“Nosotros creemos en aplicar la ley y que el que las hace las paga”, dijo Javier Milei el domingo abriendo el debate del eje Seguridad y Derechos Humanos y Convivencia Democrática. Luego citó el libro “Crimen y castigo” de Gary Becker que fue “puesto en práctica por Rudolph Giuliani y resolvió el problema en Nueva York”. “Una enorme alegría. Vamos a tener una coincidencia porque el libro que cuenta lo que hice en Tigre está prologado y presentado acá en la Argentina por Rudolph Giuliani”, contestó el ministro candidato Sergio Massa coincidiendo con el libertariano.
Pero ¿quién es Rudolph Giuliani y cuál es la política que llevó adelante como alcalde de Nueva York, y que ahora Massa y Milei quieren aplicar en la Argentina?
“Rudy” Giuliani asumió como alcalde de Nueva York el 1 de enero de 1994, cargo para el cual fue reelegido en 1997, terminando su mandato el 31 de diciembre de 2001. Desde allí llevó adelante una política de “limpieza cívica” de las calles neoyorkinas, por las cuales recibió varias denuncias de organismos de Derechos Humanos y de la población afrodescendiente.
Para tal cometido Giuliani comenzó saturando de miles de policías la ciudad, que utilizaban la directiva de “Stop-and-frisk” (parar y registrar) a discreción. Es lo que en Argentina llamamos detención por “portación de rostro”.
En Nueva York, casualmente la mayoría de los detenidos “al azar” eran afrodescendientes y latinos, y en los barrios más marginados. De hecho hay cálculos que demuestran que, si eras negro durante el gobierno de Giuliani, tenías una posibilidad siete veces mayor de caer preso.
Durante la década de los 90, las cárceles del Estado se superpoblaron, así como las de todo el país. De un millón de presos pasaron a dos millones. Las principales víctimas: los homeless (sin techo) que “afeaban” la ciudad turística, los jóvenes y los afrodescendientes. Estos últimos llegaron a ser el 50% de la población carcelaria.
La otra “teoría” que impulsaba el accionar de la policía de Giuliani era la de la “ventana rota”. Sencillamente: si en un edificio hay una ventana rota, da una señal de que no hay problema con eso y se pueden seguir rompiendo las demás. En una de las extrapolaciones securitarias: perseguir duramente a todo aquel que pinte un grafitti, tenga “mal aspecto” o duerma en la calle, así la apariencia de orden, induce al orden.
La otra extrapolación de la “ventana rota” indicaba centrar la persecución del narcotráfico en los pequeños dealers, como “señal” a los grandes narcotraficantes. Algo que su discípulo Sergio Massa aplicó cuando fue candidato presidencial en 2015 y en el debate propuso militarizar las villas para combatir el narcotráfico. Rápidamente Nicolás Del Caño, quien era el candidato a presidente por el FIT, le respondió que deje de criminalizar la pobreza, porque los verdaderos narcos están en Nordelta. Algo que también aplica para los “25 porros” de Patricia Bullrich.
En realidad la aplican desde hace años todos los gobiernos en Argentina, por eso las cárceles y comisarías están pobladas de jóvenes pobres, con causas armadas ilegalmente, por portar un par de porros o un frasco de flores. Mientras tanto, los capitalistas del narcotráfico siguen en sus countries y mansiones, al resguardo del propio Estado y la policía.
La obsesión de Giuliani era la apariencia del “espacio público”. Según explicaban, “Tolerancia cero consiste en evitar que las personas beban en lugares públicos, rayen los muros, roben autos, peleen en la vía pública, entre otros actos delictivos. Si no evitamos el primer rayado, vendrán otros a poner sus graffitis en el mismo muro. Lo más importante no es reparar o cambiar la ventana rota, sino evitar que la rompan".
Entonces todos estos sectores eran detenidos, fichados, penalizados. Pero había jóvenes de esos sectores que ni siquiera llegaban a la cárcel y morían a manos de la Unidad de Crímenes Callejeros del Departamento de Policía de Nueva York.
Uno de los más resonantes fue el caso de Amadou Diallo, un jóven guineano de 23 años que al intentar sacar su billetera del bolsillo frente a la policía recibió como respuesta 41 disparos de 4 policías (19 de ellos pegaron en su cuerpo quitándole la vida). La “puerta giratoria” de los juzgados para policías los dejó libres de culpa y cargo. Pues esa “ventana” sí debía dejarse rota, para que se sigan rompiendo otras. De hecho la impunidad policial fue el principal instrumento de esta política de “limpieza cívica”.
Luego de ser alcalde de Nueva York Giuliani sería asesor de George Bush hijo, y uno de los más férreos defensores de la “guerra contra el terrorismo” que emprendería Estados Unidos contra distintos gobiernos y organizaciones tras el atentado del 11 de septiembre de 2001. Otra cosa en común con Sergio Massa y Javier Milei, quienes se alinearon por completo con la política exterior norteamericana de apoyo al genocidio llevado adelante contra los palestinos por el Estado de Israel.
El movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) surgió en 2013 cuando el policía George Zimmerman fue absuelto por la muerte del adolescente afroestadounidense Trayvon Martin. Cobró fama mundial cuando en 2020 Derek Chauvin, un oficial del Departamento de Policía de Mineápolis, se arrodilló sobre el cuello de George Floyd durante casi ocho minutos, causándole la muerte por asfixia. Millones de norteamericanos protagonizaron las movilizaciones en respuesta, siendo unas de las más grandes de la historia norteamericana.
Sobre dicho movimiento Giuliani volvió a hacer gala de su profundo racismo y defensa incondicional de la impunidad policial. En 2016 declaró sobre las familias negras: "Tienen que enseñarles a sus hijos que deben ser respetuosos con la Policía y les tienen que enseñar a sus hijos que el verdadero peligro no es la Policía". Luego completó: "El peligro real para ellos, 99 de cada cien veces son otros jóvenes negros los que van a matarlos". Obviamente sin respaldo científico para esta “estadística”, más que su ideología reaccionaria.
En la actualidad Giuliani se encuentra libre, luego de pagar una fianza de U$S 150.000, al ser acusado por asociación delictiva, presionar funcionarios locales, hacer declaraciones falsas y conspirar para suplantar a un funcionario público, además de intentar falsear documentos y declaraciones. Todos estos cometidos siendo abogado de Donald Trump en su cruzada para denunciar un fraude en las elecciones que en 2020 dieron por ganador al demócrata Joe Biden. Por este mismo motivo también se le suspendió provisionalmente el ejercicio de la abogacía.
Por si fuera poco, ahora también está siendo investigado por una denuncia de abuso sexual realizada por una exsecretaria suya, a quien le declaró que satisfacer sus demandas sexuales era un "requisito absoluto" de su trabajo.
El vínculo de Giuliani con la Argentina
Uno de los que tiene un mayor vínculo histórico con el exalcalde neoyorquino es Sergio Massa. Como el ministro candidato expresó en el debate, el estadounidense prologó y presentó su libro sobre el accionar policial en el municipio de Tigre cuando él era intendente. Un accionar claramente inspirado en Giuliani, como demuestran la gran cantidad de denuncias de jóvenes golpeados, maltratados y detenidos por “portación de rostro” por el COT (Centro de Operaciones de Tigre).
Es por esta amistad de años que Sergio Massa pudo participar de la asunción de Donald Trump en 2021. De hecho Giuliani visitó a Massa en Argentina en varias oportunidades y no ahorró elogios para el tigrense.
Pero no es al único que visitó. En 2006, en el marco de la Expomanagment en la Sociedad Rural, se reunió con el entonces diputado Mauricio Macri. También aprovechó para juntarse con otro cultor de la mano dura: el “ingeniero” Juan Carlos Blumberg.
La relación con Macri tomó distancia luego de que el entonces presidente argentino apostara por la candidatura de Hillary Clinton, quien fue vencida por Donald Trump. Pero la buena relación de “Rudy” con algunos de los funcionarios macristas como Eugenio Burzaco y Cristian Ritondo fue la carta que intentaron jugar desde el PRO para, vía Giuliani, recomponer la relación con Trump.
Evidentemente Javier Milei busca también sumarse al círculo de "amigos de la mano dura" de Giuliani, aunque todavía no tenga un vínculo estrecho.
Satisfecha la respuesta a la pregunta de quién es Rudolph Giuliani, dificilmente quede satisfecha la idea de quienes pretenden “combatir a la derecha” de la mano de personajes tan siniestros como el exalcalde neoyorquino.
Lo que sí queda como certeza es que, gane quien gane el balotaje, los jóvenes de los barrios populares, los “negros”, los “marrones”, los vendedores ambulantes, los sin techo, deberán cuidarse muchísimo de la Policía. Y los organismos de derechos humanos, movimientos sociales, sindicales y políticos tendremos que estar en las calles para defender las más elementales libertades democráticas frente al avance punitivista. |