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28 de noviembre de 2024 Twitter Faceboock

El Baile de las Máscaras IV (final)
Un callejón sin salida
Roberto Acuña (Zonyko)

Se ha cerrado el proceso constituyente como un fracaso de conjunto y una derrota en especial para la derecha ¿Cómo queda el escenario político? ¿Se logra la estabilidad prometida? ¿Se cierra la crisis? En este artículo final abordamos el descalabro dentro de Republicanos, el quiebre en la derecha y las conclusiones post-plebiscito, elementos que se desarrollan en medio de una disputa por estabilizar la crisis, una crisis orgánica que está lejos de resolverse.

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El fraude constitucional se ha cerrado; el triunfo del En Contra es contundente:11 puntos por encima del A Favor a nivel nacional. Se cierra el segundo intento constitucional desde la rebelión como un completo fracaso. Lo primero que podemos decir es que la tesis de la derecha de que el triunfo del rechazo -y después la elección de republicanos al consejo- marcaba un giro a la derecha de las masas asentando un nuevo clivaje ideológico no es real, o de mínima es mucho más contradictorio. Esto es importante, ya que desde el 2020 Chile entró a un ciclo electoral que ha visto emerger mediaciones y hundirse a las mismas a la velocidad de la luz; por un momento pareció que la Lista del Pueblo lograría hegemonizar a la Izquierda pero se desplomó vergonzosamente; el PDG repitió este chiste por derecha con el mismo resultado, por lo que parecía que Republicanos lograrían cohesionar todo de una buena vez, pero no sólo perdieron el plebiscito, sino que además se fraccionaron en el camino y hoy siguen tironeados por ambos extremos. No hay estabilidad conquistada y las masas no se han anclado a la derecha. Toda esta turbulencia “por arriba” refleja la inestabilidad “por abajo” y demuestra que en ningún caso la crisis orgánica se resolverá electoralmente.

La lucha de clases no entra en escena todavía, aunque las condiciones que desencadenaron octubre se agravaron tras la pandemia y no han hecho más que empeorar, por lo que la irrupción de las masas y el quiebre de la pasividad es una posibilidad. En este marco, con todo lo distorsionado que es el mecanismo electoral podemos decir que las masas no están tan a la derecha como esperaban Republicanos y Chile Vamos. Por ejemplo, en la Araucanía, bastión electoral de la derecha, el A Favor ganó por un margen pequeñísimo, en especial comparado con el plebiscito de salida del primer proceso o con la votación histórica de la derecha en el sector. En el norte, donde se suponía que el problema migratorio haría pesar el A Favor, ganó el En Contra, como en Antofagasta, epicentro del terremoto fundaciones-Democracia Viva y en medio de una ofensiva comunicacional que ponía la detención de los imputados en primera Plana, la población votó claramente En Contra.

Todo resultó ser contra intuitivo, pero ojo: Tampoco hay que embellecer, esto no es un giro a izquierda de las masas. Más bien es un éxito electoral contra un ataque de la derecha, que profundizaba los pilares heredados de la dictadura, y que expresó el hastío frente al fraude constitucional de conjunto, que estaba totalmente separado de los pesares cotidianos de las masas. Tal como veníamos diciendo, se trata de una disputa en relación de fuerza.

Pero no es cualquier disputa, se trata de cómo estabilizar el país. En el número 1 de esta serie de artículos, escribíamos: “La única posibilidad que tiene Apruebo-Dignidad, Socialismo-Democrático e incluso la DC para cambiar la correlación de fuerzas más a su favor es ganando el plebiscito. (...) De triunfar el En Contra habría fallado primero el desvío de izquierda y, después, el fraude de derecha, la única línea posible sería entonces, una línea de centro burgués, y para una operación así la DC, el PPD, el PS, el FA y el PC son necesarios.”

Y es justamente lo que parece estar ocurriendo; ahora bien, es sólo superficial, ya que una línea de centro burgués en el marco de la actual crisis orgánica es de hecho imposible, estamos frente a un callejón sin salida. Dicho de otra manera, todo el fraude constituyente (desde el 15N, pasando por la Convención hasta el reciente Consejo) fue exitoso en desviar la rebelión, pero fracasó rotundamente en dar una salida a la crisis, mostrando la incapacidad de la casta política para garantizar la estabilidad que prometieron a la burguesía.

Los derrotados:Que se jodan

Kast es sin duda el gran perdedor. No sólo su opción perdió y su partido sufrió bajas importantes, sino que se mostró ante la burguesía incapaz de conducir el barco a buen puerto, incluso con los gremios del empresariado organizados a su favor. El balance general de los medios y opinión pública es que la polarización de la franja es responsabilidad primordialmente de los Republicanos. Kast en su balance asume el fracaso por no poder convencer en torno a la propuesta constitucional, no lo toma como fracaso de su proyecto, de hecho remarca que estaban en contra del cambio constitucional desde el estallido delincuencial, pero son conscientes de la derrota política que implica este resultado.

Roto el hegemón en la derecha, se empieza a reacomodar la nueva relación de fuerza en el mismo sector.  La Tercera la emprende contra Kast y Republicanos reprochandoles no haber utilizado hábilmente esa relación de fuerza para conducir a buen puerto, junto al texto de los expertos, todo el proceso. Moreira se suma al coro, no sólo le exige a los republicanos responsabilizarse por su tozudez en el tema constitucional, sino que vuelve a calificarlos de secta. Reaparece el Presidente de la UDI, Javier Macaya, apuntando a Kast, recordandole que es muy pronto para hablar de presidenciales.

Mientras Kast enviaba palabras de buena crianza a Matthei, valorando su contribución a la campaña, Luis Silva la emplazaba por haber entrado tarde a la campaña, a lo cual Matthei hábilmente respondió “Claramente entre tarde, es más, pensé en votar En Contra”.
Y es que Matthei está dentro de los derrotados porque es su sector político el derrotado, pero en ese campo, es a ella a quien más beneficia en la derecha tradicional este resultado, proyectándola como figura presidencial.

El Domingo del plebiscito, con la victoria del En Contra encima, Macaya salió a decir rápidamente que este triunfo no era otra cosa más que la ratificación de la constitución del 80, al pasar de los días algunos personeros de la derecha repitieron esta farsa, que proviene en rigor de la propia centro-izquierda que intentó dar credenciales democráticas a la constitución de Pinochet, rebautizándola como la de Lagos, juego en el cual entró de lleno del el propio PC durante la campaña.

Si bien no se puede tomar el triunfo del En Contra como el triunfo de un voto a la izquierda ni pro Gobierno, sería aún más delirante tomarlo como un voto de apoyo a la constitución de Pinochet. Vamos a tesis más serias, figuras como el diputado UDI, Guillermo Ramirez, planteaban que este resultado expresaba un hastío con el proceso y los políticos en general, para él se trataba de un voto antipolítica, un “que se vayan todos” y advertía sobre el peligro de los outsiders y populismos que pueden emerger, pensando primordialmente en grupos como el de Rojo Edwards, Team Patriota o figuras como Teresa Marinovic, que pueden abrirse paso hoy en la base republicana gracias al influjo Milei y al propio escenario nacional. Al mismo tiempo lamentaba que el rechazo a la constitución de Kast implicara que no se reformara el sistema político (para buscar cerrar el paso a la fragmentación política).

O la ex Ministra de la UDI, Isabel Plá, quién pasó de llamar a la unidad del sector de Amarillos-Republicanos a plantear que la UDI se embarcó en el segundo proceso sólo por la palabra empeñada, Plá hace el mismo énfasis que Ramírez sobre asistir a un triunfo de la anti política. Una carta de Ex Ministros de Chile Vamos dispara contra la lógica maximalista de Republicanos en el debate constitucional y critica los 4 años de proceso constituyente donde las fuerzas políticas fueron incapaces de llegar a acuerdos amplios. Todas las figuras y mediaciones de la derecha emplazan al conjunto de la casta política a discutir acuerdos, que es el único camino viable, pero ese terreno no existe ya.

A pesar del lloriqueo por el consensuado y de “querer” ir al centro político, nadie está dispuesto a ceder en realidad. La discusión es concreta: el cierre del fraude constituyente muestra claramente que esos consensos son imposibles, y hoy mismo evidencia lo trabada que está la discusión en el parlamento respecto a los dos ejes claves, reforma de pensiones y reforma tributaria, se esfuma así la idea de acuerdos próximos que destraben al régimen en temas centrales. La propia dinámica abierta hacia las municipales y la carrera presidencial subyacente, le imprime un rasgo más polarizante aun al escenario. Y el factor internacional, en especial Argentina, también vaticina inestabilidad política y, probablemente, lucha de clases.

En el caso de la gran burguesía y los gremios empresariales, el propio Ricardo Mewes de la CPC -que hasta ayer hacía campaña por el A Favor- plantea ahora la necesidad de un gran acuerdo político que le dé estabilidad al país, en el mismo sentido se pronunciaron la SOFOFA, SONAMI y el propio Luksic, exigiendo que se cierre el proceso y se discuta una agenda pro-crecimiento, pero todo sobre la base de impulsar una línea de acuerdos alejada de extremos.

Es un resultado que golpea a Chile Vamos y Republicanos (y a la derecha en general), pero fortalece a Matthei como presidencial de su sector y le da margen al grupo de Rojo, y a figuras como Teresa Marinovic, para cierta capitalización en un sector de la extrema derecha aún reducido, pero que no podemos asegurar que no se desarrolle. De conjunto, la derecha no se ha puesto de píe y no parece haber decantado aún por donde podría aparecer una nueva hegemonía en el sector; aunque Republicanos ya no juega ese rol porque esa hegemonía ya se quebró, siguen siendo uno de los partidos más fuertes en la derecha (Kast continúa siendo una carta fuerte de cara a las presidenciales). Toda la demagogia de los grandes acuerdos se devela como lo que es, una farsa: una derecha que no logra ordenar sus propias filas menos aún podrá construir acuerdos viables y duraderos con sus adversarios de la centro-izquierda.

Como dijimos desde el primer número de esta serie de artículos, la crisis política reviste para la burguesía nacional un carácter estratégico, hay una agenda burguesa que llevar adelante que hace a la relación con el propio imperialismo, pero se ha cerrado ya todo el ciclo constitucional, no así la crisis que no hace más que profundizarse.

Los vencedores: Un callejón sin salida

El triunfo del En Contra era el milagro navideño que necesitaba la centro izquierda y el FA para poder reacomodar la relación de fuerza más a su favor, y así ha sido. El caso de Vidal, que coronó de director de TVN, muestra cómo los cadáveres de la concertación reciben una cuota de vitalidad y oxigenación con este triunfo; hasta Bachelet apareció rápidamente en la portada de El Mercurio, remontando cómo presidenciable. El golpe de vida que reciben estos zombies de épocas pretéritas es muestra del callejón sin salida en el que se encuentra el régimen. Aquellos que implementaron y perfeccionaron toda la herencia de la dictadura capitalizan hoy la derrota de Republicanos, ubicándose ante la burguesía como puentes a los anciados acuerdos y consensos ¿Podrán hacerlo?

Después del vergonzoso giro a derecha de la campaña del En Contra tras la declaración EN CONTRA PARA CERRAR EL PROCESO, que hundió a propio PC en la propaganda antinmigrante y arrastró a sus Senadores hasta el Tribunal Constitucional para detener la “Narconstitución”, es que vimos a Barbara Figueroa (incapaz de condenar la constitución del 80’) y a Carmona jurar que los cambios necesarios podían hacerse vía reforma a la constitución “de Lagos”; si hablamos de esfuerzos por mimetizarse con la derecha, el PC es sin duda el campeón. Jadue y Hugo Gutiérrez, los díscolos de izquierda, el ala de la impotencia como los denominamos en esta serie de artículos, se callaron la boca y se sumaron disciplinadamente a la línea oficial.

El oficialismo ha salido con un discurso que apela a los grandes acuerdos, Boric mismo llamó a buscar confluir en 5 puntos claves (Seguridad, economía, salud y vivienda), pero les es difícil confluir incluso en el denominado “centro político”. El presidente de la DC, Alberto Undurraga, venía diciendo ya que tras el triunfo del En Contra se debía ir a una temporada de acuerdos para destrabar las reformas que la ciudadania necesita, a lo que Amarillos y Demócratas respondieron acusando a la DC de votar con el Pinochetismo, o sea con Tere Marinovic, Pancho Malo y Rojo Edwards. Resulta cómico que quienes hicieron campaña por la carta magna que profundizaba la herencia de la dictadura en sus aspectos más irritantes, quienes se aliaron con Kast, el amigo de Krassnoff y quién decía sin empacho que Pinochet votaría por él, ahora le imputen al pusilánime Undurraga haberse aliado con los pinochetistas. Esta pobre escaramuza en el “centro político” muestra que incluso aquí están quebrados, y la temporada de acuerdos con la que soñaba Undurraga es una ilusión.

Por cierto que los grupos de ultraderecha como Team Patriota, el grupo tras Rojo o figuras como Teresa Marinovic, se fortalecen en la base del Partido Republicano y todo ese sector a la derecha de Chile Vamos. Hasta el momento no son competencia seria para ninguna mediación de la derecha, pero han abierto un nicho y hay un espacio para ellos que objetivamente dejó abierto Republicanos. El Team Patriota buscará legalizarse, el grupo de Rojo se está articulando como movimiento (intentando emular a Republicanos en su primera etapa) sin duda que el clima antipolítica y de hastío los favorece en gran parte, y ellos han sabido explotarlo.

El gobierno buscará negociar una agenda con los empresarios, que mantenga los ejes heredados de la dictadura y descargue la crisis en las espaldas de las masas. El Ministro Marcel hace su mejor esfuerzo por mostrar a la gran burguesía que gobernarán para ellos, intentan un salvataje camuflado a las ISAPRES colado por la ventana en la Ley de Reajuste del Sector Público. O la reforma de pensiones donde, a pesar de todo el bloqueo, la propuesta del Gobierno no va más allá que la de Piñera hace unos años atrás, manteniendo el negocio de las AFP intacto, e incluso ampliando el caudal de dinero que podrán administrar. Como sea que resulten estas políticas de Gobierno algo podemos asegurar, no resolverán los pesares de las masas, al revés, incrementarán su precariedad. No hay respuesta para los pesares de las masas, para las y los trabajadores, para el movimiento de mujeres, para la juventud y ni para el pueblo pobre en general, esto es literalmente un callejón sin salida.

Necesitamos discutir una agenda de las y los trabajadores, en los sindicatos, federaciones, y en todos estos organismos actualmente dirigidos por el reformismo, el neo-reformismo o fuerzas políticas afines al oficialismo que nos llamaron a votar En Contra, pero que se han negado a poner esa misma fuerza en la calle y la movilización, como la CUT, el CDP, la Coordinadora No+AFP o la Coordinadora 8M que mantienen su tregua con el Gobierno y la pasividad en las calles. Ya hemos desarrollado en los números anteriores de esta serie de artículos el rol de las burocracias sindicales y de los movimientos a lo largo de todo el proceso constituyente, y cómo estos se encargaron de impedir una dinámica revolucionaria durante la rebelión y que posteriormente fueron claves en la desmovilización de sectores que aún se mantenían movilizados o que entraban en combate de forma aislada.

Lee también: (Parte I, Parte II, Parte III)

Y es que las burocracias son dirigidas por partidos, y esos partidos tienen estrategias que implementan. Toda la línea de las burocracias sindicales y de los movimientos es funcional a la estrategia del PC y el FA; por esto es urgente construir una izquierda consecuente y revolucionaria, con una estrategia diferenciada de Apruebo-Dignidad y un programa que ponga por delante la solución de los pesares actuales de las masas, afectando las ganancias de los empresarios y con una perspectiva socialista.

Esto es posible con la autoorganización obrera y popular, articulando un programa que combine consignas democráticas con transicionales, conectando las necesidades actuales de las masas con la pelea contra el régimen y el capitalismo de conjunto. La contraparte a la fracasada estrategia del PC y el FA que se ubica desde la conciliación y los consensos, es una estrategia que busque poner en jaque al régimen, movilizándonos por nuestras demandas postergadas como mejores sueldos, educación y vivienda, contra las AFP, contra las ISAPRES, por la nacionalización de los recursos estratégicos bajo gestión obrera, entre otras. El desarrollo revolucionario de estas peleas será el camino a una verdadera Asamblea Constituyente, en la perspectiva de una República de las y los Trabajadores, única solución a los pesares de las amplias mayorías.

 
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