Thalia Jiménez Tomas es la presidenta de la Asociación de Mujeres Indígenas Ngäbe de Sixaola y conversó con La Izquierda Diario.
Primero, comentemos un poco sobre la Asociación de Mujeres
Surge a partir de un grupo de mujeres de la comunidad, nuestro objetivo principal es el rescate de la cultura nuestra y capacitar a mujeres en el tema de los derechos de las mujeres y de los niños; dentro del tema de los derechos está el de la soberanía alimentaria y este tema del mal uso y el abuso del agroquímico.
¿Cómo se vive esta situación de falta de agua potable, cómo se organizan en los hogares para obtener el recurso?
Sixaola sí tiene acueductos con el AyA en algunas partes, en otras comunidades dentro del distrito no hay agua potable y se abastecen de pozos. Muchas veces en esos pozos caen sapos y así se toma el agua, no la hierven; muchas de las personas que toman de esos pozos son indígenas, hay mujeres embarazadas y en lactancia, niños, adultos mayores y adultos. En las otras partes donde sí hay agua potable, muchas veces es suspendida por limpieza o arreglos; y en las zonas donde están las bananeras no tienen agua potable tampoco, no es de pozo pero tampoco es potable.
¿Cómo le parece a usted que esto afecta a las mujeres?
Principalmente afecta a las mujeres embarazadas lactantes, porque muchas veces nosotras somos madres y amas de hogar y tenemos que hacer comida, lavar ropa y todo pero a veces no hay. En el caso del Río Sixaola, las que viven cerca de la cuenca tienen la posibilidad de ir al río a lavar e incluso agarrar agua de ahí, pero ese agua no es buena para tomar. Primero que nada en la mañana y en la tarde se riega químico en los bananos, porque las bananeras están cerca entonce eso nos afecta a nosotras. En el caso de los niños afecta directamente, con vómitos y diarrea, hasta parásitos; entonces hay que ir cada cierto tiempo al EBAIS para desparasitarlos pero los compañeros indígenas a veces no van.
¿Cómo afectan las bananeras el acceso y la calidad del agua?
Afecta de manera directa a los y las trabajadoras de las fincas bananeras en el campo, si bien es cierto ellos dicen que velan por los trabajadores, sinceramente yo les diría que no porque si velaran por la salud de los trabajadores, cuando los trabajadores les piden permiso para una cita o para ir a atenderse de emergencia, lo primero que dicen es que no hay relevo y eso es para los hombres y para las mujeres. Conozco de compañeras que han estado trabajando en la planta, ya sea paneando o sellando o haciendo otro trabajo y le han pedido permiso a sus jefes para ir a la clínica y lo que hacen es gritarles; les dicen que si sabían que estaban mal para que llegaron u que aguanten hasta el final de la jornada. Son ofensas que se le hacen a las mujeres en la finca y que en pocas palabras, se les violenta mucho.
La importante denuncia sobre la falta de acceso al agua que hacen las mujeres de Sixaola está vinculada a una serie de problemas ambientales presentes en todas las zonas agrarias del país, donde la clase trabajadora y el pueblo pobre, así como las comunidades indígenas son quiénes pagan el precio por las prácticas dañinas asociadas al monocultivo por parte de las grandes empresas bananeras, en un ejemplo de cómo el capitalismo destruye las dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos.
Y, como señala acertadamente Jiménez, a todo esto se suma el desprecio a los y las trabajadoras por parte de las patronales, que por un lado escapan a su responsabilidad sobre los daños que causan -con la complicidad del Estado-, y por otro niegan derechos que han sido conquistados precisamente por los y las trabajadoras bananeras en la lucha de clases de la década de los 30 del siglo pasado.
Desde Pan y Rosas impulsamos la organización independiente de la clase trabajadora y llamamos a la creación de comisiones de mujeres por centros de trabajo; para luchar por todos los derechos que niegan los gobiernos. Especialmente en regiones fronterizas donde el gobierno y la policía se ensañan con las personas migrantes y las comunidades indígenas. Es necesario que los sindicatos del país tomen cartas en el asunto y realicen una campaña masiva de organización de la clase trabajadora agrícola. De igual forma llamamos al movimiento de mujeres a que tomen las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras como parte central de su agenda de lucha.
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