Una de las corporaciones que más se benefician con la inflación que sacude nuestros bolsillos construyó un rascacielos con forma de velero frente al río. En sociedad con la británica automotriz Aston Martin, venden los departamentos hasta en U$S 60 millones. Obscenidad que indigna.
Es probable que la mayoría de las y los clientes de Coto ni siquiera sepan que la “marca” del supermercado es un apellido. El de la familia de multimillonarios encabezada por Alfredo Coto, uno de los empresarios más influyentes en la economía nacional. Mucho menos conocido es, entonces, el nivel de diversificación de negocios que el grupo ha desarrollado en los últimos años.
No es necesario ser economista para darse una idea de cuáles pueden ser las ganancias de Coto, un emporio de la comercialización de alimentos, con más de cien supermercados en todo el país y con la exportación de carne y cuero a varios países. Junto a Carrefour y Cencosud (Disco, Jumbo y Vea) se reparten el 80 % de las ventas totales del sector supermercadista. Y si bien sus balances suelen estar bien alejados del conocimiento público, un informe periodístico dijo hace dos años que en los momentos más duros de la pandemia de covid-19 Coto llegó a tener ganancias por $ 2.300 millones.
Lógicamente, como lo puede comprobar cualquiera que se enfrente día a día a sus góndolas, esas ganancias se acrecientan con la remarcación de precios constante, sobre todo en productos básicos del consumo popular a los que les cabe siempre una suba mucho más elevada que la inflación promedio. Según el Indec, en 2023 la inflación de alimentos fue de 251,3 %, 40 puntos por encima de la inflación general. Entre los productos más remarcados estuvieron el aceite, el arroz, la harina, la carne y las galletitas de agua.
Lejos de beneficiar a su clientela, bajando los precios a un costo accesible para los cada vez más deprimidos salarios populares, la familia Cotofuga esas fenomenales ganancias para seguir haciendo negocios multimillonarios, acumulando fortunas que no alcanzarán a gastar en siglos. Un retrato concreto de la irracionalidad capitalista, donde una minoría parasitaria se queda con toda la torta a costa de exprimir los ingresos de las mayorías trabajadoras.
El caso de la megatorre de Miami es más que gráfico. Ubicada en Biscayne Boulevard Way, frente al Río Miami, la construcción con forma de velero de 66 pisos, 391 departamentos, piscina y demás lujos es propiedad compartida entre los Coto y la exclusiva automotriz británica Aston Martin. Se asociaron en 2016 a partir de una propuesta realizada por Germán Coto, hijo de don Alfredo y dueño de la constructora G & G Business Developments.
El emprendimiento inmobiliario comenzó a levantarse en 2017, luego de que los Coto compraran el terreno lindero al Hotel Epic, frente a las costas del Río Miami. Por esas tierras pagaron U$S 125 millones. La inglesa Aston Martin luego pondría sus millones para comenzar las obras y también hubo U$S 200 millones prestados por el brasileño banco Itaú BBA Internacional. Ese préstamo, como para no manchar la reputación de don Alfredo, fue anotado a nombre de Riverwalk East Developments LLC, la filial yanqui de G & G, el sello del hijo Germán.
En 2022, un informe del diario La Nación sobre las bondades del Aston Martin Residences decía que los precios de los departamentos y penthouses del edificio tenían valores que iban de U$S 1,5 millones a U$S 59 millones. Ahí no hay descuentos por segunda unidad ni dos por uno. Sin embargo, parece que al día de hoy ya tienen casi todo vendido.
Entre otras excentricidades, el edificio “temático” tiene enormes ascensores para que los propietarios o inquilinos puedan llevar sus autos hasta la propia puerta de sus departamentos y hasta dispone de un muelle para embarcaciones. Además, el consorcio dispone de un hangar para aviones privados en el Aeropuerto de Miami. Como suele decirlo en su publicidad, parece que Cotoconoce bien los gustos de sus clientes.
Tanto lujo para unos pocos a costa de exprimir los bolsillos de millones indigna. La obscenidad de los capitalistas siempre es muestra abyecta de las “costumbres” de una clase parasitaria que se apropia de las riquezas sociales. En este caso se agrega un plus: Cotoes parte protagónica del grupo de corporaciones que día a día alimentan la inflación que licúa nuestros salarios. Que el odio que genera se convierta en energía para luchar contra sus atropellos y los del resto de los empresarios saqueadores.