxismo revolucionario ha luchado, lucha y luchará por una sociedad sin explotación ni opresión racial, de género y sexual.
Para esto hace falta levantar para las luchas que vienen contra la derecha y la crisis capitalista un programa de demandas que tome el conjunto de la clase trabajadora para que se luche contra el capitalismo, el patriarcado y la opresión a la que estamos sometida la clase trabajadora. |