El martes 16 de enero, las fuerzas iraníes atacaron objetivos en Siria y en el Kurdistán iraquí en respuesta al atentado perpetrado en la ciudad iraní de Kerman el 3 de enero y a los múltiples ataques contra altos cargos de la Guardia Revolucionaria y del llamado Eje de la Resistencia que incluye además del país persa, a Siria y a la milicia libanesa Hezbollah, entre otros.
Después de anunciar que respondería al asesinato de Razi Moussavi, líder de la Guardia Revolucionaria, en Damasco (Siria), el 27 de diciembre, y a la ejecución del líder de Hamas Saleh al-Arouri en Beirut (Líbano), el martes 3 de enero, Irán decidió contraatacar golpeando, según sus medios estatales, a “espías del régimen sionista” en la ciudad de Erbil, en el norte de Irak bajo control del Partido Democrático Kurdo.
En Siria, las fuerzas iraníes anunciaron que habían atacado a miembros del Estado Islámico que supuestamente llevaron a cabo el ataque más mortífero en la República Islámica desde el incendio de Rex en Abadan en 1978.
Mientras Israel ha vuelto a la estrategia de asesinato selectivo atacando a varios cuadros de movimientos afiliados al Eje de Resistencia, en la esfera de influencia iraní, e Irán ha sido atacado en su propio territorio por el Estado Islámico, las opciones de los Guardias Revolucionarios para la acción siguió siendo limitada.
Si una parte de la opinión pública iraní critica los fallos de los servicios de seguridad y la actitud expectante del Gobierno, las autoridades iraníes no podrían responder a Israel con la misma intensidad sin desencadenar un conflicto importante y enfrentarse a la coalición liderada por Estados Unidos. Ante la necesidad de responder a los ataques sufridos en su propio territorio evitando al mismo tiempo una conflagración regional, la respuesta iraní es cautelosa.
También parece desordenado. Al golpear a un aliado cercano al que Irán había apoyado contra el Estado Islámico y con el que mantiene importantes relaciones económicas bilaterales, los comunicados del ejército iraní son más que confusos.
La propaganda iraní primero anunció que sus fuerzas habían atacado a “elementos antiiraníes” en Irak, y luego en un segundo comunicado de prensa, afirmó haber atacado una base del servicio de inteligencia israelí, repitiendo el lenguaje del gobierno al día siguiente del ataque en Kerman cuando calificó al Estado Islámico de “aliado del sionismo y del imperialismo estadounidense”.
Por su parte, tras condenar una "agresión contra la soberanía de Irak y la seguridad de su pueblo", el gobierno iraquí envió al lugar del ataque al asesor de seguridad nacional Qassem al-Aaraji, quien acusó a Teherán de mentir y difundir "acusaciones falsas". Además, el gobierno iraquí repatrió a su embajador en Teherán para realizar “consultas”.
El objetivo alcanzado parece ser la casa del magnate inmobiliario Peshraw Dizayee, quien murió en el ataque con parte de su familia. Propietario de la empresa Falcon Group, implicada en un proyecto de carretera que une Europa con Irak a través de Turquía, también era un actor importante en el mercado energético regional.
Sus vínculos con Israel siguen siendo desconocidos, a pesar de la hipótesis -planteada sin pruebas por algunas cuentas proiraníes en la red social X (antes Twitter)- de que la empresa participa en intercambios de gas o petróleo con el Estado colonial.
El consejo kurdo, que administra la región, denunció un “ataque injustificado” y añadió que “Los Guardias Revolucionarios dicen que el ataque tuvo como objetivo varios lugares de grupos de oposición iraníes. Lamentablemente, todavía utilizan pretextos infundados para atacar Erbil”. Feroz oponente a la independencia kurda por temor a que surja un Estado kurdo en su territorio en el norte del país, que cuenta con una importante minoría kurda (“Kurdistán iraní”), Irán apoyó los ataques del presidente turco Erdogan contra estas poblaciones en Siria, durante su compromiso con Bashar al-Assad.
El gobierno estadounidense denunció, fiel a su hipocresía, "ataques irresponsables que socavan la estabilidad de Irak", mientras bombardeaba varias veces el país, atacando, el 25 de diciembre a miembros de Kataeb Hezbollah (grupo armado iraquí asociado a Hezbollah) y el 4 de enero ejecutando a un miembro de alto rango de la milicia chiíta al-Nujaba.
Mientras que el equilibrio de las contradicciones es cada vez más frágil en Oriente Medio y el imperialismo estadounidense hace todo lo posible para mantener sus posiciones regionales apoyando incondicionalmente al Estado colonial israelí, la presión ejercida por los ataques indiscriminados de Israel empujó a Irán por primera vez al conflicto llevando a cabo una serie de ataques en su propio nombre.
Si la respuesta iraní es un síntoma de las contradicciones de un régimen en crisis, obligado a responder a una agresión sin precedentes en su propio territorio, aunque apuntando a objetivos menores y de forma desordenada, sin entrar en conflicto directo con Israel, las incesantes provocaciones del imperialismo israelí son la causa última del conflicto. Actuando como látigo del imperialismo estadounidense en Oriente Próximo, el gobierno israelí amenaza con sacrificar la región en el altar de su ideología fanática.
Este artículo se publicó originalmente en Revolution Permanente, la edición francesa de la Red Internacional de la Izquierda Diario.
Traducción: La Izquierda Diario México |