Un día después de las elecciones PASO, el ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria, Sergio Massa, aplicó una devaluación del 20%: las consecuencias ya se sienten en el bolsillo y se reflejan en los datos que registra el INDEC.
La canasta básica alimentaria, para una grupo familiar integrado por dos mayores y dos menores, aumentó un 17% en el mes de agosto. Pasó de $111.642 a $130.590. Acceder a esta canasta, es lo que determina la línea de indigencia.
Por otro lado, la canasta básica total, que determina la línea de pobreza, aumentó un 14.3% en el mismo mes. En agosto escaló a $284.687 para dos mayores y dos menores. Esta canasta no incluye el gasto de alquiler. Los trabajadores de ATE-Indec realizan una canasta de consumos mínimos que incluye alquiler y para el mes de julio la estimaron en $384.657.
El negocio de la producción de alimentos en Argentina está altamente concentrada. Así, un puñado de 20 empresas tienen el poder de imponer los precios, para garantizar sus ganancias a costa de la miseria y el hambre de millones. También los grandes supermercados se llevan su tajada, remarcando precios. Y el Gobierno nacional se los permite.
Ellos nunca pierden. La situación para el pueblo trabajador y las mayorías populares es muy distinta.
¿Por qué tiene que ser el FMI, un organismo internacional que controla Estados Unidos, el que defina las políticas económicas de la Argentina? ¿Por qué hay que permitir que se pase por encima de la soberanía de un país? Más aún cuándo la excusa para el sometimiento es una deuda ilegítima y fraudulenta.
¿Por qué hay que permitir que un puñado de grandes empresas definan si una familia come o no? Cuando más de la mitad de los niños, niñas y adolentes en Argentina están debajo de la línea de pobreza.
Las medidas paliativas que está empezando a lanzar el Gobierno, son insuficientes, y con cada nuevo golpe del ajuste y las políticas fondomonetariastas, el pueblo trabajador y las mayorías populares pierden más.
Las conducciones sindicales (CGT, CTA) y de los movimiento sociales oficialistas (UTEP), en vez de ponerse en pie de lucha para recuperar lo perdido, bancan la campaña electoral del ministro de Economía. Y durante todo el mandato del Frente de Todos, mantuvieron en la pasividad y la impotencia a la inmensa fuerza social que tienen en sus manos, tanto trabajadores asalariados como los informales. Así, permitieron una inmensa transferencia de ingresos hacia los grandes empresarios, que amplía día a día la desigualdad social. |