Ni Una Menos, Vivas nos Queremos y el Estado es Responsable siguen siendo las demandas mínimas en defensa de la vida de las mujeres. Las organizaciones de mujeres necesitamos un programa en defensa propia y volver a confiar en la fuerza de nuestra organización y movilización para defender nuestro derecho más elemental, que es el derecho a la vida.
La semana anterior a la asunción del gobierno de La Libertad Avanza inició estremeciendo a Mendoza con el femicidio de Vanina Gabriela Videla Cinquemani, quién hacía poco se había recibido de Licenciada en Psicología. El martes 5 de diciembre a la noche, con 33 años, fue asesinada por su pareja, Esteban Fernando Rodríguez, a cuchilladas en plena calle y delante de todos, luego de bajarse de la línea de colectivo 544 en Guaymallén. Una vecina, que viajaba en ese micro junto con ella y el femicida, contó a un medio mendocino que había notado que durante el viaje él la trataba de forma violenta y ella quería zafarse. Cuando se bajaron, los tres en la misma parada, oyó los gritos de Vanina y fue ahí que vió la escena desgarradora que, según sus palabras, "no podrá quitarse de la cabeza nunca".
Tres días pasaron del violento episodio cuando el viernes 8 de diciembre otro femicidio, tan brutal como el anterior, volvió a sacudir la provincia. Esta vez la víctima fue una jóven de 24, Malen Ledesma, que estudiaba la Licenciatura de Inglés en la Facultad de Filosofía y Letras. La joven lujanina, perdió la vida a manos de su pareja, Iván Gabriel Juárez, quien la asesinó del mismo modo que fue asesinada Vanina pero en el interior de una camioneta Hilux blanca. El femicida no solamente acuchilló a Malen sino que la bajó de la camioneta y la atropelló sobre la Ruta 82, dejando una escena de violencia de género bestial que provocó dolor y bronca entre sus familiares, allegados y compañeros de cursada, que llenaron las redes sociales con mensajes de despedida y pedidos de justicia, incluídas las autoridades de la Facultad de Filosofía y Letras que repudiaron el femicidio en sus redes sociales.
El último femicidio que, en realidad ocurrió primero en el tiempo, fue en San Carlos. Se trata del asesinato de Marlene Quiroga, una trabajadora golondrina de 30 años, madre de tres hijos y oriunda de Pichanal, Salta que fue hallada sin vida el 3 de diciembre en el canal de una finca, luego de haber sido golpeada y arrojada al cauce de riego. El crimen habría sido perpetrado por su pareja y otro hombre, ambos imputados por el caso.
Estos crímenes aberrantes no son hechos aislados, son parte de un sistema de opresión y de violencia, en el que las mujeres son las más afectadas. Tal como lo demuestra el informe del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación publicado el 15 de noviembre, hasta esa fecha, en Argentina se registró un femicidio cada 27 horas. Según los datos arrojados por este estudio, el 60% de las víctimas fueron asesinadas en su domicilio, en su trabajo o en la vivienda que compartían con el femicida y en un 71% por ciento se comprobó la existencia de una relación preexistente entre la víctima y el victimario. Además, el 17% de las víctimas había radicado al menos una denuncia previa por violencia de género.
El reclamo por Ni Una Menos y la exigencia de mayor presupuesto para prevenir la violencia de género y que no tengamos que lamentar más muertas, está más vigente que nunca. Los legisladores de Mendoza, decidieron destinar una partida irrisoria para la Secretaría de Género y Diversidad de la provincia. Con una pérdida del 9% en relación al presupuesto del año anterior, votaron la burlesca suma de $134 por mujer para los programas contra la violencia de género para todo el 2023.
A nivel nacional, el gobierno del Frente de Todos adjudicó la segunda partida más baja de todo el Gasto Público al Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, que representó apenas 0,19 % del total del presupuesto del 2023. Pero lo que viene no es nada mejor, todo lo contrario, estamos frente a un nuevo gobierno de derecha, negacionista de la violencia hacia las mujeres, que se apoyó en la reacción patriarcal de una minoría intensa de varones blancos, heteronormativos, misóginos que comenzaron los ataques a las feministas mucho antes del año electoral pero fueron los que impulsaron enérgicamente la campaña de Milei en redes sociales.
La respuesta tiene que ser poniéndonos en pie por nuestras vidas y las de las que ya no están. Necesitamos volver a organizarnos en asambleas y comisiones de mujeres en nuestros lugares de trabajo y estudio y pelear por un Plan Integral Contra la Violencia de Género, con presupuesto suficiente para la construcción de refugios y viviendas para las mujeres y sus hijos en contextos de vulnerabilidad y violencia machista, para que haya jardines infantiles en cada lugar de trabajo y estudio para que las mujeres podamos desarrollar nuestras vidas e independencia económica. Ambas medidas son fundamentales para evitar las relaciones opresivas y violentas que ocurren principalmente en los hogares y se apoyan en la dependencia económica para ejercer violencia hacia nosotras. Además, tenemos que fortalecer la lucha por la aplicación efectiva de la Educación Sexual Integral en todos los niveles educativos y seguir diciendo: Iglesia y Estado, asuntos separados.
Sin dudas, el gobierno reaccionario intentará instaurar y convertir nuevamente en sentido común, los antivalores del machismo, la misoginia, el sálvese quién pueda y el conservadurismo en todos los ámbitos de la vida social y política. Frente a ello, no solamente las más perjudicadas seremos las mujeres sino que somos las únicas que pueden dar una respuesta diferente, organizar la resistencia desde ahora para que lo que prime sea lo colectivo. Ahí radica nuestra fuerza porque cuando estamos juntas somos más fuertes y sabemos que el movimiento de mujeres es poderoso en las calles. |