Ya con prácticamente la totalidad de las urnas contadas, el triunfo del “En Contra” es claro sobre el “A Favor”. A nivel nacional esta opción se impuso por un holgado 55% por sobre el 45% que obtuvo la opción defendida por la derecha y la extrema derecha. Es de destacar que la opción “En Contra” triunfó en todas las regiones del país, a excepción del Maule, Ñuble y la Araucanía, donde de todas formas el triunfo del “A Favor” fue muy estrecho.
Evidentemente se abre un momento de balances y conclusiones en base al resultado electoral, donde los claros derrotados son la derecha de Chile Vamos y la extrema derecha del Partido Republicando.
Hicieron una campaña tratando de poner al centro aspectos represivos y securitarios, la expulsión de migrantes y mayores facultades a las policías, y defendieron un proyecto que buscaba constitucionalziar las AFP, las ISAPRES, restringir el derecho al aborto en tres causales y buscaba reforzar los principales pilares de la herencia de la dictadura militar. Buscaba consagrar aspectos claves de la constitución de Lagos - Pinochet y un modelo de saqueo, explotación y precarización. Era una propuesta de Constitución que beneficiaba directamente al gran empresariado. No por casualidad los grandes gremios empresariales pusieron millones y millones para la campaña e hicieron campaña de manera abierta y descarada. Ese proyecto constitucional fue ampliamente derrotados en las urnas, dejando imágenes del resultado electoral bastante decidoras, como el hecho de que nuevamente en la Región Metropolitana sólo en las tres comunas del rechazo (Las Condes, Lo Barnechea y Vitacura) se impuso la opción defendida por la ultraderecha.
Por supuesto son muchos los factores que explican el resultado, pero es claro que el punto de continuidad entre las distintas oscilaciones electorales, es el peso del voto “negativo” contra las opciones que los partidos del régimen ofrecen para resolver la crisis. Fue un voto sin entusiasmo y marcado por la desafección. Pero también hubo un voto anti “establishment”, siendo marcadamente un voto negativo contra el proceso constitucional. Se rechazó la Constitución de republicanos, pero también quedó de nuevo en el tapete que las cocinas y pactos constitucionales no lograron entusiasmar a amplios sectores, visto como proceso alejados de las demandas y exigencias urgentes de las grandes mayorías que se mantienen pendientes en el marco de una crisis económica que ha golpeado duramente a las familias trabajadoras, lo que ha devenido en mayores grados de descomposición social.
Tanto el gobierno como la derecha quieren ubicarse como ganadores e instalar su balance. El oficialismo busca reforzar la idea de que Chile necesita “grandes acuerdos” entre el gobierno y la oposición. Pero el proyecto de “centro” no es algo que concite el apoyo de la gran mayoría de los votantes. No queda duda que el resultado empujará a los partidos del régimen a buscar acuerdos y ubicarse con un discurso más de centro, pero eso no quiere decir que ese proyecto genere el consenso social.
Desde Chile Vamos y Republicanos quieren instalar la idea de que se ha ratificado la Constitución vigente de Lagos-Pinochet, tal como ya declaró el presidente de la UDI, Javier Macaya. Se trata de una total farsa.
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La ex Concertación (oficialista y la Democracia Cristiana), van a querer capitalizar con todo este resultado electoral forzando la idea de que se abre un momento de diálogos, grandes acuerdos de todas las fuerzas políticas y una línea hacia el centro político. El gobierno de Gabriel Boric se pliega a ese discurso, asumiendo que además se cierra todo proceso constitucional, y tal como dijo Boric, buscarán centrarse en 5 ejes de su programa (Seguridad, Economía, Salud, Vivienda y Educación), los cuales negociarán completamente con la propia derecha.
Lo cierto es que el gobierno no tiene nada que celebrar. Ellos son también responsables de que luego de cuatro años de debates constitucionales el texto de Pinochet-Lagos siga vigente. No hay que olvidar que fueron firmantes del “Acuerdo por Chile”, que dio pie para este proceso constitucional que desde un comienzo denunciamos como antidemocrático.
La derecha trató de instalar que el rechazo del 2022 era un apoyo a su proyecto político-ideológico, que cambiaba todo el eje del debate y el mapa político y que había una derrota cultural contra los valores progresistas. Este resultado muestra que este discurso es una operación ideológica. Las preocupaciones de la población por seguridad, también se combinan con las urgencias sociales como las pensiones de hambre, la desocupación, los salarios que no alcanzan a fin de mes, la exigencia de salud y educación gratuitas, que la crisis económica han profundizado y han dejado todavía más al desnudo.
Por lo mismo es inaceptable cómo el gobierno, desde el Partido Comunista a la ex Concertación, hizo una campaña electoral donde prácticamente buscó mimetizarse con la derecha, tratando de mostrarse como quienes querían más mano dura, más expulsiones de migrantes. Y eso, combinado con el hecho de que han gobernado con la agenda que la misma derecha les ha exigido, especialmente en materia de seguridad y economía, es totalmente inaceptable porque sólo les ha abierto el camino a los Republicanos y a Chile Vamos, más allá de este último resultado electoral.
Un discurso más de derecha y reformas limitadas a lo que digan los dueños de Chile, esa combinación es la que ha hecho avanzar a la derecha. Sin mencionar que los partidos de gobierno han buscado desmovilizar a sindicatos y organizaciones sociales, y han desmoralizado a su propia base.
El gobierno de Boric buscará apoyarse en este resultado electoral para avanzar en ciertas “reformas negociadas” con la derecha, tratando de tironear a Chile Vamos hacia una política de acuerdos, buscando “distanciarlo” de los Republicanos.
Lo cierto es que eso es sólo repetir recetas fracasadas donde sólo se han fortalecido los enemigos del pueblo. Desde el Partido de Trabajadores Revolucionarios nos posicionamos claramente en contra de la Constitución de Kast, al mismo tiempo que llamamos a enfrentar toda la herencia de la dictadura de manera independiente al gobierno.
Insistimos que no se pueden seguir postergando las demandas, necesidades y urgencias populares que se han puesto sobre la mesa desde hace años, como pensiones, salud, salarios, educación y vivienda. Tenemos que organizarnos y fortalecer la coordinación desde abajo para avanzar en la perspectiva de retomar el camino de la movilización de los trabajadores y el pueblo, de manera independiente al gobierno, para reinstalar esas exigencias al centro, y seguir en la lucha contra toda la herencia de la dictadura militar y su modelo de explotación y saqueo, incluyendo su constitución, que sigue vigente y debemos enfrentar. No renunciaremos a la pelea por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana basada en la caída revolucionaria del régimen existente, pero sabemos que esto sólo será fruto de la movilización de la clase trabajadora y el pueblo, y no de la mano de un “tercer proceso” de la mano de los partidos del régimen, que sólo podría favorecer a la derecha.
Es necesario que luego de esta derrota electoral de los defensores del pinochetismo más duro, los grandes sindicatos, los dirigentes de los movimientos sociales, de trabajadores, de las mujeres y del movimiento estudiantil, rompan con la pasividad con la que han actuado durante los dos años del gobierno de Boric y convoquen activamente en esa perspectiva.
Debemos tener claro algo: este voto “En Contra” no es necesariamente un voto favorable a la izquierda (y menos todavía al gobierno), sino que un voto contra la política en general, y que, como ya hemos visto, no necesariamente resultará en salidas progresistas, sino que incluso sectores de ultra derecha por fuera del régimen pueden utilizar a su favor con un discurso demagógico contra “la casta”.
Ante este escenario, no podemos quedarnos sólo en el terreno de la lucha social y las demandas, es necesario que avancemos en la construcción de una alternativa política de las y los trabajadores, que sea independiente al gobierno, y que luche precisamente por defender las banderas de una izquierda consecuente, anticapitalista, internacionalista, revolucionaria, que se proponga la pelea por que sean las y los trabajadores quienes gobiernen, para acabar con el capitalismo y todo este sistema de opresión, explotación y miseria, que como queda demostrado en todo el mundo con mayor crisis y guerras, no tiene nada que ofrecerle a las grandes mayorías trabajadoras. |