Se cumple la tercera semana de la histórica huelga de trabajadores automotrices afiliados al sindicato United Auto Workers (UAW) y la pulseada con las empresas se empezó a calentar.
El viernes pasado, el UAW amplió su huelga contra los tres grandes fabricantes de automóviles a 38 “centros de distribución de repuestos” distribuidos en todo el país. Estos fabricantes de repuestos son uno de los sectores más rentables del negocio y envían su producción y diversos accesorios de posventa a los concesionarios de automóviles bajo el método "just in time" (justo a tiempo), es decir que fabrican directamente a demanda y no pueden permitirse el corte en la cadena de producción por carecer de stock.
Es por esto que las "Tres Grandes" como se conoce a Ford, GM y Stellantis (fabricante de Jeep) están intensificando su ataque hacia la huelga y contratando rompehuelgas (también conocidos como esquiroles, carneros o scrabs en inglés) para intentar reemplazar a los que están en huelga y así mantener el flujo de ganancias.
Al principio de la huelga, las empresas ya habían comenzado a utilizar rompehuelgas para tareas como enviar productos desde las plantas afectadas. Los Teamsters (camioneros), por su parte, han dicho que se niegan a cruzar cualquier línea de piquete para ayudar a los "Tres Grandes", un importante ejemplo de solidaridad del sindicato de camioneros con los automotrices. Así que las empresas empezaron a contratar a camioneros no sindicalizados, que han estado tratando de entrar a los estacionamientos de los fabricantes de autopartes para recoger piezas y entregarlas. En dos ocasiones, esos camioneros apuntaron con armas a los manifestantes que se negaron a dejarlos pasar.
El sindicato denunció en redes sociales este jueves algunos de los actos de violencia contra los huelguistas propiciados por las empresas y los rompehuelgas.
El martes, General Motors (GM) comenzó a contratar trabajadores temporales por 14 dólares la hora para intentar mantener el flujo de fabricación de algunas de las piezas y accesorios. Es parte de un plan más amplio de los patrones para dotar de personal a estas plantas y mover su producción por medio de rompehuelgas.
Los miembros de UAW están encontrando formas creativas de contraatacar. En parte, han comenzado a utilizar “piquetes duros”, es decir, piquetes que impiden físicamente que los esquiroles puedan ingresar a estas plantas de autopartes. Los trabajadores de los piquetes se niegan a moverse para dejar pasar a los camiones de rompehuelgas y están bloqueando las entradas con coches e instalando nuevas cerraduras en los portones.
Liberar el poder de las bases
La UAW está exigiendo demandas importantes, como la reducción de la jornada laboral de 40 a 32 horas sin reducción salarial, aumentos de sueldo a 40 dólares la hora y el fin de la odiada escala salarial de dos niveles (por la cual los trabajadores nuevos cobran menos que los que trabajan hace tiempo aunque realicen el mismo trabajo).
La huelga ha recogido un gran apoyo popular. Las encuestas muestran que la mayoría de la gente en Estados Unidos está del lado del sindicato contra los patrones. No parece haber un final rápido a la vista y hay mucho espacio para que el sindicato amplíe la huelga aún más.
Ha quedado claro para todos cuánto poder tiene el UAW en sus manos. Por ejemplo, los dos principales precandidatos presidenciales por el partido republicano y demócrata para las elecciones de 2024, Trump y Biden, tuvieron que visitar Michigan (estado donde se desarrolla la huelga) y actuar como defensores de los trabajadores automotrices. Biden visitó los piquetes el martes y Trump visitó una planta no sindicalizada el miércoles. Esto expresa tanto la fuerza que tiene la clase trabajadora, y la oleada de sindicalización y huelgas que viene protagonizando, como así el hecho de que tanto Biden como Trump, temen el creciente poder de los trabajadores; los partidos compiten por la hegemonía sobre este sector y más aun en un estado como Michigan que no está definido de antemano para ninguno de los dos partidos).
Las "Tres Grandes" están observando todo esto. Han evaluado la relación de fuerzas y entienden y temen el poder de la huelga. Están tratando de socavar ese poder incorporando rompehuelgas como parte de una estrategia más amplia para cambiar el equilibrio de poder a su favor, incluido la suspensión de miles de trabajadores en respuesta a la huelga. En otras palabras, esa es la orden del día de los empresarios: desangrar la huelga, cambiar la relación de fuerzas en la mesa de negociaciones a favor de los patrones.
El UAW está luchando resueltamente contra los rompehuelgas, pero es probable que las "Tres Grandes" intensifiquen su uso en los próximos días y semanas.
Detenerlos es una tarea importante, que depende, sobre todo, de la organización de las propias bases. Eso significaría, por ejemplo, seguir formando piquetes más grandes y audaces que atraigan a más trabajadores y más simpatizantes, para mostrar con el poder del número de manifestantes que los rompehuelgas se enfrentan a la fuerza de los trabajadores unidos con las comunidades locales.
Sin embargo, también se necesitará más, como ampliar los piquetes “duros” donde los trabajadores se encuentran en huelga para impedir que entren los trabajadores no sindicalizados. Hacer eso significa enfrentarse cara a cara con la ley laboral establecida tanto por demócratas como por republicanos. Biden y Trump pueden estar actuando ahora como "aliados de los trabajadores", pero la ley laboral que sus partidos aprobaron fue creada para mantener el equilibrio de poder a favor de los patrones, no de los trabajadores.
Esa ley prohíbe a los trabajadores defender sus medios de vida contra los patrones bloqueando a los rompehuelgas. Entonces, enfrentarse cara a cara con la legislación laboral significa que existe la amenaza de que la policía intervenga para ayudar a romper la huelga. La policía siempre ha sido aliada de los empresarios y enemiga de los trabajadores. Si la historia enseña algo es que la policía es un brazo de la violencia estatal organizada para ayudar a los gobernantes, no para proteger a los trabajadores. Eso significa que es aún más importante que una base unificada y de abajo hacia arriba se defienda a sí misma, con su propio poder y métodos.
La historia también enseña algo más: los trabajadores unidos, pueden ganar y de hecho ganan. En 1938, cuando los trabajadores automotrices realizaron su “huelga de brazos caídos” (entonces, como ahora, una lucha contra General Motors), los patrones llamaron a la policía. Pero los trabajadores se organizaron, se defendieron y ganaron. En Minneapolis, en 1934 , una agitada huelga encabezada por las bases de los Teamsters también utilizó piquetes militantes, esta vez piquetes “moviles” para detener a los rompehuelgas por toda la ciudad. Ellos también ganaron.
Esta vez también los trabajadores pueden defender su huelga desatando aún más el poder creativo de las bases. Esta batalla contra los rompehuelgas es una de las principales claves para obtener grandes concesiones en la lucha. Eso significará unir diferentes filas de trabajadores, de todos los niveles, para luchar juntos. Organizar algo tan importante a gran escala –reunir la solidaridad y la fuerza necesarias– exige que la energía sindical se invierta en formas de organización como los comités de huelga locales: lugares donde los trabajadores de todos los rangos puedan conectarse con los de las comunidades locales, organizarse y decidir por sí mismos cuál es la mejor manera de formar piquetes grandes, ruidosos, militantes, turbulentos y poderosos.
La batalla se está intensificando y la clase trabajadora está demostrando que está lista para mostrar su fuerza. |