En un artículo publicado por AP News se desarrollan dudas y argumentos de meteorólogos en torno a lo que pasó con el huracán Otis que impactó en la costa de Acapulco, Guerrero, pues señalan que la evolución que tuvo este fenómeno no fue la esperada según las mediciones meteorológicas, se señala que el huracán “paso de ser una simple tormenta tropical a un monstruo en tiempo record”. Aún quedan dudas de que fue exactamente lo que provocó esta situación, pero todo apunta a que es debido al cambio climático.
En ese mismo artículo el investigador de huracanes en la Universidad de Miami, Brian McNoldy, señala que esto corresponde a una tendencia en la que en las últimas décadas los ciclones se intensifican más rápido, debido a las altas temperaturas en aguas derivadas del cambio climático.
Esto explica porque los modelos actuales de lectura de huracanes no pudieron prever la magnitud que tomaría el huracán, y los daños que generaría. Esto es crucial, puesto que, existen medidas y protocolos ante este tipo de catástrofes, que son preventivos para reducir los daños que pueden provocar, medidas que no se pudieron aplicar, pues, nuevamente, no se tenía previsto la magnitud del evento.
Estamos entonces ante un fenómeno que se intensificó debido a dos aspectos, por un lado cálidas y profundas aguas, que además intensifican su temperatura en la medida que se profundizan; y por otro lado, vientos favorables para que se desarrollara el huracán, ambos elementos que son básicamente combustible para los huracanes.
Lamentablemente esto esta lejos de ser la excepción, y la comunidad científica especula si esto continuará intensificándose, puesto que en las últimas décadas se han dado cambios importantes en las temperaturas de las aguas oceánicas producto del cambio climático; por lo que podríamos señalar que, lejos de ser un “desastre natural”, la magnitud que tuvo “Otis” apunta a ser producto del cambio climático como una de las consecuencias de este sistema irracional de producción capitalista, que devasta el ambiente.
Como ejemplo de ello, el mismo artículo de AP News, señala que desde agosto las altas temperaturas en océanos han roto récords desde agosto de este año. Si pensamos en fenómenos similares a los de “Otis”, podemos destacar el huracán “Patricia” que impactó en 2015 en las costas de Guerrero y que también paso de ser una tormenta tropical a un huracán categoría 5 en menos de 10 horas, y el huracán “Wilma” que impactó en la península de Yucatán, Cuba y parte de la península de Florida en EE. UU. en 2005, siendo el huracán más intenso hasta ahora en el Atlántico. Ambos se dieron también en octubre.
En 2017 los huracanes Harvey y María también se intensificaron rápidamente, y se tiene registro que en 2020 seis tormentas se intensificaron con rapidez la mayoría de ellas antes de tocar tierra.
El huracán Otis ya dejó un saldo de 27 personas fallecidas, daños estructurales en hospitales, hoteles y casas y en algunas zonas siguen sin comunicación, además de la obstrucción de carreteras y caminos; otra de las cosas que alarman es que dejó daños en 27 sensores del Sistema de Alerta Sísmica, de las costas de Guerrero Michoacán y Oaxaca, por lo que en caso de que hubiera un sismo no se podría emitir una alerta.
Estamos ante fenómenos que están lejos de ser naturales; lo que vemos es el producto de un sistema de producción irracional que, esta dispuesto a sobre explotar la naturaleza y los recursos, sin importar las consecuencias que tiene en el ambiente y en pérdida de vidas humanas.
Con información de AP News |