A causa del ajuste, cae el consumo de frutas y verduras por parte de la población | Télam
Frutas y verduras: sacrificio nutricional a causa del ajuste de Milei y de Alberto, para pagar la deuda ilegal que tomó Macri en 2018. ¿Cuánta fruta y verdura se come en Argentina?
Una pasajera se descompensa en el tren Roca camino a La Plata, que acaba de salir de Constitución. Se acerca a otra pasajera que viaja parada en frente suyo.
Disculpá, me estoy mareando, ¿te puedo pedir una fruta?
La mujer interpelada no lo duda ni un segundo. Saca automáticamente un durazno maduro de la bolsa y le dice:
Siiii ¡tomá!
No sabés cómo agradezco que estés acá…
Y no sabés el tiempo que hace que no compraba fruta… carísima está. Hoy compré solo porque en casa está mi nieto, si no ni compraba para mí. No sé qué se piensa este…
¿Milei? - pregunta la otra mientras mastica y se repone con el jugo que le chorrea por los dedos.
No sé qué se piensa, mirá, ¡estoy re flaca! - levanta los brazos con una bolsa en cada mano: de un lado los duraznos, del otro un poco de papas y uvas. - Trabajo en Desarrollo Social, con mis compañeros no sabemos qué hacer. Nos ponen precios como si viviéramos … no sé… en un country… Encima muchos se quedaron sin casa con el temporal, porque se les volaron los techos. En fin, tuviste suerte porque otro día no me cruzabas con fruta. Hace mucho que no compro, comer un durazno hoy es como comer oro.
Frutas y verduras: sacrificios nutricionales por culpa del ajuste
La mujer salvadora siguió hablando con la otra hasta que se bajó en Villa Domínico. La escena tuvo lugar los primeros días de enero, con el calor agobiante de fondo, a poco de cumplirse el primer mes de gobierno de Javier Milei. En ese período llevó la inflación a un 25 % mensual, duplicando el índice respecto del mes anterior. En el caso de algunos alimentos, la suba superó ese promedio y alcanzó el 30 %.
Pero el problema del escaso consumo de frutas no empezó el 10 de diciembre.
¿Ya empezaste a dejar de comprar cosas? - pregunta un móvil de La Izquierda Diario a un joven en la puerta de un Carrefour de Once, a pocos días del balotaje.
Sí, antes me compraba 10 manzanas cada tanto, ahora olvidate.
El testimonio recogido por este medio daba cuenta de las consecuencias de las políticas del gobierno saliente.
“Nunca hemos comido mucha fruta. Imaginate que en mi casa hay tres varones, uno adolescente y comen mucho. Preferimos aquello que nos satisface más”, dijo Andrea en una nota de Los Andes en marzo de 2023. El artículo advertía que por los altos costos se registraba un descenso del 30% en el consumo de frutas y verduras desde noviembre de 2022.
“En mi casa se come mucha fruta, pero estamos tratando de controlar los gastos y calculando los costos por comida y eso nos lleva a que a veces la pasemos por alto porque la verdad es que en el costo total suma mucho”, aseguró Mariela, mamá de dos hijos, al mismo medio. Daniel, verdulero afirmó que “la gente antes llevaba un kilo ahora lleva 2 o 3 unidades”. El hombre sostuvo que era algo que venía sucediendo desde hacía 7 u 8 meses pero que desde principio de 2023 se agravó.
La alimentación sobre las mesas de las familias populares se degrada desde hace años, a la par de la caída del salario. El Frente de Todos, que decía en campaña que iba a llenar la heladera, continuó el ajuste para pagar la deuda ilegal que tomó Macri con el FMI. Milei gobierna de la mano de Luis Caputo, el actual ministro de Economía, responsable del endeudamiento cuando era funcionario macrista.
Consumo de frutas y verduras en Argentina a lo largo de los años
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo de frutas y verduras mayor a los 400 gramos diarios para personas adultas. Esto contribuye a la prevención de enfermedades crónicas y deficiencias nutricionales. Las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) recomiendan un consumo diario de cinco porciones de frutas y verduras.
Como muestran diversas encuestas, estas recomendaciones no se cumplen en Argentina hace años. “Ahora con los altos costos, las personas están resignando el consumo de frutas y verduras y lo están reemplazando por harina, por pan, alimentos de baja calidad”, dijo a Los Andes la licenciada Cecila Llaver, decana de la Facultad de Nutrición de la Universidad Juan Agustín Maza.
La Encuesta de la Deuda Social Argentina reveló en septiembre de 2022 que más del 70% de los niños y las niñas en Argentina no consume suficientes frutas y verduras. El estudio arrojó que la calidad de la alimentación empeora a medida que disminuye el nivel socioeconómico en los hogares (Infobae).
Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud del Ministerio de Salud de la Nación (ENNyS) en 2019 el 37,8 % de la población consumía verduras al menos una vez al día. El 32,5% de la población de 2 años y más consumía frutas al menos una vez por día. Los encuestados del quintil más alto reportaron casi el doble de consumo de frutas que el más bajo (45,3% vs. 22,8% respectivamente).
De acuerdo a Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENFR) de 2019 el promedio diario nacional de frutas o verduras consumidas por persona fue de 2 porciones, sin mostrar cambios con respecto a la edición anterior. Sólo 6% de la población mayor de 18 años consultada dijo llegar al consumo de cinco o más porciones de frutas o verduras al día.
De acuerdo a un informe titulado “Desigualdades sociales en el consumo de verduras y frutas según características de los hogares argentinos”, los datos de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo) 2017-2018 muestran que los menores consumos de verduras y frutas frescas se observan en hogares de menores ingresos, con menor clima educativo, sin adultos mayores, con menores de 14 años, con jefatura masculina y que residen en la región del nordeste argentino.
Según el informe citado, los datos de la ENGHo muestran un descenso del 27% en el consumo aparente de frutas y verduras entre 1996 y 2013, impulsado especialmente por el descenso de las frutas. La tendencia se mantuvo en los últimos años, siendo los hogares de mayores ingresos los que tienen una dieta más variada, incluyendo diversidad de frutas y verduras.
La especialista Patricia Aguirre analizó las encuestas de gasto de hogares en el Área Metropolitana de Buenos Aires de los años 1965, 1970, 1985 y 1996. Observó un patrón alimentario de necesidad en los hogares pobres, con un consumo de alimentos más accesibles que llenan y rinden.
En los últimos 20 años, la ingesta de frutas disminuyó un 41% y la de hortalizas un 21%.
Quiénes ganan con el hambre
Los empresarios de los alimentos aumentan sus ganancias a costa del hambre y la malnutrición de los sectores populares. Las grandes cadenas de supermercados ponen precios exorbitantes en góndola y acaparan mercadería a la espera de que suban. Según un relevamiento de precios de naranja de la Secretaría de Agricultura del gobierno anterior, “los supermercados presentan la mayor brecha respecto al Mercado Central de Buenos Aires, superando a lo largo del año 2022 el 100%”.
Según informó la Confederación Argentina de la Mediana Empresa en julio de 2023 la población pagaba en góndola $3,4 por cada $1 que recibía un productor de agroalimentos (Infobae, agosto de 2023).
Los terratenientes agrarios hacen funcionar sus plantaciones con trabajo ultra precario, en condiciones de semi esclavitud. La Izquierda Diario registró lo que pasa en las plantaciones de limón de Tucumán y en los viñedos de Mendoza. Las patronales de la fruta son las que explotan el trabajo de las “golondrinas”. Se trata de trabajadores y trabajadoras, que van de una punta a otra del país detrás de las cosechas de temporada. El colmo del maltrato fue el abandono de centenares de familias golondrinas que quedaron varadas lejos de sus casas en la pandemia, sin que las patronales se hicieran cargo de nada, ni los gobiernos.
Con la desregulación de precios de Milei, la canasta básica que marca el mínimo ingreso necesario para no ser pobre, saltó un 27% y roza los $500.000. Nuevos millones se hunden cuando avanza la libertad de remarcar de unos pocos. Estragos que profundizan la pobreza de más del 40% que dejaron Alberto, Cristina y Massa.
Las alimenticias presionaban por hacer caer incluso el impotente y limitado programa de control de precios del gobierno anterior, “Precios Cuidados”. La política de simular un "combate" al aumento de precios con acuerdos con los empresarios, sin transparentar las enormes ganancias y la estructura de costos, fue totalmente estéril. En abril de 2022, de hecho, el gobierno anunció una renovación del programa sin incluir a frutas y verduras, a pesar de reconocer que lo que más había subido, eran los productos frescos.
Para hacer frente a la inflación hay que abrir los registros contables y de los movimientos bancarios de las empresas para conocer el verdadero estado de sus ganancias. Esto sería el primer paso para imponer un verdadero control de precios, a través de comités de trabajadores y consumidores sobre todas las cadenas de productos esenciales, desde la producción, distribución hasta la venta en grandes supermercados.
La pelea contra la remarcación permanente debe estar unida a la defensa del poder de compra del salario y de las condiciones de vida de la clase trabajadora. A pesar de la poca preparación por parte de la conducción burocrática de los sindicatos, el paro general de este 24 de enero, será una prueba para demostrar la bronca y la fuerza popular contra el plan motosierra de Milei y la carestía de la vida.