En conmemoración de otro aniversario de la Revolución Rusa, este artículo explora los desafíos que enfrentó León Trotsky en la conformación del Ejército Rojo durante los primeros dos años de la Guerra Civil Rusa.
El 12 de enero de 1918, un decreto emitido por el Consejo de Comisarios del Pueblo, estableció la formación del "Ejército Socialista". Este ejército se erigiría desde sus cimientos, fundamentado en principios como la elección de oficiales y el mutuo respeto y disciplina entre camaradas. El propósito de esta nueva fuerza militar se delineó de la siguiente manera: “El viejo ejército funcionó como un instrumento para la opresión de los trabajadores por la burguesía. Con la transferencia de la autoridad del estado a los trabajadores y las clases explotadas, surgió la necesidad de un nuevo ejército, que en el presente sirva de baluarte al régimen soviético, que sea un cimiento para el reemplazo en un futuro cercano del ejército actual por una fuerza armada del pueblo y una base para la Revolución Socialista en Europa”. [1]
En un artículo previo, analizamos la situación de la república soviética a mediados de 1918. Allí destacamos la victoria del Ejército Rojo en la batalla de Kazán, que representó el bautismo de fuego del Ejército Rojo y la defensa de la revolución en el primer año de la guerra civil. Para obtener esta victoria, resaltamos el papel de la dirección de Trotsky y los cuadros bolcheviques en los enfrentamientos con el ejército blanco y las fuerzas contrarrevolucionarias. En este artículo, profundizaremos en los desafíos que enfrentó el Ejército Rojo para convertirse en la fuerza vencedora de la guerra civil rusa, explorando aspectos de su organización como un ejército que se diferencia de cualquier otra fuerza militar burguesa, su transformación en uno de los ejércitos de mayor tamaño de la historia, la centralización como un aspecto fundamental para obtener la victoria en contraposición al guerrillerismo, y su papel en la expansión de la revolución a nivel internacional.
Una de las primeras cuestiones a destacar es la diferencia entre el ejército rojo y los demás ejércitos burgueses. ¿Qué diferenciaba al Ejército Rojo del resto de las fuerzas armadas de otros países? En las tesis para el VIII Congreso del Partido Comunista ruso [2], Trotsky habla sobre la composición, las características de la instrucción, selección de oficiales y objetivos.
En contraposición a un ejército burgués, el Ejército Rojo, como instrumento de la república soviética, se concibió como una fuerza militar compuesta principalmente por obreros y campesinos pobres. A su vez abogó por la movilización de clase en el Ejército Rojo, excluyendo a elementos como los kulaks y parásitos. Esta medida aseguraba que el ejército estuviera compuesto centralmente por trabajadores y campesinos pobres, evitando la influencia contrarrevolucionaria aunque, como veremos más adelante, la incorporación de antiguos oficiales zaristas generó nuevas contradicciones.
En relación a la forma de instrucción, mientras que los ejércitos burgueses tradicionales a menudo entrenaban a sus soldados en ambientes aislados, lejos de la realidad laboral, Trotsky abogaba por la instrucción militar obligatoria en condiciones que se asemejaran más al entorno de trabajo de la clase obrera. Trotsky plantea que:
Crear el ejército de obreros y campesinos pobres, sobre la base de la instrucción militar obligatoria, en lo posible fuera de los cuarteles, sobre la marcha, es decir, en condiciones próximas al marco de trabajo de la clase obrera. [3]
Esto a su vez tiene un fin práctico. El revolucionario ruso recomendaba que los contingentes que fuesen al frente sean de regiones cercanas para que luego de terminadas las operaciones vuelvan rápidamente a su trabajo.
Además de plantear la forma de instrucción ligada a las condiciones materiales de la clase obrera, dedicó especial atención a la selección de la oficialidad. En un ejército burgués, los oficiales suelen ser seleccionados y formados como una élite encargada de mantener la jerarquía social existente. En cambio, Trotsky enfatizaba la elección democrática del personal de mando en el Ejército Rojo, asegurando que estos líderes surgieran de las filas de la misma clase obrera y campesina, eliminando así la brecha entre oficiales y soldados.
En relación a los objetivos, el fundador del Ejército Rojo es claro. Mientras que los ejércitos burgueses se utilizan para preservar el orden y los intereses de la clase dominante, el Ejército Rojo tenía una misión revolucionaria claramente definida: además de defender la república soviética interna y externamente, en sus objetivos está el de expandir las ideas de la revolución y el de ser un apoyo a las clases obreras en la lucha contra sus burguesías.
La utilización de oficiales del antiguo ejército
El surgimiento del Ejército Rojo no ocurrió en el vacío. Se basó en la utilización de los “especialistas militares”, que en su mayoría eran antiguos oficiales y suboficiales zaristas. Esta elección reflejaba la contradicción existente en el ámbito militar entre el poder de la clase obrera y su retraso cultural y científico.
La paradoja de contar con un ejército revolucionario liderado en gran medida por ex oficiales zaristas llevó a la creación de una institución novedosa: los Comisarios Militares. Esta figura se inspiró en la Revolución Francesa. En Rusia su organización se materializó en el Buró de Comisarios Militares de toda Rusia. Fue así que todas las ramas de la esfera militar se estructuraron bajo un doble mando compuesto por un especialista en cuestiones puramente militares, operacionales y del combate (el especialista militar) y por un militante avezado del Partido Comunista, tenía la función de vigilar las decisiones y los actos del especialista para evitar que fueran en contra de la revolución o contrarios a los lineamientos políticos generales (el comisario político).
Esto fue criticado por parte de los dirigentes del partido y los comandantes militares rojos. Issac Deutscher comenta:
Entre los bolcheviques y los obreros ordinarios prevalecía un intenso disgusto por los profesionales que habían gozado de libertad y privilegios mientras los revolucionarios pasaban sus mejores años en el destierro y la cárcel. Se sintieron anonadados cuando se les dijo que la revolución debía restaurar la respetabilidad y la influencia de los ’lacayos del zar’ y los ’filisteos burgueses’. [4]
Trotsky criticó la actitud de autosuficiencia y de menosprecio a las complejas tareas de la revolución advirtiendo así sobre una tendencia conservadora sobre la formación del ejército rojo. Argumentaba que la mera toma del poder no garantizaba, per se, la victoria de la revolución socialista. El revolucionario ruso sostenía que el legado cultural del que la revolución había tomado posesión debía salvarse, cultivarse y desarrollarse; y, mientras la revolución tuviera que defenderse, la capacidad de los conocimientos militares debían considerarse como parte de ese legado. [5] Además planteaba que el proletariado no tenía tiempo de crear un ejército desde la nada y decía:
Pero cuando camaradas demasiado impacientes decían: “Renuncien a reclutar antiguos oficiales para el Ejército Rojo”, nosotros respondíamos: “No, esa es una idea falsa, nosotros necesitamos cuadros instruidos, el ejército no puede permitirse partir del abecedario cuando estamos rodeados por el enemigo por todas partes”. [6]
Para el fundador del Ejército Rojo era esencial superar el rezago y la inexperiencia de las masas, capitalizando todos los recursos acumulados por la burguesía, así como el conocimiento sistematizado que ésta había adquirido, utilizando estas herramientas en su contra para lograr la derrota de la burguesía.
¿Qué tipo de ejército necesitaba la Revolución?
A lo largo de la guerra civil, sobre todo en las primeras etapas, uno de los principales desafíos del Ejército Rojo y que Trotsky buscó resolver fue la formación de un ejército centralizado y disciplinado en contraposición a los destacamentos guerrilleros. El revolucionario ruso opinaba que la noción de recurrir a destacamentos guerrilleros –tipo de organización militar que los Socialistas Revolucionarios de Izquierda pregonaban– se originaba en gran medida en el pensamiento político de la pequeña burguesía intelectual.
Trotsky consideraba que estos métodos de lucha guerrillera habían sido necesarios en un período anterior, cuando el proletariado se encontraba oprimido por el Estado y carecía de recursos y apoyo para llevar a cabo una lucha más convencional. Pero con la conquista del poder político, el proletariado podía aprovechar el aparato estatal para construir un ejército centralizado y organizado de manera sistemática. Trotsky enfatizaba que sólo a través de la unidad de organización y dirección se podía lograr la máxima eficiencia con el mínimo de víctimas. Predicar la guerrilla como programa militar, según él, equivalía a retroceder de la gran industria a un taller artesanal. [7] A su vez planteaba
que el ejército centralizado tenía una enorme superioridad sobre el guerrillerismo y los métodos artesanales. Así se materializó la posibilidad de considerar y decidir, en cada momento, dónde era necesario operar más intensamente. [8]
El éxito de la lucha guerrillera campesina en la expulsión de los terratenientes reforzó la creencia de que la organización de destacamentos guerrilleros era la clave y suficiente para la defensa armada. Sin embargo, para Trotsky la cuestión en debate no era la legitimidad de emplear destacamentos guerrilleros como una táctica militar en situaciones específicas que lo requirieran, como el caso ucraniano [9]. Lo fundamental radicaba en determinar cuál debía ser la orientación central y más significativa en el ámbito militar, particularmente frente a la amenaza y la intervención militar extranjera.
Una vez que la clase obrera había alcanzado el poder, Trotsky argumentaba que debía aprovechar todo el potencial de su dictadura para derrotar a los enemigos en la guerra revolucionaria, en lugar de debilitarlos. Desde su perspectiva, las posturas que defendían la exclusiva utilización de destacamentos guerrilleros subestimaban la lucha que el proletariado en el poder debía llevar a cabo. Estas posturas, en su opinión, mantenían a la revolución en una posición de desventaja total frente a sus enemigos. [10]
No obstante, vale señalar que tampoco desmerecía la importancia del uso táctico de las guerrillas para situaciones puntuales. En relación al frente ucraniano decía que:
nuestros destacamentos guerrilleros han desempeñado en Ucrania un papel enorme, plenamente positivo. Claro está que también allí, desde el primer momento, aparecieron tropas soviéticas regulares, y los destacamentos guerrilleros actuaron, cada vez más, como satélites en torno a su planeta. Han comenzado a reagruparse en torno a las unidades regulares, que habían acudido respondiendo al llamamiento de los obreros y campesinos ucranianos, y ahora se le ha planteado ya al mando ucraniano la tarea de integrar a esos destacamentos guerrilleros en divisiones regulares. Este trabajo se lleva a cabo con éxito en Ucrania porque los trabajadores de allí tienen la ventaja de contar con nuestra experiencia de un año, y han aprendido mucho de nuestros errores y de nuestras conquistas. [11]
En resumen, el dilema entre guerrilla y organización centralizada en el Ejército Rojo refleja la complejidad de la transición revolucionaria y la adaptación a las cambiantes circunstancias políticas y militares de la Rusia Soviética. Trotsky enfatizó la necesidad de un equilibrio entre ambos enfoques para lograr el éxito en la construcción de un ejército revolucionario.
¿El Ejército Rojo puede expandir la revolución?
A medida que el Ejército Rojo fue aumentando en tamaño, mejorando su capacidad operativa y por lo tanto sus victorias, la propaganda de los países imperialistas que intervinieron del lado contrarrevolucionario durante la Guerra Civil apuntaron al Ejército Rojo como un ejército expansionista y fue tildado de napoleónico, en relación a las guerras de conquista desatadas por los ejércitos del emperador francés luego de la Revolución Francesa. Trotsky respondió que el bonapartismo no surgía como resultado de la mera existencia de una organización militar, sino más bien de determinadas relaciones sociales. [12]
Desde la perspectiva del revolucionario ruso, el Ejército Rojo asumió un papel histórico diferente. Se convirtió en el instrumento de autodefensa socialista tanto del proletariado como de los campesinos pobres, protegiéndolos contra la amenaza de generales que a menudo estaban respaldados por el imperialismo extranjero como Kornilov, Kolchack, Deninkin, Yudienich, Wrangler, entre otros. Además, su existencia tenía un alcance más amplio y estratégico. No solo serviría como defensor de la nueva sociedad ante posibles agresiones de Estados imperialistas extranjeros, sino que también desempeñaría un papel crucial al prestar apoyo al proletariado de estos Estados en su lucha contra el imperialismo.
En relación a la extensión de la revolución a nivel internacional, Trotsky argumenta que, si bien el proletariado revolucionario debía intervenir en apoyo a sus camaradas en otros países, incluso mediante medios militares, esta intervención no debía reemplazar el proceso revolucionario en el país en cuestión. Trotsky subrayaba la importancia de que la victoria revolucionaria sea llevada a cabo por el propio proletariado local y que la intervención extranjera tenga como objetivo facilitar este proceso en lugar de suplantarlo. [13]
La mirada de Trotsky en este sentido era utilizar la fuerza militar para allanar el camino a las masas locales en su lucha. De esta manera, destacaba la necesidad de una política internacionalista que estuviera en sintonía con las aspiraciones y deseos de la clase trabajadora de cada país donde el ejército del estado obrero interviniera. Advertía, además, que cualquier contradicción entre el programa revolucionario y la acción podría llevar a que el Ejército revolucionario sea visto como un conquistador en lugar de un aliado, lo que perjudicaría la conciencia y organización del proletariado en ese país y a nivel mundial.
Esto se puede observar cuando analizaba la situación del frente de Finlandia, el cual ponía en peligro permanente a la república soviética al estar este país a pocos kilómetros de Petrogrado. Una de las posibles soluciones que se barajaban era la invasión a este país escandinavo:
en el sentido más estricto del término- una guerra revolucionaria defensiva: nos atacan, nos defendemos. Ni siquiera contra la pequeña Finlandia, pese a sus grandes crímenes, tomaremos iniciativas ofensivas: tendremos paciencia, sabiendo que el tiempo trabaja a nuestro favor. La política del poder soviético es una política de paz. Pero política de paz no significa política de capitulación, política de entrega de las conquistas de la revolución a sus enemigos jurados. No, la política de paz presupone estar prestos a defender las conquistas de la revolución, si el enemigo las amenaza, hasta el último aliento. [14]
Por lo tanto, el Ejército Rojo se estableció como una pieza clave en la protección de los logros revolucionarios y la defensa de los intereses del proletariado y los campesinos pobres y su nuevo Estado. En lugar de ser un ejército de conquista como el napoleónico, representaba un contrapeso contra las fuerzas reaccionarias y un actor clave en la lucha contra el imperialismo en función de la revolución socialista. A la vez de servir de apoyo a las clases obreras de otros países que se encuentren enfrentados a sus propias burguesías. [15]
Consideraciones finales
Catorce estados intervinieron en Rusia con el objetivo de aplastar la Revolución Socialista, entre ellos las principales potencias del mundo, como Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y Japón. Estos países, junto con naciones como Checoslovaquia, Grecia, Polonia, Latvia, Finlandia, Estonia, Yugoeslavia, Rumania, Lituania, Turquía y Alemania, que también tuvo acciones en Ucrania y los Estados Bálticos, se unieron en un esfuerzo conjunto. Sin embargo, a pesar de esta coalición internacional, el ejército revolucionario logró prevalecer. [16]
El fracaso de la Entente y demás ejércitos burgueses se puede explicar en la falta de unidad entre las potencias intervencionistas. Las diferentes motivaciones que tenía cada potencia como también la falta de apoyo popular en sus propios países, fueron dos de los factores clave que llevaron al fracaso de la intervención además de la propia resistencia del Ejército Rojo. A pesar de las intenciones de algunos políticos burgueses como el primer ministro francés, Georges Clemenceau de eliminar a los soviets por la fuerza, los estados imperialistas se tuvieron que enfrentar la resistencia en sus propios países, como el caso de los marineros en Francia, lo que socavó sus planes . El caso inglés es similar, con Churchill llamando a una cruzada contra el bolchevismo, pero encontrándose con la oposición de los trabajadores británicos. [17]
Esto fue aprovechado por las fuerzas de la república soviética. En su análisis del frente ucraniano Trotsky reflexionaba sobre estas fuerzas de la revolución socialista y sus capacidades de victoria en escenarios adversos:
En Ucrania el problema militar ha sido puesto de nuevo sobre el tapete por un gran acontecimiento político: la revolución en Alemania, que provocó la insurrección en Ucrania. Aquí se manifestó con particular expresividad la vinculación directa e inmediata de nuestras operaciones militares con su base natural: la revolución obrera y campesina. Nosotros hacemos la guerra. Pero esta guerra no es como otras, en las que el territorio pasa de una mano a otra pero el régimen sigue siendo el mismo; nuestra guerra es la revolución obrera que se organiza, se defiende o ataca, protege o amplía sus conquistas. [18]
A la vez de pensar los límites en la intervención extranjera en Rusia, el papel del ejército organizado por León Trotsky fue crucial para la defensa y posterior victoria de la revolución socialista. El análisis de León Trotsky sobre los desafíos que enfrentó el Ejército Rojo durante su formación y desarrollo a lo largo de las primeras etapas de la Guerra Civil Rusa revela la complejidad de construir una fuerza militar revolucionaria en medio de las cambiantes circunstancias políticas y sociales.
La organización del Ejército Rojo se llevó a cabo en medio de la contienda, lo que a menudo resultaba en una falta de conformidad con un plan establecido, e incluso en improvisaciones desordenadas. Su aparato era notablemente extenso y pesado. En cada oportunidad disponible, se trabajaba en su simplificación, compresión y optimización. En un primer momento llevado adelante por los militantes obreros del Partido Comunista. Como dice Trotsky
al principio, sólo la reducidísima capa de proletarios abnegados procedió concientemente a la creación de las fuerzas armadas de la República soviética. A la vez que la fidelidad a la defensa de la revolución por parte de las masas obreras y campesinas hicieron la diferencia sobre las fuerzas de la contrarrevolución. [19]
Las reflexiones de Trotsky sobre el Ejército Rojo y su conformación subrayan la importancia de la adaptabilidad, la movilización de clase y la construcción de una fuerza militar que refleja y sirve a los intereses del proletariado y los campesinos pobres en su búsqueda de la consolidación de la revolución, la defensa de la República Soviética y la resistencia frente a las fuerzas contrarrevolucionarias y el imperialismo.