La enfermería es un oficio muy exigente y muy mal pago en todo el sistema de salud | Télam
El mensaje de enfermeras y enfermeros es claro. No se puede permitir que el sistema de salud se siga deteriorando de gobierno a gobierno. De esenciales a desechables, el sentir de un sector muy precario desde distintos puntos del país.
“Lamentable”. “Deplorable”. “Insostenible”. “Mediocre”. “Pésima”. “Paupérrima”. “Penosa”. “Vergonzosa”. “Una falta de respeto”. “Muy mala”. “Muy grave”. “Muy incierta”. “Muy preocupante”. “Muy injusta”. “Cada vez peor”. “Cada vez más crítica”. “Cada vez más precaria”. “En decadencia…” Estas son algunas definiciones que más de 60 enfermeras y enfermeros enviaron a La Izquierda Diario, en respuesta a la pregunta “¿qué opinás de la situación de los trabajadores y las trabajadoras de la salud?”.
Desde Jujuy, Tucumán, Neuquén, Entre Ríos, Capital Federal, La Plata, Berisso, Ensenada y diversas localidades del conurbano bonaerense, las voces coinciden. Solo 7 personas aseguraron que sus condiciones laborales son "buenas" o "correctas".
Limpian caca. Pis. Pus. Sangre. Mocos. Vómito. Curan cortes. Quebraduras. Escaras. Infecciones… Lidian con el olor y el dolor ajeno durante largas jornadas. Medican. Escuchan. Monitorean. Desarrollan “ojo clínico”. Están a disposición para hacer aquello que no cualquiera podría hacer por nosotros, en esa situación de vulnerabilidad que enfrentamos cuando somos pacientes. Acompañan a las familias en la ansiedad y la expectativa por la salud de sus seres queridos. Consuelan cuando alguna vida se pierde. Pero lo más impresionante de su trabajo: salvan vidas.
“La situación de enfermería es trabajar mucho y pagarnos poco como esclavos”, dice Alma* (49) de Florencio Varela, que trabaja en el sistema público. “Cada vez estamos más olvidados… se olvidaron de la primera línea frente a las adversidades que influyen sobre la salud del individuo, familia y comunidad”, dice Bernardo (46), enfermero hace 18 años, desde Jujuy. “Es como trabajar en una fábrica del siglo pasado. Muchas horas, encierro, control de los mismos compañeros como si fueran los capataces, automatización”, describe Carla (41), enfermera de Lomas de Zamora.
Llegamos a la descripción de las condiciones laborales y estructurales en sus trabajos: “hacinamiento, precarias, escasos recursos materiales”. “Muy poco mantenimiento a nivel estructural y poco espacio”. “Cada vez más deterioradas y el espacio es reducido”. “Malas, con carencias y falta de mantenimiento”. “Malas condiciones edilicias, falta de herramientas de trabajo”. “Falta de inversión”. “Falta de insumos, se llueve el hospital, paredes partidas”. “Presencia de goteras”. “Deficientes”. “Insuficientes”. “Inseguras”.
“En mi sector tenemos un desfibrilador del año 1997”, dice Alejandro de Neuquén (39).
¿Seguimos?
“La situación que yo noto porque me pasa”: insalubridad y sobrecarga
Si algo sale bien, tanto en el sistema público como privado, es por el esfuerzo sobrehumano de las y los profesionales que los hacen funcionar. “Ayudar es muy bueno, solo que a veces nadie ve que hacemos lo imposible para brindar una atención con lo poco que hay”, dice Darío (49), enfermero desde hace 28 años, de Humahuaca.
En algunas clínicas privadas de primera categoría no falta nada, pero pagan tan poco que con ese solo trabajo no alcanza. Entonces esas mismas personas también trabajan en otros lugares y llegan a jornadas de 12 a 15 horas en un mismo día. Según el lugar enfrentan falta de insumos, de personal o de energía.
“Sobrecargado de trabajos para llegar a fin de mes, muy estresado por la demanda en cada trabajo y sobrecarga de pacientes”. “Muy pocas horas de descanso, sobrecarga de trabajo y tener que lidiar con falta de insumos”. “Estamos muy sobrecargados y poco valorado nuestro trabajo”. “Condición laboral con sobrecarga”. “La situación que yo noto porque me pasa, es el agotamiento, y así todos mis compañeros con los que charlo”.
“Hay enfermeras que no han tenido un descanso adecuado desde la pandemia” cuenta Emilia (35). “Capaz se tomaron algunos días pero eso no es un descanso acorde a lo que vivieron”, agrega. Trabaja en un hospital de la zona oeste del Gran Buenos Aires.
Entre la descripción del cansancio crónico y las carencias de todo tipo aparecen otras palabras. “Siempre estamos expuestos a enfermedades, violencias, agresiones de parte de los familiares, pacientes y jefaturas”. “Hay que lidiar con maltrato interno y externo”. “Jornadas laborales extenuantes. Malos salarios. Falta de salud mental para los trabajadores. Estar expuestos a lugares muy violentos donde vivís situaciones violentas”.
No sorprende que en los testimonios esté muy presente la demanda de salud mental. “Son años de preparación y trabajo insalubre que no es reconocido. La mayoría se jubila con enfermedades causadas por el estrés o el esfuerzo físico que demanda la atención, si logra gozar de esa etapa porque gran parte fallecen antes o se suicidan. En nuestra institución hay muchas enfermedades de salud mental y varios que requieren medicación psiquiátrica”, relata Florencia (37), que trabaja en un hospital público de la ciudad de Buenos Aires.
Gimena (46) también trabaja en un hospital público porteño. Sintetiza: “Quisiera que esta profesión sea más valorada. Desde lo económico. Que se invierta en salud mental. Que se respeten los derechos laborales”.
“¿Para qué tengo matrícula y tantos post grados?”: la lucha por el reconocimiento profesional
“Es necesario hacer valer nuestros derechos porque pasamos de ser héroes en una pandemia mundial a percibir los sueldos más bajos en relación a nuestra tareas y responsabilidad”, afirma Juana (43), de Tigre. “Enfermería tiene que avanzar en la jerarquización de la profesión” dice Inés (35), “es importante el apoyo de colegas y superiores”.
Karina (51), de Capital Federal, trabaja en público y privado: “Las condiciones laborales no existen desde el momento que no nos reconocen como profesionales”. “Si no soy profesional para el Gobierno de la Ciudad por qué me dan una matrícula profesional y por qué tengo tantos post grados?”, se pregunta.
“Ojalá que se nos reconozca”. “Merecemos ser reconocidos”. “El reconocimiento salarial siempre es relegado”. “Enfermería, siendo un cargo profesional de la salud, no se la reconoce como tal”. La familia de palabras asociadas al verbo “reconocer” surgió en la encuesta tanto como “sobrecarga”. También la afirmación: “somos profesionales”.
El reconocimiento que piden es económico, acorde con la importancia de la labor que realizan, no solo por ellas y ellos si no “para dar una mejor calidad de atención a los pacientes”. Pero también es reivindicativo.“Fuimos esenciales en la pandemia, arriesgamos nuestras vidas, todos hacían telemedicina por zoom, pero nuestra labor es otra. Ahora somos desechables”, dice Helena (45), de Ezpeleta. Tiene 20 años de antigüedad en la profesión y también trabaja en el sistema público y privado.
Enfermería reclama además el reconocimiento institucional de su profesión. “La lucha de enfermería por el pase a la carrera profesional es a nivel nacional. No somos reconocidas en muchos lugares y en otros sí. En la provincia de Buenos Aires recién ahora se va a implementar para algunas licenciadas, no para todas. Tiene muchos obstáculos el ingreso a carrera profesional. En la ciudad de Buenos Aires en 2018 se sancionó una ley diseñada para desarrollar una carrera de profesionales de la salud con otro sueldo, otras condiciones de trabajo. El básico es diferente acreditando un título universitario y una licenciatura" cuenta Claudia, ex enfermera del hospital Rivadavia y actual instructora de enfermería en la Universidad de Hurlingham. Es licenciada, militante del PTS y de la Agrupación Marrón Clasista.
"Dentro del escalafón profesional se encuentran alrededor de 160 profesiones, todas las personas que se dedican al ámbito de la salud, menos el personal de enfermería que es la mayoría en las instituciones de salud. Hay una gran presión de parte de la gestión privada, que absorbe la mayoría de los licenciados y las licenciadas, para que esta ley no nos incluya, porque les incrementaría un montón el sueldo, con otros beneficios que hasta ahora no tenemos por estar en el escalafón general”, detalla Claudia.
"Los privados contratan licenciados para poder cobrar más caro a sus pacientes", suma Natalia, otra enfermera licenciada, militante del PTS y de la Marrón Clasista, con 14 años de antigüedad. Es congresal de Cicop del Hospital San Martín de La Plata.
“La ley de excepción que votaron en provincia de Buenos Aires este año incluye a varias carreras, pero el 70 % de quienes vamos a pasar somos de enfermería. Es una pelea de mucho tiempo. La primera carrera de grado de enfermería es la licenciatura. Auxiliares de enfermería, enfermeros profesionales (con títulos terciarios) y universitarios no pasan a carrera profesional. Para tener la licenciatura tenés que pagar, no es como el médico que para tener el título estudia en la universidad con una carrera gratuita”, agrega Natalia.
Cuanto más precarización se sufre, menos posibilidades hay acceder a la licenciatura. Por falta de tiempo y plata. Esto es importante, ya que muchas dependencias estatales y privadas, hay miles de monotributistas o becados que trabajan en enfermería sin reconocimiento siquiera de la relación laboral bajo dependencia.
"La dignísima TAREA CIENTÍFICA BASADA EN TÉCNICAS DEL QUEHACER que realizamos CON EL ENFERMO debería tener un reconocimiento plasmado en el SALARIO DIGNO”, cierra desde la Ciudad de Buenos Aires Luisa (52), con 32 años de ejercicio.
“No vivimos del amor a la profesión”: hay que enfrentar el ajuste
“La estamos pasando mal. Y gane quien gane vamos a estar peor”, dice Tamara (40), desde La Plata. Su perspectiva de futuro no parece errada si se observa la amenaza que continúa por delante: el saqueo del FMI.
Milei dijo que está dispuesto a hacer un ajuste más profundo que el que pide el FMI. Su aliado político es Macri, en cuyo gobierno se tomó el endeudamiento criminal que paga hoy el pueblo trabajador con hambre, jornadas extenuantes, bajos salarios, falta de vivienda, etc. El mismo Macri reconoció que “la plata del FMI la usamos para pagarle a los bancos”.
Gane quien gane la clase trabajadora y el pueblo pobre estarán peor, si no se organizan para pelear por otra salida favorable a las mayorías. Si no rompen las históricas divisiones según tipo de contrato, título, género, nacionalidad… La única forma de que enfermeras y enfermeros dejen de trabajar en decadencia, es cortar con la historia de saqueos que todos los gobiernos llevaron a cabo desde la dictadura en adelante, al servicio del FMI y de las grandes patronales. Basta de plata para deuda: aumento de presupuesto de emergencia para la salud pública.
Hay que organizarse desde abajo, superando la fragmentación que imponen las conducciones de los diversos sindicatos dentro el sistema de salud, cómplices del ajuste de cada gobierno de turno. Con la fuerza de todos los sectores que hacen funcionar los sistemas de salud, se podría pelear por el reparto de las horas de trabajo, con un salario igual a la canasta familiar. Para crear nuevos puestos y terminar con la falta de personal. Para que se reconozca la insalubridad y que nadie trabaje más de seis horas al día en enfermería. Por el reconocimiento profesional y el acceso libre y gratuito a la capacitación necesaria.
Esta es la perspectiva que la izquierda expresó en la candidatura presidencial de Myriam Bregman y Nicolás del Caño, quienes siempre denunciaron el saqueo del FMI como legisladores y cobran un salario igual a una docente. Helena, de Ezpeleta, se hace eco de estas ideas: “¿Por qué un diputado o senador gana más que nosotros? Somos más que esenciales, ¿quiénes los cuidarán en la etapa más delicada de su enfermedad? Un enfermero da su mano y su corazón dejando hasta su propia vida en juego, dejando su familia por amor a su profesión, pero no vivimos de eso”.
*Los nombres no son reales, porque la encuesta fue totalmente anónima.