“Si el martes a las 12 de la noche no está resuelto el abastecimiento de combustibles, desde el miércoles no van a poder sacar un barco de exportación”, les dijo el domingo el ministro de Economía (y candidato presidencial de Unión por la Patria) Sergio Massa a las empresas petroleras que, según su visión, son las responsables de provocar el desabastecimiento de combustibles en las estaciones de servicio del país.
El posible nuevo presidente quiere darle algo de “mística” a su planteo y, en medio de su campaña de cara al balotaje del 19 de noviembre, busca mostrar una inflexibilidad que no posee. La supuesta amenaza a los CEO de las empresas no tiene nada de combativa. Pero además es falaz, ya que quien domina el mercado nacional de comercialización de combustibles es YPF , la empresa con mayoría accionaria del Estado que el mismo Massa conduce.
Dentro el concierto empresarial energético argentino, la empresa presidida por el ultrakirchnerista Pablo González es hegemónica, con más del 55 % de las ventas totales de combustibles. Precisamente fueron las estaciones de servicio de la empresa centenaria las primeras en haber dejado un tendal de vehículos sin una gota de nafta. ¿Massa se amenaza a sí mismo? Ridículo.
El mapa empresario del sector se completa con otras tres firmas: Shell (del grupo Raízen), Axion y Puma (de Trafigura). Encabezadas por YPF, las cuatro comunicaron el sábado su promesa de ir “normalizando en los próximos días” el abastecimiento de los surtidores, que en las últimas horas brindaron postales críticas, con largas colas de vehículos esperando por una carga mínima de sus tanques y, en algunos casos, con estaciones de servicios directamente “cerradas”.
A su vez la Cecha (Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines), dijo que se estaría yendo “hacia el normal abastecimiento” al tiempo que pidió que no haya una “catarsis colectiva” que lleve a la gente a sobredemandar nafta.
En palabras del propio Massa, el Gobierno acusa a las petroleras de haber especulado con la posibilidad de una nueva devaluación del peso tras las elecciones generales del domingo 22. “Por ahí guardaron, después hubo algunos otros que especularon con que vencía el acuerdo de descongelamiento y se hablaba del 20 % o del 40 % de aumento”, agregó el ministro-candidato en una conferencia de prensa en San Miguel de Tucumán, a donde viajó para estar en la jura de Osvaldo Jaldo como gobernador.
Para fundamentar su acusación, Massa dijo que “el sector petrolero argentino está batiendo récords de producción” y, en ese marco, para las corporaciones “es mucho más atractivo exportar a valor de barril internacional que vender en el mercado interno”. Como si la situación no fuera crítica para la población trabajadora, el ministro naturaliza “que para las petroleras sea más negocio exportar” que vender en el país y les suplica que combinen esa rentabilidad cautiva con “cuidar el bolsillo de los argentinos. Me encanta que las petroleras argentinas exporten más, generen divisas, pero primero los argentinos”, afirmó en tono de campaña electoral.
De allí que, frente a una crisis en aumento, advirtió (no sin una alta dosis de demagogia) que “si el martes a las doce de la noche no está resuelto el abastecimiento, desde el miércoles no van a poder sacar un barco de exportación porque primero el petróleo de los argentinos es de los argentinos”.
Lo cierto es que mientras Gobierno acusa a las corporaciones de guardarse el combustible y éstas lo acusan a él de mantener los precios “atrasados” (en función de las regulaciones en el mercado interno que no acompañan la inflación), quienes pagan las consecuencias del desabastecimiento son millones de consumidores, en su enorme mayoría laburantes que necesitan cargar los tanques de sus autos o motos para poder trabajar.
Los combustibles son derivados directos del petróleo, un bien natural común que debería estar en manos de toda la sociedad y cuya producción debería satisfacer las necesidades de la población en un marco de cuidado del ambiente. Sin embargo, a quienes gobiernan parece que sólo les queda hacer declaraciones para la tribuna mientras se les ruega a un grupo de empresarios que no sean tan voraces como son. A lo sumo, se los “aprieta” un poco amenazándolos con suspenderles la posibilidad de exportar, lo que a su vez es un riesgo para las cuentas públicas, necesitadas de dólares frescos para pagar la deuda al FMI y los buitres.
Las declaraciones de Massa este domingo son una confesión de parte, ya que detalló la cantidad de beneficios que el Estado les da a esas corporaciones. “El sector petrolero argentino es uno de los que tiene mayor crecimiento de mercado global. Tienen tipo de cambio diferencial para liquidar; tienen reducción de impuestos para tener congelados los precios; tienen reducción de impuestos para importar; y claramente, además, hacen valer su potencia económica”.
Como detalló en un informe reciente de este diario Esteban Martine, “las petroleras dejan un desastre ambiental, reciben subsidios millonarios y se llevan los dólares afuera”. De conjunto recibirán este año, por ejemplo, 5,5 veces más en subsidios de lo que el Estado destina a Parques Nacionales.
Causas y consecuencias
No hay un factor único que haya provocado esta situación. A nivel estructural, se reconoce una demanda mayor en esta parte del año desde el sector agropecuario por el comienzo de la siembra de maíz y soja. A su vez YPF, que abastece al 55 % del mercado interno, programó para estos días las habituales “paradas técnicas” en dos de sus refinerías. El faltante de producción debía ser compensado con importación de combustible, pero diversas fuentes aseguran que el Gobierno no le giró los dólares a la empresa para pagar la carga que ya estaba esperando en cuatro barcos anclados en el Río de la Plata.
A esas causas más “estructurales” se agregó una suerte de “corrida” en las estaciones de servicio durante los últimos días. Sin información precisa y clara del Gobierno (imposible creer que no imaginaran que algo así podía pasar) y en un marco en el que todos los días los bienes y servicios aumentan sin aviso ni piedad para los bolsillos populares, mucha gente se lanzó a los surtidores a cargar los tanques, aunque sea por las dudas.
Al principio de esta situación, en diversas zonas del país se vieron largas colas de autos esperando para cargar, pero nadie se iba sin poder hacerlo. Con el correr de los días la demanda creció, al tiempo que las petroleras dejaron de llenar los subsuelos de las estaciones. “Desde la empresa no nos dicen nada, estamos igual que ustedes”, es la respuesta de playeros y playeras ante la consulta de clientes que piden algo de certeza.
El viernes a la tarde Flavia Royón, secretaria de Energía de la Nación, tuvo una amena reunión con los CEO de las cuatro petroleras que gobiernan el mercado. En un clima casi familiar, Junto a Pablo González de YPF, Marcos Bulgheroni de Pan American Energy (Axion), Martín Urdapilleta de Puma y Andrés Cavallari de Shell “analizaron” la situación. Los empresarios directamente plantearon la “necesidad” de aumentar los precios de los combustibles. Royón les prometió ir hacia “un sendero con razonabilidad, escalonado”, dando a entender que, al menos hasta el balotaje del 19 de noviembre, el Gobierno quiere evitar “aumentos abruptos”.
Según información difundida por el propio Gobierno, en breve estarían llegando del exterior diez buques con combustible para “reforzar la oferta”. Ocho de ellos irían a YPF, uno a Shell y otro a Puma. Eso, dicen, podría “descomprimir” la situación. Mientras tanto, las mismas corporaciones prefieren eludir toda responsabilidad y no dejan de acusar a la población de haber generado “una sobredemanda generada por una expectativa de desabastecimiento”.
En una de las últimas sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, Nicolás del Caño hizo un planteo que va al hueso de esta situación. En medio de la discusión impulsada por el Gobierno sobre la llamada “Ley de Promoción del Gas Natural Licuado” (en favor de las mismas corporaciones de siempre), el diputado del PTS-Frente de Izquierda planteó “la necesidad de avanzar en una nacionalización integral de todos los recursos energéticos, para poder desarrollar un plan racional, discutido con las comunidades, con los trabajadores, con los especialistas, los científicos y científicas de nuestras universidades públicas. Un plan racional que esté en función de las necesidades de la población, de las grandes mayorías trabajadoras y que no esté puesto en función de entregarles más beneficios a las multinacionales”. |