La reunión de más de dos horas entre los dos presidentes, Irfaan Ali y Nicolás Maduro, tuvo lugar en Kingstown, en la isla oriental de San Vicente del pequeño país caribeño. Previamente, Ali y Maduro, se reunieron por separado con los facilitadores y observadores, luego que comisiones de ambos países mantuvieran reuniones previas. Tras un estrechar de manos para las cámaras entre ambos presidentes, se procedió a una lectura de acuerdo de 11 puntos.
Uno de los promotores principales de esta reunión fue el gobierno de Brasil que ha vuelto a tener un papel relevante como actor regional con el retorno de Lula al Palacio de Planalto, sede política en Brasilia. Pero también por su política activa ante el temor que el conflicto escale en su frontera noroeste, que tendría repercusiones que se harían sentir en todo el panorama caribeño y latinoamericano. Para ello Lula activó a los organismos regionales y la reunión no contó con la presencia de Estados Unidos.
En tal sentido entre facilitadores y observadores se encontraban integrantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), de la Comunidad del Caribe (CARICOM), el enviado especial de Luiz Inácio Lula da Silva, Celso Amorín, de Brasil, representantes de la ONU, y los ministros de Relaciones Exteriores de Colombia, Álvaro Leyva Durán, y de Honduras, Gerardo Torres. En las sombras habría estado Cuba, que desde hace algunos meses ha mediado entre Venezuela y Guyana.
No acordaron ni en cómo abordar la disputa con el espectro de la tensión en el medio
“Este no es un partido de cricket de un día” dijo Ralph Gonsalves, primer ministro de San Vicente y las Granadinas, en una reunión que fue calificada de “tensa”. Pero en los hechos en el encuentro Venezuela y Guyana no lograron llegar a un acuerdo ni en cómo abordar la disputa sobre la vasta región fronteriza. Por eso el partido al que hizo alusión Gonsalves ni siquiera tuvo punto de arranque. La tensión sigue en su desarrollo, donde intereses y necesidades nacionales internos de ambos países, geopolíticos y consideraciones económicas continúan convergiendo sobre la dinámica de la controversia.
Irfaan Ali, lo dijo antes de la reunión como en declaraciones posteriores al encuentro con Maduro que, el Esequibo “no está sujeto a discusión, negociación o deliberación”. “Todo esto pertenece a Guyana”, dijo señalando un grueso brazalete de cuero en su muñeca derecha con el contorno de Guyana. “Ninguna propaganda narrativa (o) decreto puede cambiar esto. Esto es Guyana”. Más aún, ratificó que “Guyana no busca la guerra, pero se reserva el derecho de trabajar con todos nuestros socios para garantizar la defensa de nuestro país”, en clara alusión a los acuerdos que mantiene sobre todo con Estados Unidos vía el Comando Sur, al que le ha prometido la instalación de una base militar en Guyana, y con quien ha realizado ejercicios militares recientemente.
Si el presidente guyanés fue enfático, Maduro apenas hizo declaraciones generales. "Fue un día fructífero, intenso, por momentos tenso, donde pudimos decir la verdad", declaró después de regresar a Venezuela a última hora del jueves, agradeciendo también a Ali por su "franqueza y disposición para tener un diálogo amplio" (¿?). Saludó la reunión como “un triunfo de la diplomacia”, afirmó que fue "un gran paso para la resolución territorial, exitoso encuentro bilateral". Frases un tanto lejos de la realidad, si tomamos las declaraciones del presidente guyanés. Pero es lo que quiere y puede vender Maduro en lo interno, al levantarse de la mesa y volver a Venezuela.
Si Maduro quiere presentar alguna carta de “su” diplomacia, la misma está que en lo acordado se hace mención al Acuerdo de Ginebra de 1966, se trata de un tema que Guyana no ha querido ni hacer mención. En el punto 2, se lee que: “Acordaron que cualquier controversia entre los dos Estados se resolverá de conformidad con el derecho internacional, incluido el Acuerdo de Ginebra de 17 de febrero de 1966”, pero donde el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, queda como “observador”, cuando su papel, según el acuerdo de Ginebra es de “buen oficiante”.
Pero hasta allí, ya que en el punto 4 “se toma nota” de lo que ya se sabe, dando cuenta que la situación sigue trancada. Que Guyana sigue reconociendo “el proceso y los procedimientos de la Corte Internacional de Justicia para la resolución de la controversia fronteriza”, y que Venezuela “su falta de consentimiento y falta de reconocimiento de la Corte Internacional de Justicia y su jurisdicción en la controversia fronteriza”. Insistiendo el presidente guyanés que "no retrocederá en absoluto a la hora de garantizar que este asunto sea decidido por la CIJ ".
Acordaron no amenazar ni utilizar la fuerza “en ninguna circunstancia”. Pero es más que sabido que por el momento las posibilidades de una escalada bélica son lejanas, aunque obviamente en política acciones aventureras no se suelen descartar. Pero se trata de una cláusula que a Maduro hasta le convendría para consumo interno, como argumento del por qué no es más ofensivo en la “recuperación del Esequibo”, y dadas sus propias debilidades.
Al mismo tiempo, acordaron abstenerse, “ya sea de palabra o de hecho”, de intensificar cualquier conflicto o desacuerdo. “Los dos Estados cooperarán para evitar incidentes sobre el terreno que conduzcan a tensiones entre ellos. En caso de que se produzca un incidente de este tipo, los Estados se comunicarán con la Comunidad del Caribe , con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y con el presidente de Brasil (Luiz Inacio Lula Da Silva), para contenerlo, revertirlo y evitar que se repita”, se explicita en el texto. ¿“Un incidente de palabra” tiene implícito que las declaraciones altisonantes bajen?
Finalmente llegan al acuerdo de encontrarse dentro de tres meses en Brasil, mientras tanto “establecer inmediatamente una comisión conjunta de los Ministros de Relaciones Exteriores y técnicos de los dos Estados para tratar los asuntos mutuamente acordados. Una actualización de esta comisión conjunta será presentada a los Presidentes de Guyana y Venezuela...” Prácticamente la situación sigue como se llegó.
Impasse, punto muerto, status quo y una supuesta tregua
La controversia de la disputa tras la reunión en San Vicente y las Granadinas, continúa bajo el impasse político. La retórica patriotera y nacionalista en ambos países seguirá su curso. En este sentido, nada nuevo bajo el sol. Aunque para algunos analistas, es Guyana la que salió favorecida de la reunión del jueves pues se mantiene el statu quo. Pero otros contrapesan el hecho de que Venezuela haya conseguido que Guyana se sentara a discutir e incluir lo de Ginebra: el Primer Ministro guyanés, Mark Phillips, declaraba hasta hace un par de semanas que “se acabó el tiempo de la negociación. No habrá necesidad de dialogar con Nicolás Maduro. No habrá reunión entre Maduro y el presidente Irfaan Ali.”
La “resolución territorial” a la que hace alusión Maduro en sus declaraciones sigue en punto muerto. Si el objetivo ha sido alguna “tregua” provisoria, es probable, pero está sentada sobre declaraciones generales. Brasil capaz haya conseguido bajar la tensión por un tiempo que se puede avizorar precario, está por verse. Maduro tendrá que ver cómo puede continuar manteniendo en el centro político nacional la cuestión del Esequibo tras la reunión en Kingstown y el acuerdo firmado. El guyanés Irfaan Ali ha dicho que el Esequibo “no está en discusión, negociación o deliberación”.
Como hemos escrito, el Esequibo ha vuelto al centro con mayores tensiones, por un lado, por el avance de los intereses imperialistas en la zona. Por el otro, marcados por las políticas de Venezuela y Guyana. Del lado de Venezuela por la conveniencia del gobierno de Maduro de utilizar el asunto para una maniobra política, con la que busca conquistar una legitimidad perdida hace mucho tiempo, además de la cuestión petrolera; lo mismo hace el Gobierno de Irfaan Ali de Guyana, que en función de sus intereses y como socio menor de la expoliación de su país, actúa abriendo espacio a las grandes transnacionales petroleras, firmando depredadores acuerdos, cuestión que también hace el Gobierno de Maduro.
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